CUATRO

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—¡AH! ¡GEORGI, ESTÁN PENANDO EN MI CASA! —Los gritos de la chica pelirroja se escuchaban por toda la casa mientras ella se tapaba la boca en su mejor expresión dramática, copiada de Victor y Georgi. Lo único que tenía de su propio cuerpo dentro de la habitación de invitados era su cabeza, donde tenía una expresión facial digna de una telenovela barata.

Unos pesadas y ruidosas pisadas comenzaban a hacerse cada vez más cercanas e intensas, haciendo que Mila se asustara y se negara a voltear su cabeza para ver qué era lo que se avecinaba en el pasillo. Unos dedos le agarraron ambos hombros, haciéndole saltar de su lugar y pegar su, probablemente, décimo octavo chillido del día.

Georgi lo miró con la misma expresión al darse cuenta que la chica se había asustado de él.

—¿Pero qué mierda te pasa? —Le preguntó, agarrándolo por los hombros igual que él lo estaba haciendo con ella y zamarreándolo de arriba hacia abajo, causándole una risa interna porque Georgi usaba tanto gel para el cabello que este estaba tieso y no se movía.

—No lo sé, eso dímelo tú; yo no ando gritando que hay fantasmas en casa ni que penan. Quizá el frío te está afectando... —Georgi miró hacia otro lado, intentando ocultar su sonrisa, porque sabía que si Mila sabía que se estaba burlando de ella lo mandaría afuera por el mismo hueco de la ventana rota de aquella habitación.

—¡La puta ventana se quebró sola! ¿Entiendes lo que digo o te faltan neuronas para pensar?

Georgi alzó una ceja, sin poder comprender lo que su amiga dramática estaba diciendo. Mila solo le señaló el suelo, donde los afilados restos de la ventana descansaban sobre la alfombra gris.

—Quizá se rompió por tus chillidos —Dijo acercándose al lugar del crimen con tono reflexivo y concentrado. Mila bufó y puso sus ojos en blanco, mientras que Georgi revisaba el suelo con la mirada. Al encontrar lo que buscaba, sonrió victorioso. Levantó la roca que parecía lo suficientemente pesada y capaz de haber roto aquel ventanal, y se la enseñó a Mila mientras la hacía saltar sobre su mano—. ¿Ves? No fue un fantasma. Solo se trata de algún estúpido.

Pero el estúpido se encontraba escondido detrás de una planta, con la respiración agitada y una mano sobre su pecho, intentando hacer que su alma volviera a su cuerpo luego de haber pasado el susto de su vida. ¿Pasado? El susto de su vida aun no había terminado.

El clima comenzaba a enfriarse cada vez más rápido, haciendo que el frío del cual Yuri estaba acostumbrado y ya adaptado se convirtiera en el frío congelador de la tarde que le hacía sentir en un freezer. No quería entrar a la casa y que le declararan culpable; mentir no era su mejor cualidad y menos lidiar con aquella manada de histéricos del drama. Sin embargo sabía que tarde o temprano tendría que hacerlo, si no se congelaría o Victor saldría a buscarlo con una cara de desesperación que no tenía ganas de ver. Tampoco quería ver a Otabek, sabía que la idea de fingir no haber roto el vidrio sería un completo fracaso, haciendo que aumentara la idea que tenía de Yuri de ser un niñito.

Pero dentro de la casa, las cosas se complicaron más de lo necesario. Mila se agarró la cabeza con ambas manos y comenzó a golpear su frente contra la pared mientras maldecía en voz alta.

—Mierda, mierda, mierda —Repetía gruñendo con la mirada consternada de Georgi sobre ella—. Otabek iba a dormir aquí. ¿Cómo lo hará si se le puede meter un mono por la ventana?

Georgi suspiró pesadamente.

—No seas exagerada. Solo cogerá frío. Puede quedarse en casa de Victor y Yuri...

—¿Además compraron una casa y no me dijeron? —Victor actualmente vivía con su hermana en la casa que heredaron de su abuelo. Aunque Mila siguiera enfadada con el hecho que no le contaran que se habían comprometido, ya comenzaba a superarlo, pero que ahora salieran con que habían comprado una casa y tampoco le habían dicho, era un verdadero crimen—. Les cortaré las bolas a ambos. —Georgi negó con la cabeza mientras sonreía ante las ocurrencias de la pelirroja. Mila se incorporó y dirigió una mirada letal a su compañero—. Eso también te incluye, Popovich.

DJ OTABEK ¡! (OtaYuri)Where stories live. Discover now