Carta del 01/06/2087

92 30 43
                                    

¡Hola, hola! Perdón por tardar, pero he estado liada con la antología solidaria para los perritos en la que me embarqué junto a Myriam Ojeda y, bueno, también liada con la vida en general jaja...

¡Espero que os guste esta nueva carta! Estamos apunto de dejar atrás el inicio de la historia, para metenernos de lleno en su desarrollo y, con ello, en la acción.

¿Me regalas una estrellita o un comentario a modo de pago para ver cómo vamos?

¡Besazos y, como siempre, GRACIAS!

............................................................................................

01/06/2087

Sé poco, por no decir nada de él, de Unai. Aunque parezca una locura, hasta ahora, sólo nos hemos limitado a subsistir juntos, jamás hemos indagado en nuestro respectivo pasado, aunque, ciertamente, curiosidad no me ha faltado.

Sin embargo, aquí estamos, yo, confiando en alguien del que sólo sé su presente, para que me ayude en lo que él ha comenzado a llamar: "una misión suicida", y, bueno, él, ayudando a alguien que únicamente le ha contado parte de su historia para conseguir un objetivo: encontrar a su hermano.

Así que, aunque hasta ahora nuestro conocimiento del otro se ha reducido sólo al aquí y ahora, es inevitable que, habiéndonos embarcado juntos en esta, ¿cómo llamarla? ¿Aventura? Bueno, pues es natural que habiéndonos metido en esto, hayan comenzado las preguntas.

Preguntas, por otro lado, que habíamos evitado hacer para no tener que responder también. Y es que, como te he comentado otras veces, "aire", o seas quien seas, es de locos confiar en alguien en estos tiempos, pues no sabes con quién estás tratando, cuál es su pasado, cuál fue su bando en la guerra y qué está dispuesto a hacer en su propio beneficio tal y como están las cosas en este mundo...

En mi defensa diré que se es más feliz viviendo en la ignorancia, centrándose únicamente en vivir un día más, y, como ya sabes, una buena parte de mí creía que no compartiríamos mucho de nuestro "camino" juntos, pero, al parecer, sí que lo compartiremos, así que va a ser inevitable conocernos...

Ahora mismo estamos refugiados en un viejo y destartalado coche. Según Unai, el camino a la Urbe, donde están los vencedores en el norte, es más corto si avanzamos por lo que queda de las antiguas carreteras y autopistas.

Yo no estaba muy por la labor... No me gusta alejarme de los bosques y los campos, ellos me han proporcionado protección desde hace mucho. Las carreteras y autopistas pueden hacer que nos encontremos con personas y no me gusta encontrarme con mis semejantes, me han dejado bastante claro durante muchos años de lo que pueden llegar a hacer.

Sin embargo, si estoy dispuesta a llegar al norte y encontrar a mi hermano, no puedo esperar que lo haga sin toparme con nadie.

Lobi acaba de posar su hocico en mi muslo y me complica la vida para escribir, pero he apoyado en mi otra pierna lo que me sirve de soporte para escribir en este sucio folio, es decir, la roñosa carpeta azul en la que guardo estas cartas. ¿Qué por qué te cuento esto? Por si empieza a ser incomprensible mi letra en las próximas líneas...

En fin, lo que te iba contando, que es inevitable que ahora que compartimos más que el presente, que compartimos una misión, pues surjan las preguntas sobre nuestro pasado. Así que en estos días de camino hacia el norte, nos hemos ido interrogando aleatoriamente con preguntas más y menos significativas, más y menos personales... Así es como mi yo más desconfiado ha acabado por sonreírle a Unai.

—Agáchate, vas a espantarlo —le susurré a Unai hace unos días, mientras yo apuntaba a un conejo a una cierta distancia.

Él puede ser un buen estratega en la caza, pero quien mejor sabe sobre conseguir presas soy yo. Se nota de dónde proviene en cosas como estas... Hasta Lobi parecía saberlo en ese momento, agazapada a unos metros de nosotros.

Cartas al aire (En pausa).Where stories live. Discover now