Nueve

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TODO POR BOLETOS.

— No puedo hacerlo...

Ultima hora, unos minutos mas y el timbre de salida sonaría, e irían al cine. Solo unos minutos, y Alonso comenzaba a ponerse histérico.

— ¿Como de que no Alonso?, ¡tendrás tu primera cita! —se exalto Alfredo.

— ¡Exacto!, tengo miedo, díganle que me enferme, o que me mude, o yo que se, invéntense alg...

— A ver, Alonso, relajate, solo van al cine —interrumpió.

— Y por un helado... —murmuro Navarro divertido, murmuro que no fue escuchado.

— ¿Que acaso no te gusta Jos?

— Pues si, pero, no se.

— ¡Además veras la película que tanto quieres! Ese chico cada vez se gana mas mi aprobación, pero si te lastima le cortare los huevos —el rizado se encogió de hombros, logrando una pequeña risa nerviosa por parte del menor.

El timbre sonó, y si Alonso antes estaba asustado, ahora estaba aterrado. Estuvo a nada de mandar todo a la verga e irse corriendo, pero no, el era fuerte. Y valía la pena por una cita con Jos.

Suspiro intentando calmarse y comenzó a guardar sus cosas, bastante lento, hasta que alguien toco su hombro en señal de que le hablaban, era Canela.

— Um, Alonso, ¿nos vamos? —pregunto con su boca ladeada, el rubio volteo hacia sus amigos, quienes tomaron sus mochilas y se fueron corriendo más rápido que el corre caminos en aquella serie tan famosa.

«Par de pendej...»

Eh, ¿Alonso? ¿Estas bien? —pregunto al notar que no le contestaba.

— Um, si, eh, vamos —sonrió un poco.

Salieron del salón, uno junto al otro. No pasaron al casillero de Canela, cosa que extraño al ojiazul, aunque lo que el no sabia era que el pelinegro había pasado antes para no perder tiempo al salir.

Tiempo valioso donde podría estar con Alonso.

El rubio fue hacia la entrada del instituto, y estaba a punto de irse de largo de no ser por Canela, quien lo detuvo en el estacionamiento.

— Le he pedido a Bryan su carro, ya sabes, para llegar más rápido —hablo con su boca de lado y rascando su nuca. Entonces Alonso recordó que Jos hacia eso con su boca cuando estaba nervioso, y sonrio.

Jos estaba nervioso.

Se dirigieron a aquel auto, el pelinegro abrió la puerta para que el menor entrara y después rodeo para entrar el. Estaba confundido, se estaba portando demasiado caballeroso con Alonso sin pensarlo, y sus manos seguían sudando, se supone que solo van al cine.

Ha ido al cine con Bryan infinidad de veces, ¿porque con Alonso es diferente?.

El auto se puso en marcha y emprendieron el camino, todo sin hacer ningún sonido. Jos no tenía la menor idea de que decir, ¿debía preguntarle como estaba?, ¿querrá escuchar música?, ¿cerrar la ventana?. Pff, vaya que era complicado.

Mientras tanto el ojiazul se entretenía mirando por la ventana, con su corazón latiendo a mil por hora, y se dio cuenta que estaba jugando con las mangas de su suéter, estaba nervioso, y mucho. Pero, ¿como no estarlo?, José en serio le gusta y están de camino al cine.

Llegaron a aquel tan visitado centro comercial donde se encontraba el cine. El pelinegro estaciono el auto y ambos salieron. Comenzaron a caminar dentro, uno al lado del otro, en silencio.

— Y, eh, Alonso, la película, ¿si te parece bien esa? —pregunto cuando cruzaron las grandes puertas del centro comercial.

Muy bien, era hora de que Alonso dejara de lado aquella faceta nerviosa y volviera a ser el Alonso que era siempre junto a Jos. Así que dejó en paz sus mangas, suspiro inaudible y sonrío en grande, mostrando su blanca dentadura.

Estaba en una cita con Jos.

— ¿Bromeas? ¡Llevaba meses esperándola!, pero no había podido venir, muchas gracias otra vez —Villalpando no lo noto, pero al verlo tan feliz, Canela no pudo evitar sonreír.

La idea de Alan tal vez no fue tan mala.

Una vez dentro del cine, Rivera se quedo parado mirando la pantalla donde se mostraban los diferentes combos que ofrecían, aunque sabía exactamente cual pedir no quiso que pareciera que lo había acosado y ahora conocía demasiado sus gustos, eso seria raro.

Que cosas, ¿no?.

— ¿Que tal el combo nachos? —pregunto aun viendo la pantalla, el rubio no pudo evitar reír pues ese era su favorito,

Aquella linda risa resonó en la cabeza del pelinegro.

— Clar... No, no traigo dinero Pepe, recuerda.

— También recuerda que yo te estoy invitando, así que esa será —se acercó al mostrador victorioso— Nos podría d... Oh, no.

— ¡Pero si es el chico de hace rato! —exclamo el hombre de no más de treinta años detrás del mostrador, Canela apretó fuerte sus ojos mientras maldecía internamente.

— Eh, buenas tardes ¿nos podría dar el combo nachos, por favor? —pidió amablemente, mientras su cara comenzaba a arder de pena al recordar lo sucedido.

— Claro no hay problema, ahora si esta abierto —comento burlón.

Alonso escuchaba con el ceño fruncido.

— Disculpe, ¿de qué habla? —no pudo evitar preguntar.

— Es que este chico vino muy temprano desesperado por comprar boletos cuando todavía ni estaba abierto —comenzó a narrar poniendo los nachos en el mostrador— Se veía muy desesperado, al parecer necesitaba arreglar algo y esos boletos eran de vida o muerte —se encogió de hombros dejando la cubeta de palomitas frente a ellos— Supongo que eres muy importante para el, rubio, no cualquiera llega gritando así para que le hagan caso.

Entonces Alonso sonrio tanto que sus mejillas amenazaron con entumirse. Por su mente paso la imagen de Jos pidiéndole su auto a Bryan para después ir al cine y exigir que le vendiera los boletos solo para el, entonces entendió por que no había ido a la primera clase.

Aunque no se explica como sabia que esa película era justamente la que quería ver.

Jos termino de pagar aquello bastante avergonzado, no fue una de sus mejores experiencias tener que rogar por atención, pero de verdad quería llevar a Villalpando a ver aquella película. No sabia porque tuvo tanta necesidad en aquel momento.

O tal vez si sabia pero se negaba a aceptarlo.

— ¡Que disfruten la película!, y, chico, esta bien que quieras llevar a una persona al cine pero intenta no volver a escaparte de la escuela —rio comenzando a atender a otra pareja.

Entre los dos tomaron lo comprado y caminaron hacia la sala.

El mayor iba delante, mirando sus tenis mientras caminaba, rojo a más no poder por la vergüenza, no pensó que Villalpando fuera a enterarse de lo ocurrido en la mañana. Mientras tanto, el ojiazul iba un poco detrás sonriendo en grande y con ganas de apretarle las mejillas por lo lindo que se veía sonrojado.

Entraron a la sala mientras aún pasaban los cortos, se sentaron y acomodaron toda la comida que tenían (que en realidad no era tanta) y la película empezó.

Les contaré algo, en aquellas dos horas y tanto que duro la película, Jos no pudo dejar de sonreír. Y no, no era por las escenas que ocurrían en la enorme pantalla frente a el, si no, por ver a aquel chico rubio a su lado tan feliz.

¡Pepe! - Jalonso VillanelaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt