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Capítulo 3: Los cinco sentidos.

— Oye, tú.

Mi cuerpo se paraliza. Y con ello, mi loba deja de chillar, y empieza a gruñir. Si, loca y bipolar me tocó.

Trato de calmarme, y me volteo de manera tranquila.

— ¿Si?

Se me queda viendo, mientras frunce el ceño.

No me atrevo a mirar a mi mate, así que me concentro más en el chico que me habló.

Ojos marrones y algo rasgados; tiene un cabello muy bonito, y de color miel. Lo que más llama la atención son sus aretes negros [Multimedia]. Este me mira con detenimiento, y mis alarmas se prenden cuando mira a mi mate con los ojos bien abiertos, como si se hubiera dado cuenta de algo importante.

No me digas que lo descubrió...

No me muevo de mi lugar, solo observo. Murmuran cosas que, para mi sorpresa, no logro escuchar.

Me muerdo la lengua para no soltar preguntas sobre aquello.

De nuevo me miran, y yo solo soy capaz de encogerme.

Analizo todo, y cuento a cuatro personas en aquella mesa, pero en estos momentos no soy capaz de observar con detalle a cada uno.

— Yo...— Me hago la rara, como si no supiera ni sospechara nada de lo que hacen.— Me tengo que ir, tengo que pedir algo de comer.— Y sin dejarles hablar, me voy.

Compro los alimentos lo más rápido que puedo, y me llevo a los niños a la velocidad de la Luz.

Por suerte, ellos no preguntan nada.

Al llegar a casa, los mando al comedor, y empiezan a comer de manera tranquila. Pero yo... yo no soy capaz de controlarme.

Estoy abrumada, con el corazón a toda potencia y tengo de nuevo ese calor en mi vientre.

No me conviene acercarme, ya que cada vez que lo hago, sucede esto.

Soy capaz de hacer todo por mi misma, y no necesito de nadie. Además, me aterra la idea de conocerlo. Él no es para mi...

O al menos eso me repito cada vez que recuerdo la primera vez que lo vi.

***

Los lunes son los peores. Empieza la semana, te levantas temprano, y sales tarde.

Ley de vida.

Me cambio, despierto a los monos y rápidamente hago el desayuno, para después servirlos en platos y llamarlos.

En ese tiempo de espera, miró mi mano. Aún se encuentra ese anillo feo. Se me había olvidado cambiármelo por el collar. Además, me da un poco de pendiente, ya que si me llegó a convertir en loba, este se hace añicos. En cambio, el collar se adapta a mi cuello.

Cuando mis bebés llegan, les pido que coman rápido, y después salimos a toda prisa.

Fui a dejar a mis niños a la escuela primaria, y pronto corrí hacia la mía. Llegaba tarde, pero aun así me atreví a entrar a la escuela y tocar la puerta de mi clase.

La maestra me regañó, pero solo por mis buenas calificaciones me dejó entrar.

Al instante, ese olor llegó a mí. Un fuerte dolor se instaló en mi pecho, pues estaba impidiéndole a mi loba un simple roce.

<< ¡Déjame ir por tu mate! ¡Por favor! ¡Alissa! ¡Déjame ir! >> Rogaba sin parar ella, pero yo solo la ignore y caminé de manera lenta hacia mi lugar.

Afortunadamente estaba del otro lado del salón.

Estaba algo confundida, y los gritos de mi loba no ayudaban. No sabía que hacer, es decir, mi mate está en el mismo salón que yo, ¿Cómo? Quien sabe.

Siempre que llego tarde, pasa algo importante.

Trato de respirar hondo, y empiezo a mover mi pie de manera inquieta. Miro a todos lados, menos a dónde está él.

Muchos me miran raro, entre ellos noto la mirada de Cameron y Camila. Mis únicos amigos.

Todo empeoró cuando tuve que encajarme las uñas en los brazos, y cerré mis ojos con mucha fuerza.

Me era imposible aguantar más, así que sin poder evitarlo, agarré mi mochila y salí del salón.

No me importaron los llamados de mi maestra, solo quería salir de ahí.

Corrí a toda potencia hacia el baño, y en cuanto entré, corrí a un cubículo y me encerré, sentándome en la tapa del inodoro.

Me hice bolita y empecé a jalarme las greñas, con desesperación.

— Keyla... por favor, para...— Lloriquee.

<< ¡No! ¡Él estaba tan cerca! ¡No lo perderé! ¡Logan me está buscando!>>

— Lo lamento... no puedes conocer al lobo de él. Lo siento... no quiero... tengo miedo...—

<< No... yo lo lamento, Alissa...>>

— ¿Q-Qué? ¿A qué te...?— Paro de hablar cuando siento que la cabeza me va a explotar.

Siento como la sangre empieza a calentarse. Miro mis uñas, las cuales poco a poco empiezan a hacerse largas.

Mi vista se pone borrosa, y mi cuerpo pronto cae al suelo.

Entonces, entiendo todo. Ella quiere controlar mis movimientos... ella quiere que me transforme en contra de mi voluntad.

— Keyla... P-Por favor... duele...

<< Iré por mi mate...  ¡Mi alma gemela! ¡Él sufre! ¡Quiero tocarlo! ¡Quiero que nos marque!>>

Con el dolor en mis músculos, me convierto en loba. Entro en pánico al sentir que el anillo con el hechizo se rompe en mil pedacitos.

No obstante, sé que estoy lo suficientemente lejos para que mi mate no se dé cuenta.

Mi loba aún no tiene el control absoluto, así que trato de no moverme. Eso provoca que Keyla se enfurezca.

Ella empieza a lanzarse por todas partes, destruyendo por completo el lugar.

Entonces, un mal golpe en mi cabeza hace que las dos quedemos aturdidas, y soy capas de sentir la sangre correr en mi pelaje.

Después de eso, todo se vuelve negro.

La loba de la manadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora