capítulo 14

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La rubia estaba dormida en el sofá de la sala. Ella solo se había acostado para esperar a Freddie, pero se quedó dormida. El cansancio de la semana de trabajo y clases nocturnas, al menos para ella, habían calado en sus nervios y resistencia. El lugar se encontraba en completo silencio, normalmente se escucharían los ecos de risas o llantos por parte de su hijo. Sin embargo, Carly y Freddie se las arreglaron para convencerle, su hijo debía estar en una guardería porque ya no podían cuidarlo tiempo completo; con la desigualdad de horarios de Freddie y Sam, no le había quedado otra opción que aceptar. Por una parte, Freddie, estudiaba por las mañanas y trabajaba toda la tarde y parte de la noche. En cambio, la rubia trabajaba por las mañanas y estudiaba por las noches, así que solo tenía las tardes libres. Tiempo escaso para poder cuidar a su hijo.

Sam se movió solo un poco del lugar donde estaba acostada mientras dejaba escapar un suspiro tembloroso. Ella se sentía agotada, era viernes y con este se habría paso a un fin de semana exclusivamente familiar.

Logró escuchar el sonido de las llaves al otro lado de la puerta, luego como esta se abría lentamente desde el exterior. Era Freddie, su rostro mostraba el cansancio del día. Sus ojos normalmente llenos de vida se veían apagados. La rubia se incorporó solo un poco para sonreírle y él, a cambio, le devolvió una sonrisa ladeada.

-Carly tiene a David. Ella dijo que lo cuidaría el resto de la tarde… que merecemos un descanso –el castaño la besó y suspiró cuando ella rodeo sus brazos en su cintura. –T-Bo también me dio la noche libre, así que trabaje solo parte de la tarde y no deseo otra cosa que estar a tu lado, abrazado a ti.

Esa declaración le hizo sonreír.

-Hmm, eso está bien –murmuró la rubia cuando él la tomó entre sus brazos. –Unas cuantas horas de descanso nos vendrá bien.

-No lo dudo –secundó el castaño dejando escapar un suspiro de sus labios.

Era cierto, no habían tenido un tiempo para ellos mismos desde aquella mañana donde se dejaron llevar y su relación subió otro peldaño que lenta y dolosamente estaban bajando de nuevo. Él no sabía cómo recuperarle, sobre todo cuando ambos mantenían el malhumor por las nubes, pero debía suponer que todo se calmaría con el pasar de los días. Solo debían acostumbrarse a la presión de los estudios y el trabajo, era algo más que debían superar.

Cuando llegaron al cuarto, Freddie la dejó sobre la cama. Las prendas fueron cayendo al suelo hasta que solo quedaron en ropa interior. Sam apartó las sabanas para luego deslizarse en la mullida cama, solo le faltaba una cosa para completar su confort, el calor de Freddie. Esté no tardó mucho en llegar y la rubia dejó escapar un suspiro placentero antes de rendirse al sueño.

Después de lo que parecieron minutos, Sam escuchó su celular. Dejó escapar un gemido ante el sonido insistente del aparato. ¿Quién podría ser? Con otro gemido, la rubia comenzó a buscar a ciegas el aparato que le había arrebatado el descanso. Cuando por fin lo encontró contesto la llamada.

-¿Bueno? –Su voz sonó más ronca de lo que pretendía.

-¿Samantha Benson? -¿Uh? ¿Quién era?

-Ehh, sí… ¿Quién habla? –Lo sabía, no tenía muchas palabras en ese momento. Pero, ¿Quién podría culparla?

-Soy tu tutor de historia y me preguntaba por qué faltó a la cita de hoy –murmuró la voz del hombre al otro lado del teléfono, no sonaba muy complacida.

-¡Oh, mierda! Lo siento, día fuerte –sabía que era una pobre escusa y que eso no le iba a ayudar en nada, pero debía intentarlo.

-Aún podemos reunirnos en el café de la facultad. Puedo esperarla allí –ofreció la voz al otro lado del teléfono. –debo atender a otro estudiante en tres horas, tiempo suficiente para comenzar…

Yo te cuidaré (seddie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora