7. Detonante

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La mañana vino antes de lo esperado. No hacía el calor asfixiante que hacía normalmente por lo que Krol pudo quedarse un poco más de tiempo en la cama.

Había dado la espalda a Eltrice. Aún no se había despertado, pero los latidos de su corazón y respiración le estaban torturando, el sencillo hecho de saber que estaba a su lado le ponía nervioso.

Qué tan estúpido debía ser para estar dándole vueltas a la misma cosa una y otra vez. Incluso después de tantas horas.

Se estiró ligeramente para despertarse del todo, cuando de repente, Eltrice se giró y se le pegó al costado, aplastando su mejilla contra las costillas de Krol. Él supo que no podía bajar los brazos o iba a despertarla, así que se quedó en una ridícula posición de torpedo durante unos minutos, maquinando una posible salida para aquella trampa.

Poco duró la postura. Eltrice abrió sus ojos rojos carmesíes y miró con curiosidad al menor que estaba empleando como almohada, moviendo un poco la nariz como un ratón.

— ¿Krol...? ¿Estamos en casa? —le preguntó en voz baja y débil provocada por el sueño, aunque al intentar levantarse, unas vendas le impidieron plegar su torso.

La mirada de Eltrice se fijó en los vendajes y luego miró a Krol, quien tenía la vista clavada en ella, sin expresión alguna en el rostro. Aunque el semblante de Eltrice reflejaba de todo menos felicidad o tristeza: era puro horror lo que comenzó a sentir subiendo por su esófago, escalándolo pliegue a pliegue, con guantes de pinchos.

— ... ¿E-eh...?

— Tenemos que hablar —musitó Krol en apenas un hilo de voz, mientras retiraba la mirada de ella.

Eltrice sintió náuseas. Sintió todo lo que podía sentir junto, tristeza, decepción, agobio, miedo. Todo.

Se levantó sin siquiera ser consciente de sus heridas y lesiones, tropezándose un poco en el camino al baño. No podía contener más aquello, y debía dejarlo salir. Apretando ligeramente la parte inferior de su vientre, abrió la boca y...

Krol no le había dicho nada malo. Había sido sutil. ¿Por qué habría reaccionado así Eltrice? ¿Qué había hecho mal?

Se levantó sin muchas ganas, suponiendo que si le dejaba estar, se encerraría en el baño y no saldría hasta que Krol saliera de la casa. Se asomó por el umbral de la puerta y se encontró a la peliazul refrescándose y echándose agua fría en la cara y en el cuello.

— Edric... No es... malo. Quiero saber la razón. ¿No confías?

Eltrice cerró el grifo y no se secó la cara; la dejó gotear, mientras aguantaba todo el peso de su cuerpo con los brazos en el borde del lavadero. No tenía ganas de llorar.

— ... A nadie. No se lo digas a nadie.

— ¿Tengo pinta de hacerlo? Hablemos.

— No quiero hablar de eso ahora, Krol. Entiéndelo.

— Te entiendo más que nadie y me sigues alejando como un perro —le reprochó. No quería hacerle daño, pero tampoco podía permitirse salir herido también. Quería que todo mejorara y si no se puntualizaban los errores de forma recíproca podía ser que aquello no acabara correctamente, y ojalá sencillamente no acabara—. Si no es ahora, será nunca.

Eltrice bufó.

— Se dice "no será nunca".

Suficiente.

Krol tragó saliva y se fue del lugar. No podía soportar que, para una vez que quería ser serio, encima le corrigieran al hablar. Estaba cansado y aún mucho más después de pensar tanto.

N E M O (n. 003)Where stories live. Discover now