Olor a cebolla: parte II

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La siguiente historia es totalmente mía. La serie O11CE no es de mi propiedad. Una historia hecha por fan, para fans.

Gabo

—¿Qué fue eso? —preguntó Carlos. El delantero se quedó petrificado por un instante, «Ricky —murmuró desesperado—, tenías que tirar algo.» Pensó rápidamente antes que el ex arquero se levantara. —No fue nada. —¿Cómo no va a ser nada? Se escuchó perfectamente que alguien tiró unos platos. —Eh... ¡Joaquín! ¿Por qué no le preguntás de su legendario gol en el primer partido que jugó? —Bueh —sonrió modesto—; no fue "legendario" como vos decís. Mirá, en ese partido yo había atajado mejor que nunca... —Contaba el hombre. Por suerte olvidó el accidente del mexicano, pero este se tomó la libertad de juntar los platos tirados. —¡¿Qué hacés?! —Susurraba por encima de ambos. —Perdón —dijo el número siete. No logró divisar si obtuvo las cebollas; e infortunadamente Pulpo notaba que alguien merodeaba la cocina, volteando cada que podía.

Finalmente su amigo salió de allí con todo lo que necesitaban. Desgraciadamente, tuvo que permanecer hasta el final de la entrevista. Aunque las anécdotas del Pulpo fueron entretenidas e incluso interesantes, tenía que ir con Ricky para poder ayudarlo.

Al terminar corrió a su habitación, para hallar allí el efluvio olor de cada pestilencia obtenida por Ricky y él desde que Dedé abandonó los vestuarios. Por suerte él no estaba ahí, mas le preocupaba dónde podría estar.

–¿Qué pasó, Gabo? ¿por qué tardaste tanto?

–Tuve que grabar toda la entrevista al Pulpo. La verdad, tiene buenas historias.

—Luego me las cuentas. Ahora, ayúdame a pelar las cebollas —aventó el vegetal a sus manos. En una tina se encontraban las medias de Dedé, aún limpias y sin nada acompañándolas.

—¿Qué sacaste de la cocina? —preguntó mientras pelaba la cebolla.

–¿A parte de la cebolla y este traste?

–Sí.

—Nada —respondió angustiado—, el Pulpo no paraba de voltear. Me puse nervioso y sólo agarré lo primero que encontré.

–¿Y ahora? Las medias deben apestar peor.

—Ah, pues no te preocupes —dijo sonriéndole con confianza—, yo ya me encargué de eso. Sacó una bolsa color negra y se la arrojó.

—¿Qué es esto? —preguntó asqueado por el olor. Acercó su rostro a la bolsa queriendo saber cuál era aquel contenido.

—Es una bolsa de basura —inmediatamente alejó su cara—, la llené del bote que siempre anda trayendo Florencio.

–¿Y cómo vamos a sacar el mal olor cuando terminemos?

—Tranquilo —tal cual magia, Ricky sacó otra bolsa.

–¿Más basura, Ricky? Queremos quitar la pestilencia, no aumentarla.

–Tranquilo no es basura. Le pedí algunas cosas para limpiar, y a parte, Dedé tiene un desodorante industrial; con eso vamos a deshacernos del mal olor.

–Muy bien, ahora... ¿Cómo le devolvemos el olor?

–Vamos a echar parte de la cebolla pelada y la basura de la cafetería​ aquí en el agua.

–¿Crees que funcione? No parece un buen plan.

—Ya pensé en todo. Salió por unos minutos de la habitación, acompañado de la tina; y al volver llegó con esta llena de agua de dudosa procedencia. —¡Eso apesta aún más, Ricky!

O11CE SEGUNDA PARTE • TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora