Prólogo

3.7K 220 15
                                    

Respiré profundo y conté hasta diez tratando de mantener la calma mientras observaba el imponente edificio que estaba frente a mí, con azulejos polarizados por donde lo mires, escaleras largas y coloridas como si alguien hubiera pasado por allí salpicando pintura, dándole vida a ese edificio de arquitectura tan fría y guiándote hacia la entrada de ese lugar.

Me pregunto si limpian todas las mañanas esos espejos, pues se ven tan relucientes e impecables. Podría apostar lo que sea a que no dejan a sus empleados apoyarse en los espejos del edificio, solo porque temen a que se manchen o rasguen con un mínimo descuido de estos.

Dignándome a moverme, aún con los nervios fluyéndome en cada célula de mi cuerpo, subí esas coloridas escaleras, atreviéndome a observar sus vibrantes colores mezclándose entre sí. Empujé la puerta y me adentré al edificio, sintiendo el cambio abrupto de temperatura entre adentro y afuera, logrando que mi piel se erizara de gusto por el calor que emanaba ese recibidor lleno de colores grises con cuadros coloridos adornando las paredes.

-Sí, ¿qué desea?-preguntó una recepcionista, utilizando su sonrisa de comercial para atender a sus clientes, y bien vestida con un traje color azul oscuro, a combinación con el elegante broche que portaba en sus rizos color rubio ceniza.

¿No se le entumece la cara por sonreír tanto? Por poco y se parece al gato de Alicia en el País de las Maravillas, cuyo nombre nunca recuerdo.

-Venía por el puesto vacante de artes visuales, vine aquí hace un mes para anotarme y dejar mi currículum, me llamaron el viernes pasado-Le respondí a la chica, haciendo mi mayor esfuerzo por lucir seria y profesional, rogando por no soltar ninguna estupidez mía.

La chica asintió y se levantó de su asiento, yendo a quién sabe donde.

Ya tenía un buen rato esperándola y aún no aparecía, pero justo cuando comenzaba a ponerme nerviosa, ella apareció nuevamente, con su traje un poco desaliñado y sus labios ligeramente hinchados, aunque de no ser que aprendí a ser observadora para poder plasmar cada mínimo detalle en mis pinturas, no lo habría notado.

-Pase por esa puerta por favor, su supervisor se encargará de todo-Señaló una puerta doble, me sonrió y volvió a acomodarse en su lugar.

Dejé pasar el hecho de que se veía distinta, y también el que no se haya disculpado por su retraso de quince minutos, concentrándome en lo último que la chica había dicho.

¿Supervisor?

Me dirigí a esa puerta e inmediatamente apoyé mis manos sobre la madera color gris de esta, y conteniendo mi respiración, entré.

Lo primero que capté fue que, al igual que la recepción, la sala detrás de esa puerta era igual de gris, con un par de cuadros coloridos y llamativos que retrataban cuerpos de mujeres desnudos, con perfectas y voluptuosas curvas, resaltando aún más su belleza natural.

-Disculpe, vengo a...-Comienzo a decir, pero el hombre detrás del escritorio me corta antes de poder terminar la oración.

-Sí, sé a que vienes, pasa y siéntate-indica él, un hombre de mi edad, vestido de traje y corbata azul, físico perfecto, digno de un verdadero modelo, y unos envidiables ojos claros que llamaron mi atención notablemente.

Me sonaba a que lo conocía de algún lado, realmente sentía que ya lo había visto, pero me abstuve de preguntarle y me senté frente a su escritorio, donde él me indicó.

-Irina Black... Vienes a hacer la prueba por la vacante, ¿Verdad?-pregunta él, dirigiendo sus ojos y una sonrisa torcida hacia mí. Llamó mucho mi atención el hecho de que optó por tutearme y no hablar profesionalmente, como cualquiera normalmente lo haría si está entrevistando a una persona.

-Sí, así es. Discúlpeme por mi atrevimiento pero... ¿Lo conozco?-Suelto la duda que tanto estaba revoloteando por mi cabeza, a pesar de haber sonado indiscreta, mi curiosidad podía conmigo fácilmente.

Él me mira, recorriendo cada parte de mi rostro con sus ojos con ironía pasmada en toda su expresión, como si se estuviera preguntando si responderme o no.

Finalmente, sus labios se entreabren y suspira, luego llena su pecho de aire, y eso me da a entender que va a responder.

-No, señorita, para nada. Dígame, ¿Por qué vino aquí? ¿Por qué cree que merece ésta oportunidad?-Me interroga, cambiando su forma de hablar y entrelazando sus manos sobre el escritorio.

Observo detenidamente su rostro, segura de que sí lo conozco, pero dejándolo pasar por ésta vez.

-El arte es mi pasión, captar las cosas en un papel, cosas pequeñas que no todos son capaces de captar, veo el mundo de una forma perfecta aún con sus imperfecciones-respondo a su pregunta, tratando de seguir luciendo profesional y no una niña emocionada por ver los regalos de Santa Claus.

Me mira, detallando mi rostro con sus ojos, y finalmente, cuando creo que se quedará una eternidad mirándome así, habla:

-Empezará la prueba en dos días, si lo logra, está contratada. Tendrá tres meses para probarme que vale la pena, señorita Black-Se levantó del sillón de cuero negro detrás de su escritorio y caminó hacia la puerta por la que ingresé hace unos minutos, la abrió y supe que era señal de que me estaba "echando amable y disimuladamente" de su oficina.

¿Eso es todo?

-Lamento mi ignorancia, pero... ¿qué prueba?-Pregunté parándome y caminando hacia la puerta. Él tenía un brazo extendido hacia afuera, una postura recta, pero con una media sonrisa pasmada en su rostro, igual a la de hace un momento.

Él rodó los ojos al escuchar mi pregunta, y suspiró. Continué caminando unos pasos más hasta quedar del lado de afuera de su oficina.

-Mi asistente la llamará más tarde para explicarle todo, veo que no está informada-Ironiza. Y antes de que pueda decir algo más, cierra la puerta gris en mi cara.

-¡Para trabajar en un lugar tan importante como éste, le falta mucha educación!-Grito, sin importar si ha escuchado o no, y luego me doy vuelta frustrada.

Un empleado de limpieza que pasaba por allí se quedó parado en su lugar mirándome perplejo, con su escoba en mano y sus ojos abiertos como dos platos.

-¿¡Qué está mirando!?-Le cuestiono bruscamente. Respiro profundo y me calmo, el pobre empleado de limpieza no tiene la culpa de nada-Lo siento

-N...no hay problema-responde el hombre continuando con su trabajo.

Pero que estúpido ¿quién se cree para cerrarme la puerta en la cara?. Voy chillando hasta la salida, y al cruzar la puerta el aire frío me golpea, dándole escalofríos a todo mi cuerpo. Me coloco a un lado de la calle, esperando ver algún auto amarillo y negro en ésta revoltosa ciudad, viendo cómo pasan vehículos de colores y diseños distintos a toda velocidad.

-¡Taxi!-Grito, esperando a que el taxista pare en un costado para subir e irme a casa de una buena vez-A Dubont 376, por favor-Le indico la dirección al hombre con barba y un extraño pero simpático sombrero de lana roja, él asiente y arranca el auto, llevándome a mi destido.

Me da la sensación que conseguir éste trabajo iba a ser complicado...

Pero lo conseguiré.

No importa qué tenga que hacer.

Proyecto RepeticiónWhere stories live. Discover now