Capítulo 8

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Lunes 11 de agosto 2014

Leyó la fecha en el calendario de la cocina con atención y recordó la conversación que había tenido anoche con su madre. Clara aceptaba a duras penas que su hija la reemplazara y perdiera sus vacaciones trabajando, pero no iba a tolerar que siguiera haciendo lo mismo en época escolar. Como en dos semanas más iniciaban las clases, iba a retomar su lugar pero gracias a las conversaciones que Alejandro había tenido con Lauren, la carga iba a ser mucho menos pesada y tendrían más espacio para poder descansar, además su hija debía enfocarse en el estudio para que tuviera las notas suficientes para postular a una buena universidad. 

Con cuidado fue colocando todas las frutas seleccionadas en los platillos sobre la bandeja. Para ella era sólo comida, pero cuando se la servía a otros le gustaba ser muy meticulosa con ello, además estaba en una mansión donde se pedía ese cuidado. Colocó la tasa de mocachino a un costado, los agregados para el pan a otro lado y así armó una preciosa bandeja de comida para el desayuno con unas flores para decorarla aún más. Supuso para quien era y se llenó de paciencia para subir en silencio por la escalera. Apenas la había visto estos días, prefería evitarla porque quisiera o no ante sus ojos se sentía miserable, expuesta, desnuda y débil. Gracias a Dios la habitación de ella estaba en el segundo piso y no en el cuarto como el de sus padres, así era más fácil llevarle sus pedidos. Estando tras la puerta soltó otro gran suspiro antes de tocar la puerta tres veces, tal como había dejado claro para saber que era el servicio doméstico. Nadie atendía, nadie decía algo, así que volvió a tocar tres veces más. Pero había silencio. ¿Había preparado la comida por nada? ¿Lo había hecho para molestarla o se había quedado dormida?

Con cuidado abrió la puerta, la manilla la bajó lentamente hasta poder entrar, tenía la vista en el suelo y así cerró la puerta pero cuando alzó la vista sus ojos se abrieron demasiado, lo bastante para verse más redondos.

Los sentidos de su cuerpo se perdieron y por lo tanto la fuerza que ejercía con un brazo desapareció. La bandeja se estrelló contra el suelo y el sonido hizo que Camila se volteara para ver qué había pasado. La muchacha tenía puestos los audífonos por eso no había escuchado cuando golpearon la puerta, supuso que el desayuno tardaría más en estar listo. Pero lo que tenía a Lauren con la boca abierta y los ojos en ella era el hecho de que Camila estaba totalmente desnuda. Las mejillas a Jauregui se le tiñeron de un tinte rojo, las de ella también. Ambas estaban congeladas sin decir palabra alguna, bueno, Lauren era muda.

Por unos segundos hizo un rápido escáner a su cuerpo y aunque trató de no motivarse, era imposible, ella era una mujer en todos sus sentidos y había que decirlo, era preciosa sí, muy preciosa.

Con la respiración agitada la menor llevó lentamente las manos hacia donde no quería ser vista, un brazo utilizó para cubrir sus pechos y la otra la dejó entre sus piernas. Lauren pestañeó dos veces antes de que Camila pudiese reaccionar y diera el grito más fuerte de su vida. Nadie podía oírla, sus padres no estaban y los empleados estaban esparcidos en la casa.

Los ojos de la morena se llenaron de lágrimas porque se sentía estúpida, el corazón de Jauregui se apretó porque no quería hacerla sentir mal, todo era un accidente. Con la vista agachada y fija en el suelo fue recogiendo los trozos de comida

Camila: -lágrimas corrían por su cara, era lo más vergonzoso que le había pasado- ¡¿Por qué mierda no avisas?! ¡Eres una idiota! ¡Sal de aquí! –Corrió hacia su cama y se tapó con una bata que había dejado allí. Iba a vestirse pero ella había entrado sin avisar. No se iba, no, seguía empeñada en recoger el desastre que había quedado en el suelo- ¡Lárgate! ¡No quiero verte! –Cuando Lauren gruñó, se incorporó rápidamente y la miró con el ceño fruncido, sintió que corría peligro.

Cinderella {Adaptación Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora