12

1.7K 129 3
                                    

Capítulo 12: Deseos oscuros

Dos semanas. Han pasado dos semanas desde que estoy aquí, y sigo haciendo lo mismo. Desayuno, me paseo por la casa, Leo o veo tele, vuelvo a comer, me pongo a platicar con las mujeres que me traen ropa y por último duermo. ¿Saben lo raro que se siente no trabajar y tener tiempo para dormir? Incluso puedo decir que ya he ganado el peso que tanto anhelaba desde ya hacía años.

Debo admitir que siempre he sido Flaca por diversas situaciones, pero como estoy ahora... no tiene comparación. Es cierto que es mi culpa, pues nunca comía a mis horas, y si tenía poco dinero lo aprovechaba en mis niños. No obstante, me alegra pensar que a ellos no les hace falta comida, ni ropa.

— Vamos, déjenme ir.— Ruego a las mujeres, pero ellas parecen querer ignorarme, para así seguir acomodando mis cosas.

Mis comisuras decaen y mi barbilla empieza a temblar. De manera inmediata mis ojos se empañan y empiezo a sollozar. De manera casi instantánea las tres mujeres me regresan a ver con los ojos como platos, y se me acercan de manera rápida.

Vamos, para.. estas haciendo el ridiculo...

— ¡Oh! ¡No llore por favor!

— ¡paré!

— ¿Tiene hambre? ¡Pediremos lo que desee!— Insisten con una cara de preocupación, pero eso causa que mis sollozos se hagan más fuertes.

No se nada de mis nenes, y no quiero pensar lo peor porque sé perfectamente que los cuatro están con unos hermanos millonarios, pero los pensamientos me traicionan y...

— ¡Por favor! Llévenme con mis bebés.— Ruego, y pronto me pongo de rodillas.— Por favor, por favor, por favor...

Sabía que aparte de quedar en ridiculo, estaba perdiendo mi dignidad, pero como siempre me he dicho: haré todo por Gael, Nicole, Kevin y Kelly.

Iba a seguir llorando, cuando siento un hueco en el estómago, y una electricidad recorre mi cuerpo. Mi corazón se acelera y el aire abandona mis pulmones.

— Déjenos solos.

Él estaba aquí. Mi lado de loba se volvía loca, pero pude contenerlo. Es raro sentir esto cada vez que estamos cerca...

<<Ya te lo dije, eso se irá cuando ustedes tengan...>>

No puedo imaginármelo, pero es algo llamativo ponerme a pensar en cómo sería si nos tocáramos...

¡Ratas! ¡¿Cómo es que pude pensar eso?! Espero no haberme sonrojado.

El silencio reinó el cuarto, ya que de forma milagrosa mis sollozos pararon con totalidad. No tuve el valor para verlo a los ojos, nunca la tengo.

Y fue entonces cuando habló.

— Últimamente te he investigado.— Abro los ojos como platos, y el nerviosismo se apodera de mí.— Sin padres, ni hermanos, ni hijos, porque los cachorros que tienes, no son tuyos. Estoy pensando en muchas posibilidades, cariño, pero son escasas, y por más que quiera confiar en ti, mi mate, no puedo. Mi estatus me impide ser tan ingenuo.

Me quedo paralizada, y pronto toda la timidez abandona mi cuerpo.

Él quiere saber más acerca de mí, y de mis cachorros.

Me pongo seria, y un disgusto se instala en mi estómago cuando se lo que tengo que decir. No obstante, prosigo con mi actitud.

— No.

El chico aprieta la mandíbula, y agacha la cabeza. Escucho una maldicion, y cuando me regresa a ver, las ganas de lamerle su ceño fruncido llegan a mi.

Obviamente no lo hago.

Su mirada refleja su reproche, la molestia y sobre todo su tristeza. ¿Pero para que decirle? No confío en él. Es mi mate, y la atracción es inevitable, más no quiero compartir información que, en un futuro, podría estar en mi contra.

Y ahí va mi pensamiento, el de todos los días: antes muerta que poner en peligro a mis bebés.

Espero gritos, que rompa cosas, e incluso que me golpee, tal y como solían hacerlo en mi niñez, pero el silencio reinó por mucho tiempo. No habían movimientos bruscos. No habían puños cerrados. No habían gritos.

Sus ojos penetraban los míos, pero me mantenía firme.

Para mi sorpresa, mi loba no intervino. No empezó a gritarme comía siempre suele hacerlo cuando mi mate esta cerca. Estaría preocupada si en estos mismos instantes no estuviera siendo observada.

Me puse alerta cuando levanto su mano de manera lenta, en dirección a mi rostro. Cerré los ojos con fuerza, pero solo sentí un calor satisfactorio en mi mejilla. Inconscientemente incline mi cabeza en dirección a su mano, para así sentir más aquel calor que, a mi pesar, es horriblemente cariñoso. El frío llega a mi cuando dejo de sentirla. Pero no abro los ojos.

Y es entonces cuando la puerta se cierra con lentitud, y el seguro resuena entre este silencio tan ensordecedor.

Si hice lo correcto, ¿Por qué siento este dolor en mi pecho? Y, ¿Por qué rayos sigo pensando en lamer cada parte de su cuerpo?

Me limpio las lágrimas que sin permiso salieron a la luz. Sorbo mi nariz y me tiro en la cama, con la vista pegada en el techo.

¿Soy mala por desear el bien de mis cachorros?

Cada vez que estoy cerca de él, me vuelvo loca. Duele tenerle miedo, duele esta atracción, duele no poder tocarlo, duele no poder amarlo como al parecer él me ama.

Pero... ¿Será en serio eso? ¿Me ama? Me dijo "Cariño", ¿Acaso es mentira? ¿Sus palabras son vacías?

Trato de calmarme, pensando en mis niños. Posiblemente hoy estén en el campamento de la escuela. ¿Me extrañarán tanto como yo lo hago? Oh no... Kelly debe estar histérica, y Nicole... oh mi bebé, debe estar aterrada por su primer campamento. No estuve ahí para desearle suerte. Posiblemente Kevin esté al mando ahora, y Gael estaría siguiendo cada paso. ¡Diosa Matb! ¿Por qué me hiciste eso? ¿Por qué él?

¿Por qué Nathaniel Campbell?

La loba de la manadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora