RECORDÉ.

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En aquellos días tan oscuros no quería estar solo. Sabía que era peligroso el que me llegara a encontrar a solas con mi mente porque esta podría traerme cosas puntiagudas y dolorosas. Por ende, quedé en salir con unos amigos.

El sector histórico de la ciudad era bastante agradable, sobre todo en la noche, cuando la brisa cansada de ambular descansaba en los callejones y acompañaba a los solitarios faroles que trataban de dar luz moribunda.

Traté de persuadir a mi mente incitándola a que se concentrara en los shows musicales, en los malabares de los artistas o en las obras de arte de los nómadas modernos que visitaban la ciudad.

Pero no fue posible.

De un momento a otro sentí que mis fuerzas menguaban mientras una sombra negra se metía por todo mi ser, colocando en mi mente muchas imágenes que me causaban malestar. Me desplomé ante la carencia de voluntad y me ahogué en el mar de la melancolía, de la tristeza de no tenerla.

Me senté en un prado y aprovechando la soledad que me brindaba aquel lugar seguí lastimándome como fiel masoquista.

Pensé en ella y lo mucho que me hacía falta.

Recordé sus ojos ámbar y sentía que moría.

Sentí por un momento que tocaba su cuerpo. Esa perfecta imperfección que había adquirido en carne y que era tan bello y tan basto como las olas del mar.

Escuché su risa. Joder, el color de su risa era algo inefable. Se podía comparar a la sensación de ver un atardecer después de un día pesado. Se escuchaba a cielo, a confort, a vida.

Pensé en sus enojos silenciosos, en su gusto a las margaritas, a la limpieza ortográfica, a lo desconocido, a lo abstracto, a lo tierno pero duro a la vez, pensé en su vida y en la mía, y como el hecho de que nunca nos encontraríamos me martirizaba.

Aunque nunca la toqué pude sentir su piel rosar cuando me decía que me quería, aunque nunca la besé, imaginé sus labios resecos pero dulces como la miel llevándome a lo profundo. Aunque nunca la miré fijamente, lo imagine haciéndolo mientras yo jugaba a unir los lindos lunares de su cara. Aunque nunca acaricié su cabello, me imagine haciéndolo. Aunque ... nunca, tal vez nunca la vea cara a cara, sabré que fue, es y será, alguien muy importante para mí.


Te recordaré cariño.

Cuando lea un buen libro, cuando vea las estrellas o cuando sienta mi corazón latir.

Te escribiré cariño. Así, con ilusión.

Y encargare mis escritos al aire, para que este los custodie.

Dedicaré mil poemas en tu memoria aun sabiendo que nunca los leerás.

Te maldeciré como de costumbre para liberarme de vez en cuando.

Y sobre todo... te sentiré, perdida entre miles de coordenadas que se funden en una sola cuando te recuerdo.

Comprenderé la absurda razón de tu partida y me sentiré en calma sabiendo que nunca valiste la pena.

Que todo pasa, todo cambia, y que sobreviví a tus besos.

Sabré que soy un sobreviviente de tus delirios y sosiegos mientras me siento orgulloso de ello.

Pensamientos de un sobreviviente es lo que soy, y por ende mi mente te despide deseando nunca más verte, pero deseándote todo lo justo que te mereces.

Ten una buena vida, cariño.


Para el amor que nunca tuve, pero me marcó para siempre.



13  de septiembre de 2017 (aproximadamente porque ya ni me acuerdo)

Pensamientos De Un Sobreviviente ® [ Poemario ]Where stories live. Discover now