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Capítulo 9: Una chica normal

Todo mi plan... tirado a la basura en menos de un día.

Hace rato que los gemelos se habían ido, pero mi estado mental era el mismo. En shock. Esta en verdadero Shock, mirando directamente una botella de vodka que me habían regalado en uno de mis trabajos por ganar una apuesta de deportes.

A decir verdad, yo no me considero una persona alcohólica. Es más, diría que soy una chica normal de dieciséis que no toma, ni fuma, ni se droga. No obstante, claro que lo he probado. Fue una broma de mis compañeros de trabajo, pero aun así no me había parecido desagradable.

Miro con detenimiento su etiqueta.

Como el trato con Keyla no iba a servir, estaba segura de que ya no aceptaría un no por respuesta.

— Keyla...— Murmuro con la mano en mi frente.

La sentía. Ella sufría. Pero yo también... cada vez que pensaba en encontrarme con mi mate, un asesino.

Me hacía recordar mi pasado, en el cual siempre me vi rodeada por personas malas. Siempre lo supe, pero fui demasiado tímida como para decir algo.

Estaba a nada de tocar el vodka para abrirlo, cuando una voz me detiene.

— ¿Alissa?— Era Nicole, tenía los ojos llorosos.— ¡Alissa!— Corre hacia mí, y se lanza a mis brazos.

— ¿Nico? ¿Qué pasó? ¿Te lastimaste?— Pregunté alarmada.

Empezó a llorar, y yo solo fui capaz de abrasarla para consolarla. La levante y la senté en mi pierna. Era de madrugada, así que se me hizo raro que se encontrara fuera de su cama.

— S-Soñé que nos abandonabas... que devolvías a Kevin y a Kelly al orfanato, a Gael lo dejabas de nuevo en la calle y a mi... a mí...— Se vuelve a soltar a llorar. Me es imposible no sentir esa presión en mi pecho con tan solo recordarlo. Mis ojos se humedecen, pero me contengo.— A mí me devolvías con papi...

— Sh... ya, solo fue una pesadilla.— Le beso la frente.— Jamás pasará eso. Créeme.

Nunca jamás. Antes muerta.

***

— ¿Qué? ¿P-Por qué?— Pregunté desconcertada.

— Ya no nos está llendo bien... lo siento, Alissa. Eras una buena trabajadora, y sé que ocupas el dinero.— La dueña me mira muy triste.

Al parecer en la cafetería en la que trabajaba, no se estaba manteniendo del todo. Ahora cerrarían el lugar, y me estaba dando el último pago.

La dueña del local es una mujer muy bondadosa, se llama Milly. Es todo lo contrario con la gerente, Camila.

Salgo de su despacho con los hombros caídos, y miro como Camila está quitando sus cosas de la que era su oficina.

Que triste.

Ahora me pregunto yo, ¿Cómo le haré para conseguirme otro trabajo? Y todo se complicaba al pensar en el anuncio del trabajo para una tienda de ropa. Les había llamado con todas las intensiones, pero al parecer ya habían contratado a alguien más...

No me iba a alcanzar para nada. Posiblemente con el dinero que tengo ahorrado, sobreviviría unos tres meses.

Salgo del local con un suspiro, y el frío me golpea. Miro a mis alrededores, donde las personas pasan con una alegría que no son capaces de contagiarme.

Camino por estas frías calles, y llego al súper Mercado en donde solía trabajar.

Si, solía. Porque hubo un recorte de empleados, y ahora no tengo nada.

La loba de la manadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora