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—Eunbin.

—...

—Eunbin...

—...

—¡Eunbin!

Me sobresalto, dejo caer el libro que supuestamente estaba acomodando... desde hace muchos minutos. Hoseok se acerca a paso rápido hacia donde estoy, luce preocupado, y es raro porque él siempre está sonriendo. Supongo que ha estado llamándome desde hace ya un rato y quizás estaba demasiado distraída como para escucharlo.

—Perdón Hobi, no estaba prestando atención—me excuso, agachándome para recoger el libro y suelto una risita nerviosa, esperando que deje pasar el tema. El castaño se cruza de brazos.

—Bien, has estado ausente toda la tarde, ¿qué te pasa? —Hobi parece una madre exigiendo saber por qué su hijo no sale de su habitación últimamente, me dan ganas de sonreír.

—¿Ausente? Pfff, Hobi, qué cosas dices...

—Le diste la saga de Harry Potter a una señora que te pidió un libro de superación personal—me recrimina.

—Lo lamento, prometo poner más atención ¿sí? —con un bufido me dirijo hasta el mostrador y me siento en el banquito situado frente a la caja registradora.

—¿Tienes la regla? —pregunta. No sé si es una broma o lo pregunta seriamente. Me sigue hasta quedar frente a mí, del otro lado del mostrador, y pone sus manos en mi cara, aplastándola. —Mi hermana dice que comer chocolate la pone mejor, ¿quieres que compre...?

—Gracias por preocuparte Hobi, pero no tengo la regla, sólo estoy un poco estresada últimamente—. Retiro gentilmente sus manos de mi rostro y le dedico la sonrisa más sincera que me sale, pero más bien parece una mueca. Hoseok lleva sus manos ahora hacia mi cabeza y me da unas palmaditas, como si fuera un perrito.

—Comprendo, ¿la universidad es demasiado difícil? —. Recuesto mi cabeza sobre la fría madera y dejo que Hobi continúe acariciando mi cabeza. Somos los suficientemente cercanos para hacer este tipo de cosas entre ambos, así que no es nada raro.

Medito un poco mi respuesta antes de contestar. Mentiría si dijera que estoy estresada por la cantidad exorbitante de hojas que tengo que escribir para un ensayo (que hice desde hace una semana) o por la calificación de un examen de lingüística que presenté hace un par de días, porque realmente esas cosas se encuentran en los últimos lugares de la gran lista de cosas que estresan a Shin Eunbin. Ciertamente he estado más ocupada dándole vueltas a toda esta rara situación con Min Yoongi que si me dieran una moneda por cada suspiro involuntario que se me escapa entre ratos podría comprar algo de Gucci sin muchas dificultades.

—Algo así...—contesto después de unos segundos en silencio. —Sólo deseo llegar a casa y dormir por tres días seguidos, ¿es mucho pedir?

—No realmente; yo podría cubrir tus turnos y si conseguimos un justificante medico falso podrías faltar a la universidad y el trabajo por una semana sin problemas—el castaño me guiña un ojo.

—Eso suena como un plan demasiado tentador—. Hoseok y yo charlamos hasta que llegó la hora de cerrar, cerca de las siete de la tarde, cuando aún no ha anochecido del todo fuera. En días como estos agradezco la falta de clientes porque así el castaño y yo podemos cumplir con el papel de un par de amigas chismosas sin ser interrumpidos.

Él se despide de mí diciéndome que tiene que ir a una academia de baile o algo por el estilo y se va. Es viernes, y tengo el día libre en la tienda así que no tengo idea de qué hacer ahora. Mientras sopeso la idea de pedir una pizza para mi sola mientras veo el maratón de alguna serie en casa, siento mi celular vibrar en el bolsillo trasero de mi pantalón.

Bad Mood; Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora