Lena Luthor

2.6K 181 14
                                    

Oscuro, todo estaba oscuro. No. La noche estaba pintada y la luna lo sabía, ella había sido testigo de todo el sufrimiento que había pasado en su ausencia. ¿Cómo no lo vio antes? El ser que más admiraba, la persona que tenía en un altar, ese que siempre había sido su meta a superar ahora era el verdugo de su felicidad y el partero de su odio infinito. Alexander Luthor.

Era pequeña, pero no lo bastante como para pasar por desapercibido todo aquello. Lo suficientemente consciente del dolor que en su corazón se encontraba. Esa punzada angustiante que recorría de su pecho hasta su garganta y que le ahogaba en el miedo que un niño puede tener cuando está cerca de la muerte.

Si bien sus padres siempre habían crecido más a Lex, dándole todo el amor y aprobación, ella era consciente que por más que deseara ser como su hermano mayor, el amor y la sangre ganaban pues a sus cinco años amaba a Lillian y Lionel Luthor como propios. Ellos le habían dado una vida nueva, con padres, un entorno más estable y lo que más añoraba, un hermano que pasaría a ser su modelo a seguir. Tenía todo pero a la vez no tenía nada, no podía percibirlo pero detrás de las personas y sus actitudes se refugiaba una personalidad diferente, y la oscuridad estaba a la vuelta de la esquina. Todo ese dolor, ese miedo y angustia se convirtieron en algo más oscuro esa noche en la que regresaba a su casa para las festividades decembrinas, saliendo con permiso del internado en Irlanda. Esa noche, Lena Luthor se transformó en odio.

-Es hora de irnos señorita Luthor-habla el chofer con calidad apacible hacia la pequeña de ocho años. Ambos están en la entrada del aeropuerto exclusivo de la familia camino al auto para emprender camino a la tan añorada casa.

¿Cuánto puede extrañar una niña a su familia? Hace tanto que no veía a su padre, mucho menos a Lillian, que si bien no era del todo amorosa, le exigía porque quería lo mejor para ella, o eso es lo que quería pensar Lena.

-¿Feliz por volver a casa, señorita?-reanuda la platica con la niña ya en el auto.

Si había algo que su madre más le reprochaba era el hecho de que se hiciera buena amiga del servicio, argumentando que no era propio de un Luthor mezclarse con la prole.

-¡Muy feliz Rabbit!-exclama ella.

El hombre, ya una avanzada edad, le sonríe mirándola por el retrovisor. Desde que había llegado a la casa de los Luthor se atrevió a nombrarlo de esa manera pues su nombre real era Rogger, y como el alegre chofer siempre estaba para ella y soportaba sus travesuras de niña, ella lo bautizó como Rogger el conejo, su mejor amigo, aunque su madre no lo supiera.

-Seguro que en el colegio también se la ha pasado bien-indaga él.

La niña se encoge en el asiento desviando la mirada.

-He extrañado mucho a Lex-confiesa.

Tal vez en ese momento no notó el cambio en las facciones de Rogger cuando de sus labios salió el nombre de su hermano, y no es que el chico no le agradara, pero desde que su hermana menor se había ido a estudiar fuera de casa él cambió de manera tan abrupta. Explosivo cuando quería, serio y retraído la mayor parte del tiempo. Si le preguntaran a Rogger, el joven Lex ocultaba algo en ese cambio de mirada, algo muy doloroso.

El resto del camino transcurrió en silencio hasta llegar a casa. La mansión Luthor que de simple vista lucía diferente. Oscura, fría y escabrosa.

-¿No están en casa?-cuestiona la niña, tomando con una de sus pequeñas manos una maleta.

Rogger frunce el ceño. No es normal, piensa.

-Espere aquí por favor señorita, voy a hacer una llamada.

En cuanto vio desaparecer entre los jardines a Rogger con el teléfono en mano, ella, ignorando las palabras de su amigo y empleado, deja caer la maleta y corre hasta la entrada de la mansión. Saca una llave pequeña que de una maceta salió. ~Muy típico entre sus juegos con Lex~ Y entra.

Supergirl; Hija de KryptónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora