II. Capítulo 8

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II. Capítulo 8

Isla Victoria

Totalmente renovados, inmersos en la belleza y calma de la Isla, se permitieron un reinicio en sus vidas para dedicarse a las actividades de las que hablaron entusiasmados la noche anterior. Hasta no contar con alguna novedad de Juan, no podían ni siquiera pensar en irse a Villa la Angostura. No les quedó otra opción más que relajarse, y dejar en paz a quien más lo necesitaba. Melisa siguió durmiendo incluso pasado el mediodía.

Por parte de Luciano nació la idea de irse a trotar ni bien terminaron de almorzar y Camila lo siguió. Su día no había sido lo suficientemente ajetreado que para colmo su intimidad fue afectada por la presencia de Daniela. Ya que ninguno quería molestar a Melisa, los tres se vieron obligados a compartir el cuarto. Lucas y Diego se pasaron la noche hablando, yéndose a dormir casi al amanecer de lo tanto que tenían para ponerse al día. Tenían muchas ideas y expectativas respecto a la investigación que tanto ansiaron hacer en conjunto con Melisa, pero pasaron las horas y ella seguía sin levantarse. Para matar el tiempo, Rubén le sugirió a su hijo que llevara a Diego en una excursión por la Isla.

Eventualmente Daniela se cansó de estar tirada en el sillón y salió a caminar sola. Maite fue la primera que ni bien salió el Sol, se fue en busca del mejor lugar en la Isla cerca de la antena para tener buena conexión y dedicarse a lo suyo, ponerse en contacto con Juan.

Sólo Rubén se quedó en la cabaña lavando los platos como excusa para estar ahí cuando Melisa se levantara. Así fue que cuando escuchó sus pasos en la escalera, fingió estar por salir.

- ¡Ey, ey!- soltó ofendida al verlo- Si al que madruga Dios lo ayuda, a mí no me tiene en cuenta ni de reojo. ¿Por qué no me despertaron?

Con una risa, Rubén se acercó a ella para darle un abrazo. Ella entendió con eso, que no necesitaba preguntar. Un plato de comida la esperaba en la mesa, y él le hizo compañía mientras lo disfrutaba. Sabían exactamente todo lo que necesitaba, incluso cuando ella misma se había olvidado de algo tan simple como comer.

- Había hambre veo...- comentó al verla atragantarse y tomar agua riendo.

- No sé ni de qué es esta ensalada... ¿eso es remolacha? No sé, no interesa, comida es comida.

- Largalo, dale- soltó Rubén dejándola confundida- ¿No me vas a preguntar en dónde están todos? Lo que necesites, decime.

Melisa esperó a terminar de tragar el último bocado, para luego hacer a un lado su plato, y poder contestarle.

- Alguno se fue a correr porque faltan las botellas que ayer había visto en la mesada, eran cinco, quedaron dos... supongo que Lucas es uno, después de tanto tiempo acá solo debió crearse hábitos, y considerando lo bien que se lleva con Diego, él debió seguirlo. Mi duda es la tercera botella, porque que yo sepa Cami... bueno deben haber salido a caminar, y por las dudas llevaron una botella para hidratarse, Lucho es el que siempre insiste con la buena hidratación. ¿Y Maite? ¿Durmió con vos pero ahora te dejó solo?

- Ya entiendo por qué ni preguntaste- comentó entre risas- ¿Lo último cómo lo notaste? Eso sí ya es demasiado, me preocupa... ¿qué me delató?

- Ay, qué asco...- Melisa riendo se cubrió la cara- Al amanecer me levanté porque quise asegurarme que todos estuvieran bien. Escuché que Daniela roncaba como la mejor y vi cómo Cami y Lucho dormían abrazados tapándose los oídos, fue muy gracioso. Abajo dormían Lucas y Diego, por lo que supuse que en la última estarían vos y Maite, pero no se me antojaba deducir haciendo qué, por Dios...

- ¡Ya basta de nombrarlo, a Dios en esto no!- soltó avergonzado entre risas- No apareció hasta ahora, dejá de llamarlo...

- ¿A quién no tienen que llamar?- entró Maite sonriendo al sentir sus buenas vibras- Si hablan de Juan sigo sin poder contactarlo, pero tranquila Meli que lo estoy intentando sin parar.

PerspicazWhere stories live. Discover now