Aquella era la pregunta que debía responder para pasar al otro lado y proseguir su camino. Tranquilizada por la sencillez de la prueba, se limitó a decir bien alto.
-Soy María.
-¡No!- repuso lúgubremente la máscara-. Ese es solo tu nombre. Yo te pregunto QUIÉN ERES.
-Soy una chica de 13 años que se ha perdido en el laberinto de la felicidad.
-No es suficiente! Miles de humanos, entre ellos otras mujeres de tu misma edad, se han perdido aquí dentro. Muchos ni siquiera han logrado salir y han muerto de viejos entre estos muros. ¿Quién eres TÚ?- bramó la voz.
María se quedo muda. No esperaba que aquella pregunta aparentemente sencilla tuviera una respuesta tan complicada. Al ver que no respondía, la máscara de la puerta empezó a increparla así:
-¿Eres una criadora de dudas? ¿Te dedicas a negar lo que otros afirman? ¿Eres ave de mal agüero? ¿Eres ilusa, desconfiada, escéptica?
María recordó entonces cuando era muy pequeña y se metían con ella. En esos casos siempre se había rebelado. ¿Donde había ido a parar toda esa fuerza interior?
-¡Cállate!- saltó ante la palabrería de la máscara-. ¡Soy lo que yo decida ser!
Y, al decir esto, las puertas se abrieron.
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Escrito en verso
PoetryEscribo poemas porque no sé fabricar bombas nucleares y, después de todo, algo tendré que lanzarte.