Capítulo 30

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Gustavo

Cuando despertó Vanessa me sentí muy feliz y no aguanté lanzarme sobre ella a abrazarla, luego me morí de vergüenza quizás la incomodé, pero es que no pude resistir. He estado 4 días aquí a su lado saliendo solamente a comer, haciendo cambio con Cindy quien venía a acompañarla.

Salí a buscar al doctor para que fuese a revisar a Vanessa, y para resistir un poco más antes de volver a abalanzarme sobre ella.

-Disculpe señorita- dije a una enfermera- ¿Sabe dónde está el doctor Daniel?

-Sí, está en su oficina.

-Gracias- caminé hacia su oficina que no quedaba muy lejos y toqué.

-¡Adelante!- abrí la puerta y el doctor estaba arreglando unos papeles. Era un hombre muy serio para lo joven que se veía, levantó la vista - ¿Sucede algo Gustavo?

-Vanessa ha despertado doctor, tiene que ir a verla- sonreí.

-¿Es enserio? Pero vamos, que esperas- respondió. Caminamos por el pasillo y entramos en la habitación 102. – Buenos días señorita Fuster- saludó él.

-Buenos días- saludó de vuelta ella, ya se encontraba sentada en la camilla y algo desconcertada. Debe tener muchas dudas sobre lo que le ha pasado.

-¿Cómo has despertado? Gustavo me ha comentado en el pasillo que te dolía la cabeza- comentó.

-Pues sí, me duele un poco, pero es soportable- se encogió de hombros.

-Muy bien, es normal Vanessa, dolerá un rato pero te daré un medicamente para aminorar eso ¿te parece?

-Sí, muchas gracias- respondió.

El doctor comenzó a chequearla rápido y a hacerle preguntas sobre lo que recordaba. Luego de terminado el proceso, se acercó a mi alejándonos de ella un poco.

-Gustavo, tengo que llamar al Oficial anunciando que Vanessa ha despertado- me miró- así que supongo que durante el día vendrán por declaraciones de ambos ¿bueno?

-Claro, no se preocupe doctor- asentí- lo hablaré con ella.

-Gracias por entenderlo- se giró hacia Vanessa- me despido, volveré más rato, mientras mandaré a una enfermera a que te de algún medicamento para tu dolor de cabeza.

-Gracias doctor-sonrió ella.

-Con permiso- se despidió saliendo de la habitación.

Miré a Vanessa, y ella también me miró y sonreímos.

-¿Qué te dijo el doctor?- preguntó.

-Que el Oficial vendrá hoy para que declaremos- hice una mueca.

-¿Tú aún no declaras?

-No, estaba muy ocupado contigo- sonreí.

-Ay Gus, te he causado tantos problemas- se tapó la cara con sus manos- me da vergüenza.

-Nena, no- me acerqué- te he dicho ya que no importa, que parte de nuestro trato consistía también en que te mantendría segura.

-Ya pero es demasiado-formó un puchero- ese día estabas tan mal, nervioso- cerró los ojos- no quiero que sufras cosas que no debes.

-Vanessa ya, enserio- me acerqué más- yo decido lo que hago.

-Gustavo no sabes lo que dices- negó.

-Lo sé, cariño- acaricié su cara- sé lo que hago- cerró sus ojos- Vanessa yo...

Toc toc. Carajo, maldecí. Estaba a punto de declararme de una maldita vez, ahora no podré hacerlo, me dará vergüenza. Un segundo después entró una enfermera con lo recetado por parte del médico, ajustó el suero y se fue. Otra vez solos. Me acerqué a la ventana que había a un costado y me puse a mirar.

-¿Mis hermanos saben?- interrumpió el silencio.

-No, sería asustarlos demasiado, ¿o quieres que se los diga?- seguí mirando hacia fuera.

-No, está bien así, gracias- dijo apenas. Quizás le hablé muy duro.

-Perdona mi tono de voz- me giré a mirarla- hay cosas que debo decirte y no puedo.

-Tranquilo Gustavo, no pasa nada- mordió su labio.

-Sí pasa Vanessa, pasa mucho, pero este no es el momento ¿sí?- tomé sus manos- luego de salir de acá hablaremos ¿te parece?


Inferno [En edición]Where stories live. Discover now