Capitulo 23: Esto es guerra

604 81 8
                                    


Los días aquí pasaban y todo seguía igual. Francisco estaba decidido a transformarme en un vampiro bien preparado, que según él es por mi propio bien.

Me parecía increíble que el sea el líder, porque se veía no mucho mayor que yo. Pero claro, así somos todos, nuestra belleza se realza al convertirnos. Él tiene cabello rubio ondulado y unos ojos celestes que sacan de quicio a cualquiera. Es como si fueran a saltar encima de uno cada vez que te miran, aunque eso lo hace más guapo.

Alguien irrumpió mis pensamientos tocando la puerta de mi cuarto.

—Te espera en su despacho —dijo uno de los matoncitos de Francisco en lo que me hacía un gesto para que lo siga. A falta de opciones, lo seguí.

Su despacho se encontraba tan solo a sos pisos arriba de mi cuarto, por lo que llegamos rápido. La puerta era doble y de madera, las paderes eran grises con algunos cuadros, tenia sillones rojos y un gran vampiro de cada lado de su escritorio.

—Es raro que no estes chillando —dijo francisco con una gran y estúpida sonrisa escabullendose de sus labios.

—Si bueno, estoy muy ocupada. Así que si pudieras ir al punto rápido —me quejé.

—Claro que no estas ocupada, tu protectora hace el trabajo sucio por ti.

—Idiota —las palabras literalmente se esfumaron solas. No era correcto hablarle así, pero a veces escapaba de mi control.

—¿Qué te hace creer que puedes llamarme así y salir ilesa? —la tranquilidad de su voz ocultaba un gran ataque detrás. Así es como atacaba, haciendo sentir a su presa a salvo para después sorprenderlo —Dejenme a solas con esta mocosa —mientras hablaba no dejaba de mirarme fijo. Ellos asintieron inmediatamente y se fueron.

—Lo que piensas hacer, hazlo de una vez — dije rápido y sin respirar.

Se que debía castigarme, o algo.

Francisco me dio la espalda y abrió uno de los cajones de su escritorio, no pude ver que era pero tomo algo de ahí. No me cabe duda de que es para que la próxima vez  lo piense  dos veces antes de contestarle indevidamente o desacatar sus órdenes, o tal vez para asesinarme aquí mismo.

—Tranquila puedes dejar de temblar, esta vez no te haré nada. Se que eres nueva y es duro, pero tienes que saber que estoy de tu lado. Y no desepciono a los míos.

—No me gusta la idea de ser una asesina.

—¿Así es como nos ves? Creo que te hemos dado la impresión equivocada.

¿En serio? Tiene que ser un chiste.

—Tú y toda tu gente matan a todos los que no estén de acuerdo con ustedes.

—Eso no es así, créeme. La gente que matamos hizo cosas muy malas ¿Acaso alguna vez pensaste en ello? De todos modos eso puede cambiar, si me das una oportunidad de demostrartelo.

—¿De qué hablas? —lo que el decía no tenia mucho sentido —Muchos niños perdieron a toda su familia por los ataques. Vieron morir a sus padres.

—¿Recuerdas la primera vez que saliste a combate? Tú no me viste ahí pero yo si a ti, cada paso que dabas yo los observaba. Lo que quiero que sepas es porque tuvieron que morir los que atacamos ese día. Los niños que se supone que son sus hijos, no lo son, ellos los habían robado a una familia de lobos.

—¿Para que querrían vampiros adoptar a unos lobizones? —volví a preguntar con mi temperamento tan curioso.

—Algunos de esos niños debían ser futuros alfas, sus padres acudieron a nosotros para que ayudemos en su rescate. No lo hacemos por la inmensa bondad de nuestros corazones —el sarcasmo fue fácil de notar—, ellos nos deberían un favor, su manada estaría en deuda con nuestro clan. Y así pequeña, pasa con muchos otros — suspiró—. Hay rumores sabes, de que tu hermano prepara un ejercito para invadir mis tierras —sonrió cínicamente dando unos pasos hacia mi—, sería una pena que eso pase.

VictoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora