Capítulo Diez: El Final

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A medida que pasaban los segundos, las imágenes de mi pesadilla reveladora iban cayendo y reorganizándose en mi memoria. Claramente no había sido un sueño, mi mente y mi cuerpo no lo sentían de esa manera. Después de todo lo que había visto, mi percepción acerca del bien y del mal dentro del hotel había cambiado drásticamente. Como también había cambiado mi concepto de la señora Velásquez. Esta historia ahora tenía un antagonista bien definido.

Quedé impactado al darme cuenta de cuánto tiempo había permanecido inmóvil en ese rincón. A pesar de haber salido ileso de tan extraña experiencia, todavía no me sentía a salvo. Tomé mi celular con firmeza e iluminé la habitación para comprobar que no tuviese compañía. Todo seguía igual a mí alrededor. Revisé el bolsillo de mi pantalón buscando la llave de la terraza. Mi suerte no me había abandonado todavía, la llave estaba ahí, junto con mi posibilidad de huir. Sin embargo, mis ganas de escapar habían pasado a un segundo plano, antes de irme tenía que llegar al fondo de toda esta historia, sentía en mi interior la impostergable necesidad de descubrir la verdad.

Crucé la habitación rápidamente y me detuve a observar la pared. Debía hallar el celular que la chica había escondido, ahí encontraría todo lo que necesitaba saber para llegar a una conclusión. Recorrí la superficie de la pared alumbrando con mi celular, pero la chica había hecho un buen trabajo, nada en la superficie forrada por los paneles llamaba la atención. Dirigido por mi intuición, comencé a palpar el área donde recordaba que la joven había roto el panel. -¡Ahí estaba!- Detrás de la goma espuma, un viejo celular apagado me esperaba en silencio desde hacía varios años.

Intenté encenderlo, pero como lo supuse el dispositivo no tenía batería. No debía perder la paciencia, pues todavía tenía un as bajo la manga. Respire hondo y recé por que la ficha de carga coincidiese con la de mi cargador portátil.

¡Y así fue!

En otros tiempos, cualquier experto en supervivencia hubiera considerado que la mejor herramienta para llevar en una mochila sería un cuchillo o un encendedor. Pero en mi situación nada se comparaba con el cargador portátil que había comprado a un vendedor extranjero por la calle y con un celular con linterna, por supuesto.

Extraje el cargador de mi mochila y enchufé el viejo celular en la ficha de carga. En cuestión de segundos, la pantalla verde se iluminó por completo. No alcancé a presionar el botón de inicio cuando la habitación se transformó en un escándalo: Decenas de notificaciones llegaban sin parar, la luz parpadeaba al ritmo de la vibración. Al cabo de un instante entendí el por qué. Los mensajes pertenecían a llamadas perdidas, claramente los hermanos Marsans buscaron el aparato desesperadamente después de la violenta muerte de su madre, pero nunca lo encontraron.

Sin perder más tiempo me dispuse a revisar el contenido del teléfono. Recordaba perfectamente a la chica escribiendo un mensaje de texto, así que sabía en donde tenía que buscar. Sin demasiado esfuerzo en la casilla de "no enviados" encontré un dramático mensaje que nunca llegó a destino.

...

"Papá soy yo, no sé bien en donde me tienen, pero estoy en un edificio de la ciudad!! Por favor no les des nada de lo que piden, cuando reciben la plata nos matan. Me escapé y voy a intentar salir aunque ahora me están buscando. No les des nada, es la única manera de que me mantengan viva. Los amo mucho y perdón por todo"

...

Era el único mensaje de texto que había en la carpeta. La única oportunidad de esa chica por comunicarse con su familia había fracasado rotundamente. Tal vez fuese el material aislante de las paredes o simplemente la mala suerte, pero el aparato no funcionó. Sentí una profunda angustia al pensar que tal vez ese texto hubiese cambiado las cosas. Pero era evidente que el secreto del hotel Marsans seguía muy bien guardado.

A pesar de todo, mi mente comenzó a conectar ideas, ya no tenía misterios por resolver. Cada secreto revelado encajaba perfectamente en un siniestro rompecabezas. Años de mentiras y secretos ocultos en ese pequeño rincón de la ciudad salían a la luz de una forma impactante, todo se reducía a un perverso y bien remunerado negocio.

Comprendí por qué no dejaban que nadie se hospede en el hotel, todo era una fachada para cubrir un macabro emporio de secuestros. Ahora entendía de donde provenía la fortuna de los Marsans y el encubrimiento de la muerte de su madre. Entendía por qué el alma oscura de la señora se encontraba confinada en este hotel y por qué no la dejaban en paz. Entendía la energía negativa que se respiraba en cada rincón del edificio y quienes la provocaban. Comprendía las habitaciones vacías y los paneles acústicos para acallar los gritos de ayuda y de dolor, la sangre -¡Lo entendía todo!-

Sentía el estomago revuelto ante tantas revelaciones, todos los miedos y sospechas que había cosechado durante mi estadía en el hotel ahora se habían confirmado. Muchas almas inocentes habían sido corrompidas en una ciega y desmedida ambición. La maldad y la perversión habían triunfado. Pero yo estaba allí y de mi dependía sacar la verdad a la luz.

Después de tantas idas y vueltas, había llegado la hora de irme. Guardé el celular en la mochila y salí de la habitación trece. Mi mente no paraba de atar cabos a medida que avanzaba por el pasillo hacia la puerta de la terraza. Observé la puerta de la habitación catorce y recordé la mancha de sangre en el suelo. Sentí una profunda angustia al imaginar que Máximo y León habían encontrado allí a la "Asesina" de su madre y como era de esperarse, habían logrado concretar su venganza.

Cuando llegué al final del pasillo no quise volver la vista hacia atrás. Con gran decisión introduje la llave en la cerradura y abrí la puerta. Frente a mí, una pequeña escalera me mostraba el camino hacia la salida. Por primera vez desde hacía horas me sentí revitalizado, desde ese lugar podía sentir un cambio aire y un agradable olor a tierra mojada, la libertad estaba tan cerca que podía tocarla.

El reloj de mi celular marcaba las cinco y media de la madrugada y todavía la oscuridad inundaba el cielo. No había pasado más que una noche en el hotel Marsans pero sin duda lo sentía como una eternidad. Sin perder más tiempo crucé la puerta y comencé a subir los escalones rápidamente, arriba una segunda puerta me esperaba entreabierta.

Al salir pude sentir la agradable sensación de la lluvia golpeando en mi rostro. Podía sentir como todo mi cansancio desaparecía en cuestión de segundos, toda mi frustración e impotencia se escurrían con el agua. Recorrí la terraza buscando un techo cercano para saltar, la lluvia caía sin piedad y me abrazaba en la noche más oscura que me había tocado vivir.

Ya había planeado mi ruta de huida, cuando un grito desgarrador se oyó desde lo más profundo del hotel

-¡Tenés que sacarme de acá, lo prometiste!-

Era la señora Marsans que no perdía sus esperanzas, sin embargo en mi mente todo era claro, nadie iba a demoler el hotel, todo iba a quedar así, su alma ahora pertenecía a sus víctimas para que encuentren consuelo en su sufrimiento.

En cuanto a esta historia, algo se me ocurrió mientras corría bajo la lluvia. Ni la policía ni los medios podrían entender la complejidad del asunto. Pero de algo estaba seguro, la justicia no tardaría en concretarse si la verdad llegaba a boca de todos.
Todos en la ciudad conocerían el secreto del hotel Marsans.

...

El secreto del Hotel MarsansTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang