Carta del 31/12/2086

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¡Hola! ¡Nueva carta!

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31/12/2086

¿Sabes, "aire" o seas quien seas? Si es que alguien lee esto algún día, claro... Cuando Unai duerme, su respiración se ralentiza tantísimo que, a veces, me preocupa. Por eso mismo, alguna vez que otra, me acerco hasta estar segura de que sigue con vida...

Hace un momento lo he hecho, me he acercado, me he arrodillado a su lado y he observado el movimiento casi imperceptible que hacia su pecho. Luego, para asegurarme, he pegado mi oído a su nariz y a su boca, y sí, estaba respirando... El calor del aire expulsado por sus labios me lo ha confirmado.

No sé por qué me preocupa su bienestar, pero lo hace. Los primeros días sólo pensaba en encontrar otro refugio, en alejarme de este desconocido, pero, entonces, vi cómo no se recuperaba, cómo empeoraba y la fiebre lo torturaba casi todas las noches...

Así que sí, como habrás podido adivinar, me quedé, aún no sé si permaneceremos mucho tiempo con él, sigo desconfiando de él, de que pueda hacernos algo cuando esté recuperado... Nunca se puede subestimar la maldad de un humano, no en los tiempos que corren.

Sin embargo, aquí estoy... Aún.

Estoy a un metro de él, hoy no me he alejado como todas estas noches atrás. La luz del fuego, proyecta sombras en su rostro y llevo demasiado rato contemplándolas.

Es raro tener compañía humana, incluso después de estas semanas, supongo que por eso lo observo...

Y es que, sus pestañas, extensas y oscuras, dibujan siluetas alargadas en la cuenca de sus ojos e incluso tocan unos milímetros sus mejillas... Su nariz está, por un lateral, totalmente sombreada, como si estuviera dibujado... Y, su barba, oculta buena parte de su rostro, aunque no sus labios que, entreabiertos, dejan pasar el aire por ellos.

¿Te digo qué acabo de hacer? Sacudir la cabeza, coger mi papel y mi boli, y alejarme un poco más.

Unai no es seguro. Unai es inofensivo así, dormido, pero, incluso en este estado de debilidad por sus heridas, es duro, potente, fuerte.

A veces le temo... Temo quién es, quién haya sido o pueda ser.

Se está recuperando rápido, cicatriza bien y excepto esos primeros días de fiebre, evoluciona perfectamente. En un tiempo, estará curado y yo aún no sé si debería aceptar su compañía hasta que se vaya de nuestro lado o huir con Lobi.

¿Pero Lobi vendría conmigo o se quedaría con él? En estas pocas semanas, ha conseguido que ella lo estime lo suficiente como para darle calor por las noches.

Ella, mi feroz loba, tiene más humanidad que muchos hombres... Lo ha visto malherido y ahí está, con él.

Es cierto que no parece un mal tipo. En todos estos días, jamás se ha quejado de la poca comida que cazamos o encontramos, siempre me agradece mi ayuda en sus curas y, aunque es algo preguntón, no suele picarse por mi falta de conversación.

Pero es que, en ocasiones, bueno, siendo honesta, en muchas ocasiones, no sé si quiero encariñarme con él como lo hice con Lobi, porque, ¿y si no es el tipo bueno, y si es el malo?

Según la historia que me ha contado, no tiene por qué hacernos daño, pues es del norte, vivía en el Valle de los vencedores, en esa zona en la que la minoritaria población que gobierna todo este caos que ha quedado después de la guerra, está bien alimentada y es afortunada.

No obstante, algo le ocurrió, no ha terminado de contarme qué pasó concretamente, sólo ha mencionado que estaba en desacuerdo con su padre y que se fue, pero al ser parte de la seguridad del complejo, de ser un militar al fin y al cabo, su ida es considerada una deserción. Y, según él, lo hirieron por ello. Al parecer, cuando se fue, dispararon contra él.

¿No es un poco extraño? ¿Quién querría abandonar esa zona de confort? ¿Quién? Es decir, "aire", o seas quien seas, llámame loca, pero creo que tengo derecho a desconfiar de lo que me cuenta. Y es que, aunque decidiera irse de aquel lugar, ¿por qué le atacarían? ¿Lo normal no sería dejarle ir? No tiene sentido, ¿cierto?

Aunque, a veces, sus ojos parecen tan tristes y su sonrisa tan carente de alegría, que casi puedo creérmelo todo sin rechistar. Pero no sé, no me lo cuenta todo, lo sé, no me preguntes cómo, pero lo sé...

¿Te cuento lo que ha pasado ahora mismo?

He dejado de escribir un momento, porque ha tomado una bocanada de aire y se ha girado, su gesto se ha contraído por el movimiento y ha abierto los ojos poco a poco, hasta que ha fijado su mirada en mí.

—Feliz año nuevo —ha murmurado, con una media sonrisa adornando sus labios.

Le he sonreído un poco, porque puede llegar a ser incluso tierno, ha seguido manteniendo mi mirada, pero al final ha vuelto a caer rendido al sueño.


Cartas al aire (En pausa).Where stories live. Discover now