Carta del 25/05/2087

128 30 48
                                    

¡Hola! ¡Siento la tardanza! ¡Gracias por ser ese motor que tanto necesito! ¡Gracias por leer, por votar, por comentar, por tanto apoyo! ¡GRACIAS! ¡A leer!

..........................................................................................

25/05/2087

Lo que ha pasado hoy ha sido un tanto surrealista. Te lo cuento, "aire" o seas quien seas, para deshacerme de la inquietud que corre por mi cuerpo ahora mismo... Suponiendo, como siempre pienso, que alguien leerá estas cartas en algún momento, claro... Pero bueno, basta de desvariar, ahí va, aunque sea para mí o para ti, carta...

Estábamos buscando agua, como de costumbre, pues las nevadas hace algún tiempo que cesaron dando paso a la inminente primavera...

Unai ya está recuperado, pero aún no ha seguido su propio camino, sigue con Lobi y conmigo y yo, obviamente, no lo he animado a que se vaya, pues me sería muy útil para ir hacia el norte. Él proviene de allí, tener su ayuda sería inestimable.

Así que, de nuevo, nos movemos para sobrevivir, aunque no hacia donde yo desearía, lo que es un contratiempo para mí, por lo que era imperativo que hoy le confesara mis planes, por mucho que me cueste todavía confiar plenamente en él.

Es cierto que, en cuestión de unos meses, ha logrado que Lobi confíe en él tanto como ella confía en mí. Y la verdad es que también ha conseguido que yo confíe en él, no del todo, claro está, pero sí lo suficiente como para dormir sin miedo a que él me haga algo... Ha tenido demasiadas oportunidades para hacerlo, si no lo ha intentado ya, es que no lo va a hacer.

Aunque, es evidente que no puedo confiar completamente en él. Con todo el tiempo que llevamos compartiendo días, tardes y noches, apenas hemos hablado lo bastante como para conocernos. Él no sabe quién soy yo y yo tampoco sé realmente quién es él. No obstante, nuestros caminos siguen juntos porque nos conviene. A Unai porque ha estado convaleciente y le ha venido de perlas tener a alguien que lo alimentase y cuidara de él y a mí porque desde que me dijo que provenía del norte, sólo quiero que me lleve allí.

Pero el tener una razón por la que hemos permanecido juntos, no implica que nos conozcamos, ni siquiera implica que nos agrademos. Es más, siendo sincera, discutimos con facilidad, aunque jamás llega a ser más que una diferencia de opiniones en el cómo o cuando hacer las cosas. Porque, como ya he dicho, no nos conocemos como para discutir de verdad, es decir, por algo importante.

Por eso, cuando hoy, mientras seguíamos el murmullo del río que nos llevaría a conseguir agua, y, a boca jarro, le he pedido que me ayudara a llegar al norte, él, Unai, se ha quedado paralizado.

Y es que, nosotros, no hablamos de cosas importantes, no indagamos en el otro, simplemente compartimos un espacio por pura conveniencia. La diferencia es que él ya ha sido ayudado y yo estoy aún a la espera...

Pero Unai ha tardado tanto en responder que no he podido evitar observar cómo su mano tocaba la inexistente herida que adornaba antes su costado. Su ceño, fruncido y su boca, entreabierta, como si una pregunta se hubiera quedado sin voz en su garganta, terminaban de acentuar el ligero movimiento de negación que ha hecho con la cabeza.

—No vamos a ir al norte —ha afirmado, recomponiendo su postura de militar duro e implacable.

Tal y como ha pronunciado esa frase con su voz grave, inflexible, lo he mirado apretando los dientes, acallando a la fiera que tengo dentro y que se moría por saltar y decirle con rabia cuán equivocado estaba. Pues yo le he ayudado y ya es tiempo de que él me ayude allí.

Cartas al aire (En pausa).Where stories live. Discover now