Capítulo Cinco

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Una gota de sangre se deslizó por el costado de mi rostro y cayó como una lanza desintegrándose en mi zapatilla. Aturdido y en completa oscuridad no sentía dolor ni miedo, mi mente estaba en blanco.

Alcé mi mano hacia adelante y sentí la rigidez del metal en la yema de mis dedos. Cualquier posibilidad de escapar del hotel se había sellado de un portazo.

Al tocar mi rostro sentí la cálida humedad de la sangre, fue ahí cuando salí de mi estado de shock. Había chocado contra la puerta en mi intento de escapar, pero estaba convencido de que no había sido mi golpe lo que ocasionó que la puerta se cerrase. Confundido y un poco mareado volví sobre mis pasos y caí de rodillas al piso.

Mis ojos, totalmente abiertos, recorrieron el recinto de punta a punta buscando una fuente de luz. La oscuridad era pura y dominaba íntegramente la situación. Estaba completamente aterrado, pero mi crisis se manifestaba por dentro como la mayoría de las veces en las que me había tocado enfrentar una situación con tales niveles de estrés. Intenté gritar pero mi garganta estaba seca, como si estuviese cubierta de algodón o al menos eso fue lo que sentí cuando quise pronunciar la palabra ¡Ayuda!

Me puse de pie y me acerqué a la pared más próxima, tomé aire y mi garganta se aclaró.

-¡Ayuda! ¡Estoy encerrado! – Grité hasta sentir un raspón en mis cuerdas vocales

- ¡Ayuda! ¡Alguien me escucha! – exclamé, pero la respuesta fue nula.

Recorrí desesperado el lugar guiándome a través de mi tacto sobre la pared. Descubrí que había muchas puertas, pero ninguna ventana. Entendí que no tenía posibilidad de escapar sin ayuda. Así que se me ocurrió utilizar el teléfono para llamar a mi novia. Sería más fácil explicarle mi situación a ella que a la policía.

Tanteé mis bolsillos, pero no había rastros de mi celular, se había perdido en mi desesperado intento de escapar. Volví a recorrer el camino en sentido inverso hasta la puerta de metal, me arrodillé y con mis manos comencé a buscar por el suelo.

-¡Acá estás!- exclamé silencioso como si me encontrase en una biblioteca

Lo tomé del suelo y con una agradable sensación de alivio le quité la tierra de encima.

Cuando estaba buscando el contacto de mi novia entre los demás números de la pantalla un escalofriante sonido me arrancó de mis pensamientos.

-¡No dejará que salgas vivo!-

Pronunció una voz débil y espectral en la oscuridad. Sonaba casi como si quien lo dijo no pudiese mover los labios.

Mis sentidos se agudizaron en un profundo estado de alerta. No podía creer lo que acababa de escuchar, giré mi cabeza histéricamente en ambos sentidos para intentar descubrir el origen de ese susurro espectral. La voz tenía una tonalidad joven y delicada, parecía provenir de una adolecente o una niña. Mi percepción me dio a entender que no se trataba de una voz amenazadora, sino que sonaba como una advertencia. Sea como sea, esas palabras me helaron la sangre.

Temblando de nervios busqué la aplicación de la Linterna. En un instante el recinto se encontró iluminado. Estaba completamente solo, no había ningún rastro de otra persona a mí alrededor o al menos eso era lo que parecía.

Necesitaba salir de ahí, así que pensé en que la opción más inteligente era dejar de perder el tiempo y llamar a mi novia de una vez por todas. Abrí los contactos y en la pantalla de mi celular presioné su nombre. En mi oído derecho pude escuchar el tono característico de una llamada en curso y después de cuatro zumbidos ella atendió:

- ¡Hola!-

- ¡Hola! – Respondí.

Un breve pero incomodo silencio se hizo presente.

- Hola ¿Estás ahí?- Dijo mi novia después de unos segundos.

- Hola, estoy ¿Me escuchas? – Repetí en un tono irritado

- ¡Holaaaaaa! No se escucha – Reprodujo ella desconcertada.

En ese instante un ensordecedor ruido se apoderó de la comunicación y me impidió seguir escuchando. Me resultó totalmente inquietante identificar que ese sonido provenía de una rasposa y macabra respiración. Tan intensa que tuve que alejar mi teléfono inmediatamente para que no lastimara mis oídos.

A pesar del terror que esto provocó en mi, decidí volver a efectuar la llamada. Y esta vez, antes de escuchar cualquier tono, escuché la misma respiración seguida de una mórbida y terrorífica voz:

-¡No tengas miedo! ¡Necesito que me ayudes a escapar!-

Solté mi celular inmediatamente y de un salto apoyé mi espalda contra la pared. El aparato cayó al piso y quedó alumbrando hacia arriba, proyectando todo tipo de sombras en las paredes. Una absoluta sensación de pánico corrió por mis venas. ¡Estaba desesperado!

Pasaron los segundos y mi estruendosa respiración comenzó a normalizarse. En los próximos minutos traté de relajarme y seguir adelante. Sabía que solamente yo podía sacarme de ahí y que por nada del mundo iba a intentar llamar por teléfono otra vez.

Me agaché y tomé el celular del suelo que por suerte seguía funcionando a la perfección. Después de meditarlo por un instante decidí comenzar a explorar, tal vez así encontraría una salida. Respiré profundo y me dispuse a recorrer el lugar con mucho cuidado. El solo hecho de observar la apariencia de ese recinto me daba escalofríos, nada de lo que veía me inspiraba tranquilidad, mucho menos seguridad.

Desde mi ubicación, podía vislumbrar en la penumbra un total de seis puertas numeradas. Algunas de esas se encontraban entreabiertas, lo que sumaba más inquietud a mi estado.

Las numeraciones proseguían al conteo de las habitaciones de la planta baja. En este piso las puertas se encontraban marcadas consecutivamente con números del tres al ocho. En medio de las puertas tres y cuatro me encontraba yo, observando el largo pasillo que desembocaba en otra tétrica escalera. Claramente ésta comunicaba este espacio con el segundo piso y ultimo nivel del edificio.

En este piso todo tenía un aspecto de incompleto. Daba la sensación de que nunca hubiesen terminado de construir el edificio. Las paredes dejaban ver el revoque fino sin ningún tipo de pintura. Un oscuro e irregular color gris dominaba la visión y se alternaba con pedazos de pared en la que el ladrillo a la vista surgía como una herida abierta.

Tomé coraje y me acerqué a la puerta más cercana, la empujé y enfoqué mi celular para alumbrar el interior. ¡No había absolutamente nada! No había rastros de muebles, camas y aunque estuviese delimitado, no había un cuarto de baño como en las demás habitaciones de la planta baja. Lo que más me perturbó fue ver enormes ladrillos remplazando el hueco que pertenecía a la ventana.

Esto sin duda era muy extraño, yo mismo había visto el hotel en funcionamiento años atrás ¿Cómo era posible que ahora estuviese sin terminar? y ¿Cómo era posible que en esas condiciones fuese habilitado por el municipio para recibir gente?

Inmediatamente recordé la información que había obtenido en mi primera búsqueda sobre el hotel en internet. Esas personas que habían dejado su comentario en un portal, habían sido rechazadas cuando quisieron hospedarse y tenían sospechas de que algo raro sucedía en el hotel.

El secreto del Hotel MarsansWhere stories live. Discover now