Motivos

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Con un nudo en la garganta, Sasuke miró a Naruto de soslayo. Lucia calmado y hasta cierto punto tranquilo mientras él era un manojo de nervios que no sabía que creer o pensar, algo lógico, no podía culparlo, pero tampoco podía pedirle que le entendiera de la noche a la mañana. Lo amaba, eso era un hecho, y pese haberle dicho que le creía aun tenía mil dudas, mil preguntas en la cabeza que solo rondaban de un lado a otro comenzando a atormentarlo. Eran como cientos de abejas cabreadas que hacían mella en su pobre cabeza.

Volvió a mirar por la ventana intentando no pensar en nada, desgraciadamente aquellas escenas se repetían una y otra vez como película vieja.

—Sé que es difícil de creerlo ttebayo —su mano se paseó por sus rubios cabellos, desordenándolos—, pero te digo la verdad. Ni siquiera yo mismo sé como paso. Hace un año era un anciano, hace seis meses lo seguía siendo, pero el día que yo considere el último, observe la luna desde mi lecho de muerte, arrepintiéndome de todos y cada uno de mis errores. Cerré los ojos con miedo, creyendo firmemente que no volvería a despertar, que ya no vería nuevamente la luz del sol —lo tomó suavemente de la carita, viendo fijamente los ojos ónix del doncel—. A la mañana siguiente tenía esta apariencia… ochenta años menos.

—Estas tratando de decirme que de un día para otro eras ochenta años más joven, ¿es eso? —Con miedo, Naruto asintió levemente, viendo la incredulidad reflejada en los ojos de Sasuke—. Entonces, ¿debo suponer que las mujeres que mencionó Iruka-san, son parte de esa vida?

—Sí, sé que es difícil de creer, pero te digo la verdad.

Suspiró, al final le había dicho que le creía y por muy extraña y bizarra que fuera la explicación, no había mentido. Sopesó la idea de estarse volviendo loco, incluso de estar soñando. ¿Por qué rayos le creía a Naruto esa clase de patraña? Entonces pensó en la famosa frase de que el amor te atonta —por no decirlo de una forma más grosera—. Demasiado cierta, al menos en su caso aplicaba de maravilla porque ni siquiera tenía intenciones de dudar de aquel varón que le sonreía con nerviosismo.

Estaba tan distraído que no notó el momento en que llegaron a su casa. Tan solo escuchó cuando Mikoto bajó del coche dándoles un poco de privacidad, agradeciéndole silenciosamente con un sutil movimiento de cabeza. Su corazón se aceleró de la nada, y en cuestión de segundos sentimientos positivos y negativos se arremolinaron en su cabeza. Necesitaba un apapacho, pero temía pedírselo a Naruto, porque en el momento en que sus manos lo tocaran con aquel cariño y necesidad, sabría que caería rendido ante él.

—¿Sasuke… te encuentras bien? —Naruto tomó la manita de su novio, llamando su atención—. Luces disperso.

—Lo estoy —contempló esos preciosos zafiros—. Solo… dame tiempo… ¿de acuerdo?

—Todo el que quieras ttebayo.

No intentó abrazarlo ni besarlo. Apretó su mano con fuerza en espera de una señal positiva, una que lo alentara a realizar un contacto más intimo y cariñoso con Sasuke, pero aquel lindo doncel, se limitó a evadir su penetrante mirada, pasar saliva con dificultad y salir del coche, murmurando una escueta despedida que apenas y fue capaz de escuchar.

Sentirse decepcionado no aplicaba en esta situación. Naruto sabía la complejidad del asunto, lo fantasioso de sus palabras y lo confundido e incrédulo que debía estar Sasuke. Intentó ponerse en su lugar y el resultado fue caótico, se conocía a la perfección, así que lo más probable es que hubiera armado un alboroto comenzando a despotricar incoherencias contra su novio, evidentemente él jamás se tragaría ese “cuento”, y acto seguido: terminaría con esa relación sin importar cuánto amor le tenga.

Deseo... amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora