Los Juveniles

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La siguiente historia es totalmente mía. La serie O11CE no es de mi propiedad. Una historia hecha por fan, para fans.

Ramiro

Se encontraban en la cafetería, sin poder creer cuánto se tardaba el tipo de alto, en servir un té verde y un simple café. 

—No puedo creer que volvimos aquí —escupió ominoso.

—Ni yo que nuestros representantes, aceptaran —agregó James.

Faltaban dos horas para el partido, y por suerte, no divisaron a algún Halcón, hasta el momento. —No sé cómo aguantas el olor de esas cosas —dijo una voz. Pudo reconocer el acento mexicano —No es para tanto, Ricky —respondió despreocupado. Posteriormente reconoció al segundo.

A su mente llegó el anterior partido, entonces comenzó a divagar. «¡Él es el delantero. Y su amigo... —Rascó su barbilla pensativo—. Debe ser defensa.» Tomaron cercanía a su mesa; los miró cautelosamente, vendrían a burlarse, era obvio.

—Qué pasó, Papagayo —le sonrió divertido—; ¿nos  extrañaste?

—Rayo, nene. ¿Es tan difícil, para tu pequeño cerebro, recordarlo? —espetó antipático.

—¿Y el chico que se preocupa, por las cláusulas de los contratos? —preguntó James.

—Mirá, James, ahí está tu respuesta —dijo entre risas. Un muchacho en muletas pasaba cerca de su mesa, y a su lado, otro con una férula en el brazo.

–Así que estos, son sus únicos suplentes. No creí que los Halcones Dorados podrían ser más patéticos, veo que me equivoqué.

—Jaja —rió sarcástico el número 7—; pues estos patéticos les ganaron la vez pasada.

—Mejor callate, que tú no metiste el gol —dijo Ramiro a la defensiva. Antes de empezar una pelea, el hombre de la cafetería llegó.

—Aquí está, un té verde y un cafe —puso ambas tazas frente a ellos.

—Los pudiste traer el próximo año —espetó Ramiro, consiguiendo una mirada ofendida del mesero.

—Bueno —hizo una mueca de desagrado—; ¿qué es ese olor? Yo acabo de limpiar. Chicos, ¿ustedes tiraron algo apestoso? —preguntó enfadado a los Halcones.

—No, Pulpo; nadie regó nada... ¡Son las medias de Dedé! —confesó Ricky.

–Por favor, ¿cómo van a ser las medias de Dedé? Para mí, uno de ustedes tiró algo.

–Es verdad, Pulpo; no te estoy cotorreando.

—¿Qué? —preguntaron todos a Ricky.

—Que no te estoy miento, pues —Ricky le arrebató sus medias, escondidas en la campra—. Cada día apestan más, caramba —enseñó las prendas, todos percibieron el efluvio.

–Te creo, sabés, damelas yo ahorita le digo al encargado que las lave.

—¡No! —Dedé recuperó las medias—; si las lavas sus poderes mágicos se van. Sin ellas, no ganaríamos ningún partido.

Ramiro comprendió qué sucedía, ese chico creía en las cábalas; y una vez se fueron, se encargó, con ayuda de James, a conseguir la victoria y venganza contra los Halcones.

Vitto

—Sé que las últimas semanas han sido difíciles, pero no hay que bajar el ánimo —«dale, Vitto, ¿qué clase de discurso motivacional es ese?»—; puede que uno de sus compañeros haya sido expulsado, que el arquero titular y nuestro número 10 hayan sido lesionados, y que Francisco fuera despedido —«¡Vitto —gritaba en su cabeza, nervioso—, qué hacés! Estás poniendo peor a las chicos»—, pero aquí seguimos. Aunque este partido no se incluya en la intercopa; es de vital importancia que jueguen como si lo fuera.

O11CE SEGUNDA PARTE • TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora