Capítulo nueve

45 6 0
                                    

En cuestión de segundos, todo se volvió oscuridad. Lo último que sentí fue el ardor de mis cuerdas vocales desgarrándose en un grito de pánico. Luego, un silencio sepulcral se apoderó de mi mente. En ese momento me cuestioné si aún seguía vivo, pues no podía mover mi cuerpo, el dolor de mis extremidades había desaparecido por completo y una profunda sensación de paz se había apoderado de mis músculos. Por un momento pude sentir como mi mente flotaba, solitaria, en la oscuridad del infinito. Estaba muerto no había otra explicación.

De pronto, un sonido lejano se hizo presente. Era constante y repetitivo. En mi estado de absoluta tranquilidad pude notar como aumentaba volviéndose cada vez más molesto. Tras meditar un momento, creí reconocer el origen del ruido, parecía provenir de dos objetos rozándose entre sí, posiblemente sogas. La sensación de paz que me rodeaba logró romperse por completo. El hecho de pensar en este sonido me había despojado de la extraña sensación de estar flotando en el aire, aunque no podía ver nada, sentía de nuevo mi cuerpo y me tranquilizó la idea de sentirme vivo otra vez.

Poco a poco mis sentidos fueron recuperando su plenitud y por fin pude sentir mis extremidades. El sonido se oía muy cercano, sentí que al estirar mis brazos podría dar con la fuente del mismo. La oscuridad se transformó en luz cuando pude abrir mis ojos. Un resplandor intenso se apoderó de mi visión y casi me dejó ciego. En una primera impresión pude ver que había alguien más en la habitación, traté de mejorar mi percepción refregándome los ojos, pero todavía me encontraba encandilado. Al cabo de unos segundos una silueta tomó forma frente a mi, tenía aspecto humano y parecía estar maniatado. Cuando recuperé la totalidad de mi visión sentí una repulsiva sensación de horror en mi estomago.

-¡Es una chica!- Pensé sorprendido.

No tenía más de veinte años y estaba atada a una silla luchando por liberarse. No se trataba de cualquier silla, era precisamente la misma silla metálica que estaba ubicada en el centro de la habitación trece. Eso significaba que yo no me había ido a ningún lado. Todavía seguía tirado en esa asquerosa habitación, solo que ahora no estaba solo. Traté de buscar una explicación racional acerca de lo que me había sucedido, pero no pude. Lo último que recordaba eran esas terroríficas siluetas oscuras que me habían dejado inconsciente y ahora me encontraba allí observando una chica mal alimentada, cubierta de heridas, peleando con sus ataduras. ¡Nada tenía sentido!

La habitación era la misma, de eso no tenía dudas. Sin embargo ciertas diferencias llamaron mi atención inmediatamente. Una lámpara amarillenta alimentada por corriente eléctrica alumbraba la totalidad del recinto. No generaba una gran iluminación pero era totalmente diferente a la oscuridad que me rodeaba inicialmente. Debajo de la joven, una enorme mancha de sangre fresca resaltaba en el gris pálido del suelo. Y finalmente, la mayor incoherencia de todas, ahora una persona ocupaba la silla que antes estaba vacía.
Lentamente me puse de pie y me desplacé hacia mi izquierda intentando no pisar la sangre. Parecía que la chica no había notado mi presencia, por lo tanto me dispuse a hablarle.

-¡Hola! ¿Estás bien?- Le dije con voz dubitativa esperando alguna una respuesta, pero ella nunca contestó.

-¡Hola! ¿Me escuchas?- Repetí con una voz más firme y resonante. Sin embargo, tampoco obtuve respuesta.

Me acerqué en puntas de pie intentando pisar lo menos posible ese asqueroso y horrible charco. Y con un tono amigable para intentar vencer su desconfianza le dije -¡No te preocupes! Voy a intentar ayudarte con esas cosas-

Estiré cuidadosamente la mano para quitarle la mordaza de la boca. Me aseguré de ser cuidadoso con mis movimientos, pues no quería asustarla. Sin embargo fui yo quien se topó con el susto más grande de su vida. Lo que sucedió a continuación me dejó perplejo. Mi mano traspasó su cuerpo como si se tratase de un holograma, en mi tacto no sentí absolutamente nada. Era como si frente a mi no hubiese otra cosa más que aire. Comencé a dar manotazos desesperados para intentar sentir su rostro, pero mis manos pasaron a través de su cráneo como si se tratase de humo.

El secreto del Hotel MarsansHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin