Diecisiete;

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– ¿Están seguros de que lo pueden manejar? — preguntó la madre de Tom a los esposos que tenía en frente suyo.

– No se preocupe, señora Ridgewell, Tord asegura que ambos se van a divertir mucho, ya saben cómo son los niños. — dijo con seguridad el polaco.

– Están viendo algo en la televisión — dijo Paul — voy a ver.

– Bien, gracias. ¡Nos vemos! — se despidió la mujer.

Paul y Patryck entraron en su casa, donde Tord y Tom miraban cosas "inapropiadas" para su edad, o en una palabra, hentai.

– ¡TARADO, LO ASUSTAS! — reclamó el holandés a su hijo mientras apagaba la televisión y su marido los bajaba del sofá.

– Todo es diferente ahora...— murmuró el de cuencas vacías, ya traumado.

Las aventuras de Tom Ridgewell ✖↪ EddsWorld ↩✖Where stories live. Discover now