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La luz no volvió sino hasta cuatro horas después, ya cuando la noche había caído sobre la ciudad. Hasta entonces, me quedé con la señora Kim, sus gatos y su linterna porque no quería estar sola en la oscuridad. No dije nada sobre el incidente de la escalera y la señora Kim no hizo preguntas tampoco. En cambio, nos las pasamos platicando de cosas muy diversas hasta que la luz llegó nuevamente y tuve que regresar a mi departamento ya entrada la noche.

Y aun cuando traté de distraer mi mente con vídeos de gatitos en YouTube, me dormí pensando en la sensación de calidez del cuerpo de Min Yoongi, en sus flacuchas, venosas y pálidas manos sobre mi cintura. Y mi grito de idiota, desde luego.



Un día más de vacaciones antes de regresar a la rutina, pienso con cansancio mientras me llevo un pan tostado a la boca. De solo pensar en todo el estrés que tendré que soportar al regresar a la universidad y a mis trabajos de medio tiempo, mi cabeza duele y tengo ganas de lanzarme voluntariamente por las escaleras. Un suspiro cansado se me escapa de entre los labios y me doy cuenta que ni siquiera tengo apetito esta mañana, así que con resignación, me aviento contra el sillón en una pose para nada femenina. Podría ahogarme con la almohada.

Tomo mi celular y deslizo mi dedo por la pantalla, tratando de encontrar algo entretenido que hacer para disfrutar mi último día de libertad pero no hay nada. Sopeso la idea de llamar a Kaeun pero podría jurar que está con Namjoon y no quiero interrumpir nada de lo que sea que estén haciendo. Bien, podría ahogarme con la almohada, por dos.

Quiero alejar todo tipo de pensamientos nocivos de mi cabeza pero es inútil. Todo está lo suficiente silencioso y calmado, por lo que es lío en mi mente es imposible de ignorar. Recuerdo con tristeza que no he hablado con mis padres desde hace meses aun cuando lo he intentado ya en numerosas ocasiones. No logro entender cuál es el problema en que su hija haya querido volar del nido finalmente; sabía que Busan no era para mí, no estaba mal, de hecho es una ciudad con muchas oportunidades, pero yo quería algo más... grande. La universidad a la que siempre había soñado con ingresar se encontraba en Seúl. Sin embargo mis padres nunca la aprobaron y peor aún, no estaban de acuerdo con la carrera que había elegido. Para ellos, la literatura era una pérdida de tiempo total. No creo que haga falta decir que debido a su falta de apoyo, haya tenido que encontrar un trabajo de medio tiempo en una librería por las tardes, y en una tienda de autoservicio por las noches.

Aún con la beca en la universidad, tenía que mantenerme de algún modo. Afortunadamente, pude tomarme un respiro de mi vida ajetreada por un par de semanas, aunque por desgracia, estas vacaciones solo me sirvieron para darme cuenta de lo sola que estoy.

A ver, es que todos necesitamos de vez en cuando a mamá para que nos diga que lo estamos haciendo bien, las palmaditas en la espalda de papá, el consejo de algún hermano...

Podría ahogarme con la almohada, por tres.

Unos insistentes golpecitos en mi puerta me sacan de mis pensamientos. Con rapidez trato de limpiar las lágrimas que, sin querer, se escaparon durante mi momento reflexivo y me pongo de pie casi tropezando con mis propios pies.

Para cuando logro llegar a la puerta, la abro sin antes verificar quién es por la mirilla, así que no puedo evitar la cara de confusión total al ver a un chico alto, castaño y con un flequillo adorable a la mitad de su frente, de rasgos delicados y labios gruesos parado frente a mí.

—Hola~—saluda efusivamente con una sonrisa deslumbrante en sus rosados labios. ¿Es un nuevo vecino acaso?

Le devuelvo el saludo aún con la confusión surcando mi rostro y hago una ligera reverencia. Él parece darse cuenta de que no voy a decir nada más, así que prosigue:

Bad Mood; Min YoongiWhere stories live. Discover now