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Me despierto con la extraña sensación del sol pegando directamente en mi rostro. Y resulta extraña porque las cortinas de las ventanas de mi habitación están siempre cerradas. Aún sin abrir mis ojos, llevo una mano a mi cara para tratar de bloquear un poco la luz pero resulta inútil, y cuando trato de voltearme para evitarla aunque sea un poco, casi caigo de bruces al suelo.

¿Desde cuándo mi cama es tan pequeña? Definitivamente no lo es.

Y sólo entonces me doy cuenta que, de hecho, no se trata de mi cama. No huele como mi querido colchón y definitivamente tampoco huele al detergente de lavanda que uso para lavar mis sábanas. Mis ojos se abren alarmados y me reincorporo de donde sea que esté acostada, que es un lugar muy reducido porque mi cuello y espalda sufren las consecuencias de una noche incómoda.

Inspecciono el lugar y el decorado minimalista me hace saber inmediatamente en qué lugar pasé la noche, lo que me hace que casi me atragante con mi propia saliva.

¿¡Pero qué rayos!?

No sé cuántos minutos me quedo ahí como una estúpida tratando de atar cabos hasta que los recuerdos de la noche anterior llegan finalmente a mi cerebro...



Solo quería dormir así que emprendí el camino hacia mi departamento algunos minutos después de que Yoongi se perdió en la entrada del edificio. Ciertamente no podía parar de preguntarme cual había sido la razón de su llanto, que quizás sería también la razón por la que se la pasara siempre amargado. Aunque borracho había demostrado ser otra cosa... parecía un niño, uno con adicciones, pero daba esa sensación de querer protegerlo y no dejarlo ir por ahí solo por miedo a que cruzara la calle justo cuando un carro pasara por ahí. Y era raro.

Decidí no darle más vueltas al asunto y sólo me centré en llegar a mi departamento y obtener mi muy merecido descanso.

Pero aquella noche la vida parecía querer desquitarse conmigo.

Yoongi estaba sentado en el primer escalón de la olvidada escalera que conducía a los pisos superiores. Yo no iba a subirla; había descartado la idea por el simple hecho de ser una completa floja, y me dirigía directo al elevador hasta que lo vi ahí, encorvado y abrazando sus rodillas. Alzó su cabeza en cuanto sintió mis ojos puestos en él.

—Te tardaste un poco—murmuró con su voz baja pero lo suficiente clara para que yo lo escuchase. Aparentemente seguía bajo los efectos del alcohol.

— ¿Qué haces ahí sentado?—le pregunté. Él hizo esa peculiar cara de asco como cuando algo le resulta demasiado obvio.

—Te estaba esperando—. Fruncí el ceño. Yoongi se levantó y caminó con pasos torpes hasta estar parado frente a mí. —Eres muy lenta—arrastró las palabras. Se inclinó y se acercó tanto a mi rostro que juraría haber distinguido algunas diminutas y casi invisibles pecas sobre su nariz. Quizás eran alucinaciones mías pero de verdad estaba muy cerca. Como acto de reflejo, me alejé de él pero Yoongi fue más rápido y atrapó mi muñeca antes de que pudiera dar la media vuelta y dejarlo ahí.

El típico sonido del elevador abriéndose pareció llamar su atención y entonces nos condujo hacia él. Llegados a ese punto, yo seguía sin poder decir nada. Lidiar con Yoongi borracho sobrepasaba mis límites y no sabía cómo reaccionar ante él, tal vez por miedo cómo reaccionaría, precisamente.

Bad Mood; Min YoongiDove le storie prendono vita. Scoprilo ora