CAPÍTULO 28: ENCUENTROS, DECEPCIONES Y CONFESIONES

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Ya viene Reece con fuerza así que no desesperen;)

Encuentros, decepciones y confesiones

McFLY- Room on the 3rd floor

No podía ser una cobarde y alejarse de sus problemas tanto tiempo. Era fácil evadirlos y fingir que nada de eso sucedía cuando la realidad era muy diferente. Debía enfrentar a Hunter y a Reece algún día, dejarles sus pensamientos claros y precisos. Por una vez en su vida debía quererse y ponerse a sí misma por encima de los demás. Ya varias veces había fallado en eso y fue Amy la única que terminó completamente herida.

Su plan era hablar primero con él, pero, de alguna manera, aquel encuentro que no había querido por mucho tiempo fue más corto de lo que pensó. Camino a la casa de Hunter, a unos parques de distancia, vio la larga silueta de un muchacho que tan bien conocía, la espalda erguida y la cabeza apoyada sobre las palmas de las manos. Suspiró profundo y rehuyó los pensamientos que tenía en aquel instante de huir y mantenerse alejada de él por más tiempo. Había pasado tantos meses desde la última vez que lo vio, desde aquel día que tuvieron algo juntos que supo entonces que no valía la pena continuar enfadada ni guardando rencor a alguien cuyos recuerdos ya poco le afectaban.

Así que estuvo allí, a metros de distancia de Reece, quién no había notado su presencia por lo ocupado que se encontraba tan solo y con aquel aspecto apesadumbrado. Aquellos ojos tan llenos de vida yacían fijos sobre la nada, perdido en sus propios pensamientos que le parecieron a Amy atormentarlo.

—Reece... —apenas murmuró.

Y la cabeza de Wood se levantó recta y tensa, buscándola con la mirada con los labios entre abiertos y los ojos expectantes, brillantes, como si hubiesen soplado en él una suave brisa de esperanza. No quería pensar en sus sentimientos, no ahora que tanto daño le hicieron siempre. Pero cuando aquel que alguna vez fue su amigo se levantó, camino hacia ella y la abrazó con tanta fuerza que quedó suspendida en los aires, sintió algo romperse dentro suyo al ver aquella mirada tan perdida que Reece traía. La abrazó fuerte y acongojado, queriendo exprimir de ella toda su esencia, acariciándole toda la espalda en un desesperado intento por tenerla nuevamente.

—Joder, Amy, no tienes una idea de cuánto pensé en ti —Le dijo al oído con una risa baja—. Pensé que ya no volverías y no podía con eso. Nadie me dijo que llegarías —Se quejó resentido.

Sólo cuando sus pies volvieron a tocar el suelo pudo verlo realmente. Tenía el cabello ligeramente más largo de lo normal, tan fornido como siempre y tan...

—No has cambiado nada —sonrió, dejando que llegaran a ella los recuerdos que, lejos de entristecerla, la llenaron el pecho de un primitivo calor.

—Tú, sin embargo, estás más preciosa —suspiró. Levantó la mano hacia ella y acarició su rostro lentamente, guardando para él aquel recuerdo— Sigues siendo esa Amy que me encanta.

—No ha cambiado nada, Reece —retrocedió, por su propio bien y por el de él. Se alejó del muchacho y lo miró tan fijamente como pudo—. Lo lamento pero...

—No, Amy, sólo quiero recuperarte, así que tranquila. Verás que en un par de meses confiarás en mí tal como lo hiciste antes —dijo él tan seguro que una corriente helada la sacudió de pies a cabeza—. ¿Amigos? —rió Reece antes de extenderle la mano con una mirada inocente y una sonrisa maliciosa. Y aunque algo allí no lucía tan normal como él lo hacía ver, Amy accedió—. Perfecto, amiga —soltó tan burlón como irónico antes de darle un vistazo algo detrás suyo—. Demonios, tengo que irme, mi madre acaba de llegar para, ya sabes, cosas familiares —bufó. Se inclinó a ella y le plantó un largo beso en la mejilla—. Te veo luego, eso tenlo por seguro.

Su dulce debilidad ©Where stories live. Discover now