Tras la tercera guerra mundial, todo lo que conocemos ha sido devastado, el mundo está dividido entre vencedores y vencidos... Sin embargo, Naya, una joven nómada, no se ha rendido y nos relata, a través de sus "Cartas al aire", cómo sobrevive en el...
¡Hola de nuevo! Tengo adelantado un poco de trabajo y por eso estoy actualizando una vez al día jeje, sólo debo revisar y subir. ¡Espero que os guste esta nueva carta! ¡GRACIAS por ser su motor!
¡IMPORTANTE!: Prestad atención a las fechas, os indicará el tiempo que pasa entre las cartas y os servirá para entender la forma con la que avanza la historia y comprender por qué los personajes se relacionan con más o menos confianza a medida que avanza todo, además de saber por qué hace más frío o más calor jaja. ¡Besazos!
Hoy estoy tan cansada... Estoy tan casada que casi perdemos nuestra comida diaria por mi culpa. Lobi me ha mirado como si hubiera cometido el mayor error de mi vida, pero supongo que, bajo su punto de vista, sí que lo he cometido.
Lobi vive el momento, no se preocupa por el futuro, se preocupa por el ahora, por sobrevivir hoy, por comer este día. Así que, cuando casi perdemos a esa ardilla por mi culpa, me ha mirado enfadada. Menos mal que ella ha logrado cazarla... Si no, no sé qué hubiéramos comido hoy.
Es en días como estos en los que me doy cuenta de que igual se está domesticando un poco, pues ningún lobo de ahí afuera compartiría lo que ha cazado conmigo. Sin embargo, después de estos meses, no creo que podamos separarnos de nuevo.
Sonrío al escribir estas líneas porque me es fácil recordar cómo me gruñía mientras se recuperaba, mientras yo la curaba o le traía comida. Me es fácil recordar que, hasta hace apenas unos meses, seguíamos guardándonos las distancias...
Yo pensaba que, una vez recuperada, cuando ya no me necesitara para sobrevivir, se iría. De hecho, pensé eso una mañana en la que vi cómo se alejaba cojeando. Pero, por alguna razón, cuando se vio a tanta distancia de mí, volvió... Y no puedo evitar ser sincera conmigo misma y darme cuenta del alivio que supuso para mí que volviera...
Y es que, desde que ella está conmigo no me siento sola. Soy consciente de hablarle e incluso ponerle voz y emular que me contesta, pero es que Lobi, pese a su apariencia, es muy tierna, al menos ahora que me deja acariciar su pelaje, que me da calor y cariño.
Ahora somos un equipo, aunque yo jamás le doy órdenes, jamás la llamo o le reclamo que venga. Ella es libre, pero me sigue y yo la sigo. Nos compaginamos, e incluso hemos aprendido a cazar juntas. Somos más eficaces así, acorralamos a la presa con mayor facilidad, somos más fuertes, mejores... Somos familia.
Al pensar en familia, mi mente suele llevarme a recuerdos felices con mis padres, pero después, suelo evocar todo lo malo, todo lo que ocurrió, toda la muerte...
Recuerdo un día, antes de que la guerra estallara, en el que mi madre y yo hacíamos una tarta de manzanas... Los alimentos empezaban a escasear, la lucha era inminente, pero creo que mi madre quería evadirse o evadirme a mí sólo un momento de las noticias que llegaban a casa, creo que quería que esa tarde fuéramos sólo ella y yo cocinando, compartiendo un momento juntas.
Yo tendría unos ocho años y recuerdo decirle:
—Mami, ¿tendremos que irnos de casa?
—No, mi amor, no te preocupes... De aquí en adelante, no quiero que veas más la televisión, ¿vale? —Y me sonrió.
Recuerdo que en aquel entonces, asentí. Confiaba en mi madre, si ella me decía que no me preocupara, que no pasaba nada, es que era así, porque mi madre era lo máximo para mí. Nada era más importante ni mejor que ella. Sus brazos siempre eran mi mayor refugio y el amor que sentía y siento por ella, jamás nada lo ha superado ni lo superará... Aún recuerdo su pelo rubio, ondulado, recogido en una coleta informal, su piel blanca y suave, su cariño, su amor... Era preciosa, mi madre era preciosa.
Te vengaré de una forma u otra, te lo prometo. Te lo juro, mamá.
