Carta del 10/06/2087

114 27 50
                                    

Lo prometido es deuda... ¡Nueva carta!

Espero que os guste y si es así, recomendar, votar y comentarme qué os está pareciendo la historia. GRACIAS por "pagarme" de esta forma. ¡Sois lo mejor!

.................................................................................................

10/06/2087

Hoy nos hemos encontrado con algunos humanos, con rebeldes, para ser más exactos, y la cosa se ha puesto un poco tensa porque el uniforme de Unai lo identifica con la Urbe, con los vencedores, con el régimen totalitario que asesina, oprime y dirige todo esto ahora.

Así que las cosas se han desarrollado más o menos así...

Unai, Lobi y yo caminábamos en dirección norte por lo que queda de la autopista interestatal, íbamos lentos, como siempre, pues debemos ir salteando cascotes, coches y destrucción que dejó la guerra a su paso.

Por alguna razón, he apreciado rápidamente cómo ha cambiado la forma de andar de Lobi, la expresión de alerta, sus movimientos lentos, las orejas estiradas, escuchando hasta el más mínimo ruido. Y, entonces, Unai ha susurrado:

—Nos observan... —Y la piel se me ha erizado por completo.

He visto cómo él enderezaba su fusil sutilmente sobre su pecho, en un agarre seguro entre sus brazos; y de verdad que he querido imitar ese imperceptible movimiento, pero para poder servir de algo, necesitaba coger una flecha de mi espalda y colocarla en mi arco, por lo que no me he movido, si hacía ese gesto evidenciaría que nos habíamos percatado de que alguien nos estaba observando.

Sin embargo, en ese mismo instante en el que divagaba sobre qué hacer, he sentido cómo Unai empujaba mi cuerpo detrás de un camión volcado en medio de la autopista y todo se ha vuelto caótico.

He escuchado gritos, disparos aislados y carreras, he visto a Lobi agazapada debajo de lo que quedaba de un coche cercano, y he sentido la adrenalina de Unai cuando me ha tocado, tenso, asegurándose de que estaba bien y se ha dispuesto a apuntar desde un lado del camión que nos servía de escudo.

Me he unido con mi arco y mis flechas, pero antes de que pudiera tener a alguien a tiro, un hombre ha exclamado:

—¡Salid y no os pasará nada!

Unai no ha abandonado su posición, preparado para disparar, pero yo sabía que eran muchos más que nosotros dos, que estábamos en minoría, acorralados detrás de un viejo camión volcado y que no saldríamos vivos si se producía un tiroteo, por lo que le he susurrado:

—Ey... —He negado con la cabeza, él ha dejado su posición para venir a mi lado, justo detrás del camión; y creo que, por puro instinto, he cogido su mano, impregnándole fuerza.

—¡Salid! —han gritado de nuevo de forma autoritaria.

Y antes de que me diera cuenta, Unai ha salido, levantando las manos, con su fusil colgando de su espalda, casi en el costado, con la mandíbula apretada y el gesto más serio que jamás he visto.

—¡Estoy desarmado! ¡No le hagáis daño! —ha gritado, mientras comenzaba a andar y desaparecía de mi visión.

—No... —he jadeado.

—¡¿Y la chica?!

—¡Aquí! —he dicho, saliendo de mi escondite con las manos en alto y sin mi arco.

Cartas al aire (En pausa).Where stories live. Discover now