Capítulo Seis

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Yo nunca había sentido miedo ante la verdad, siempre había ido tras ella ignorando los riesgos como un perro que corre para alcanzar una pelota. En este caso, la verdad y la idea de ponerme a salvo, tenían un camino en común. Si quería salir de ese oscuro hotel, tenía que hacerlo descubriendo su secreto.

Me dispuse a seguir explorando el lugar. Me quedaban cinco habitaciones por recorrer, antes de subir al segundo piso. Con mucho cuidado me dirigí a la habitación número cuatro, la puerta se encontraba trabada pero no cerrada con llave. Así que con ayuda de mi hombro derecho apliqué una contundente envestida que me abrió camino hacia el interior desolado de la habitación.

Apunté la linterna de mi celular hacia adentro y al igual que en la habitación número tres, no había muebles, las paredes estaban sin pintar y las ventanas selladas. El hotel no paraba de sorprenderme, los mismos resultados obtuve al abrir las puertas seis y siete, pero en la habitación número ocho encontré algo que me perturbó considerablemente. No se trataba de voces ni de fantasmas, era algo mucho más real y tangible ¡Ropa!

Conté alrededor de 4 prendas femeninas al lado de un sucio y tiznado tambor de gasoil. En el interior, también se podían vislumbrar restos incinerados de otras prendas. Aunque parezca algo inofensivo, eso significaba mi primer contacto con otra persona real dentro del hotel. Inmediatamente pensé en la teoría de que algún vagabundo había convertido esa habitación en su propio hogar, utilizando ropa vieja para calefaccionarse. Pero entonces ¿Por qué utilizaría esa habitación y no las de la planta baja con todas las comodidades?

Ciertamente no lo sabía ni tampoco quería perder más tiempo pensando en esa respuesta.

Recorrí las puertas tres, cuatro, seis, siete y ocho. Sin embargo, ignoré la puerta número cinco. Eso se debió a un profundo escalofrío que sentí cuando apoyé mi mano en el picaporte. Tal vez era mi intuición o algún factor extrasensorial, pero algo me había inquietado profundamente. Experimenté una fuerte sensación de pánico que me impidió seguir avanzando, por lo tanto decidí ignorar esa puerta y me enfoqué en explorar el resto. Pero ahora la curiosidad me atraía nuevamente hacia lo desconocido.

Con una desagradable sensación en mi estomago caminé hasta encontrarme cara a cara con el número cinco que brillaba en el centro de la puerta. Respiré hondo y giré el picaporte sin pensarlo demasiado. Escuche el "Click" de la cerradura y la puerta se abrió muy lentamente. Enfoqué la luz hacia adelante y pude notar como el sudor de mi mano corría por la superficie plástica del celular. Al inclinar mi cuerpo hacia lo desconocido, un inconfundible hedor a orina y a excremento llenó mis orificios nasales dejándome asqueado, el olor era tal que se volvió francamente insoportable.

Me resultó imposible contener las ganas de vomitar. Unas repugnantes arcadas me empujaron de rodillas al suelo y un mareo insoportable me inmovilizó. El olor rancio se había potenciado con lo que estaba apreciando ante mis ojos: Una especie de placas amarillentas y acolchonadas cubrían toda la superficie de la habitación. Tanto el techo como las paredes estaban salpicados de una sustancia oscura, posiblemente sangre o quién sabe qué. Asegurada al suelo, una robusta y oxidada cama de fierro yacía rodeada de cadenas. Centenares de recipientes de plástico descartables estaban distribuidos por todo el lugar y en uno de los rincones, un improvisado baño perdía agua por todos los grifos.

Me levanté tambaleante con la intención de salir corriendo. Pero el incesante mareo me impidió coordinar mis pasos, así que choqué contra el marco de la puerta y caí desparramado en la oscuridad del pasillo. Mientras recuperaba mi motricidad me arrastré hasta la pared opuesta a la puerta y ahí me quedé.

¿Qué fue todo eso?- Me pregunté en voz alta -¿Porqué una habitación tan macabra y repugnante estaba en un hotel de la ciudad? ¿Y con qué fin?

El secreto del Hotel MarsansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora