Inesperadas vacaciones I

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POV: Harry Potter

Hacía mucho que me había resignado a tener que regresar a aquel inmundo lugar al que tenía como "hogar", el repugnante orfanato muggle en el que había sido abandonado tras la muerte/asesinato de mis padres. Aunque hubiera comentado alguna vez la posibilidad de quedarme en alguna de mis propiedades era imposible, sabía que los muggles me despreciaban, pero también era consciente de que no sería buena reputación para el centro que me abandonasen sin más.

Había pensando en demasiadas ocasiones buscar a los responsables de mi estancia en aquella institución, por lo que cuando no tenía nada mejor que hacer me recreaba con la idea de encontrar a los que hubieran sido mis anteriores tutores y torturarlos hasta la muerte por lo que me habían obligado a soportar con su abandono durante mi más tierna infancia, pero no merecía la pena comenzar esa vendetta cuando tendría que seguir asistiendo cada maldito verano a ese lugar.

Estaba decidido, cada vez con más fuerza, cobraría mi venganza contra el mundo cuando finalmente hubiera cumplido la mayoría de edad y tuviera un considerable poder e influencia sobre la sociedad mágica, de ese modo nadie podría reprocharme que hiciera lo que se me antojase y saldría impune.

A veces intentaba imaginarme a mí mismo con una vida familiar normal. Si hubiera sido por mis padres, seguramente yo hubiera recibido mucho cariño, pero no me gustaba del todo la idea viendo que ellos eran fervientes seguidores de la luz y no podría haber desarrollado mi magia oscura nunca, lo cual podría haber causado que me volviese un mago mediocre por no potenciar mis poderes.

Sabía además que mi predisposición hacia la magia negra no hubiera cambiado porque era parte de mi núcleo mágico y eso me habría traído problemas con magos de la luz. Además, por mucho que lo pensase yo no podría hacer nada para remediar las muertes de mis progenitores, ellos habían sido los que habían decidido morir de ese modo, podrían haber huido a otro país o no ser tan activos en la guerra.

Ellos habían tomado su propia elección y se merecían mi respeto por su valentía, pero no había nada más. No sentía dolor por sus muertes, no quería conocerles, no me interesaba conocer los motivos por los que eran tan devotos a la luz ni nada relacionado con ellos.

Mis padres estaban muertos y hacerse preguntas a las cuales ellos no podrían responder o crear mundo paralelos en mi mente donde imaginaba lo felices que podríamos haber sido sólo significaría una pérdida de mi valioso tiempo y no estaba para estúpidos juegos.

Retomando mis pensamientos hacia la venganza yo era consciente de que solo la conseguiría con el tiempo y, cuando nadie se lo esperase, desataría toda mi furia contra los muggles, porque me resultaba imposible odiar a los magos por defender sus ideales y las diferentes variedades de la magia.

Era incapaz de contener la mueca de hastío que se encontraba permanentemente pintada en mi rostro por darle vueltas al asunto, aún sabiendo lo irascible que me encontraba a esas alturas. Ni siquiera las bromas y las peleas entre mis familiares y Edith me sacaban de mis pensamientos o de mi mal humor.

Me apoyé en el cristal de la ventana mientras observaba el desdibujado paisaje por la velocidad que llevaba el tren deseando que se prolongase lo máximo posible. Llevábamos casi una hora de viaje y seguía sin tener ánimos nada más que para maldecir a cualquiera que se atreviese a hablarme y, aunque no había comenzado apenas las prácticas con la magia negra, conocía un par de maldiciones lacerantes que me gustaría probar si alguien me interrumpía.

De fondo escuchaba las civilizadas, y algo animadas, conversaciones entre mis aliados. Tenía que admitir en mi interior que pensé que se iban a llevar como el perro y el gato por el resto de sus vidas, pero, sorprendentemente, habían alcanzado un grado de cordialidad en sus pláticas y de vez en cuando incluso bromeaban entre los dos chicos y la única fémina del grupo.

De Luz y Oscuridad. [Leer la nota Final Primero]Where stories live. Discover now