Frío.

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Despierto cubierta por el agua fría que sigue cayendo del cielo, un charco de sangre a mi alrededor y el peor dolor que puedo sentir en estos momentos. El dolor del alma.

Es cierto, no me puedo poner de pie y es a causa de mis heridas físicas, sin embargo lo que siento con ver su cuerpo aún tendido sobre los escombros me causa más dolor, una pena que no se puede comparar ni con la muerte. Esto ha sido mi culpa y no puedo dejar de pensar en ello. Lena me enseñaba que no todo lo que pasaba era mi culpa, que no debía cargar con el peso de eso en mis hombros, irónicamente por esa misma razón me acerqué a ella, porque ella también tenía sentimientos de culpa nublando en su vida. ¿Quién diría que aprendería tanto de ella?

Sobre mi abdomen me arrastro, apoyando mi fuerza en mi mentón y uno de mis brazos. Lo más que puedo hacer. Quiero estar cerca de ella y que abra sus ojos dándole alivio al hueco donde hace unas horas se encontraba mi corazón, que me diga que todo esto ya terminó.

Tomo su mano con la mía, su piel sigue siendo suave pero ya no es cálida, está tan fría como las gotas que caen sobre un cielo que da la bienvenida a un triste amanecer. Yo oprimo mis labios mordiéndolos hasta que sangren y mi dolor disminuya pero no es así, eso no cambia las cosas, Lena no abre sus ojos y su tacto ya no es lo que era antes. Por los escombros el líquido escarlata comienza a salir alertándome de algo que no quiero saber. A cómo mis fuerzas dan y mi voluntad las obliga, logro colocarme sentada a un lado de ella, atrayendo su quieto cuerpo contra el mío, acuñando su cabeza entre mi pecho herido y las lágrimas escurrir por mis ojos.

-No lo hagas-le susurro sabiendo que no me escuchará-No permitas que tus ojos se cierren para siempre, por favor-ruego entre mis sollozos.

No quiero soltarla, me niego a dejarla aquí, a permitir que esto termine así. Sé que es negación, que esto terminó antes de que siquiera pudiese hacer algo, y me duele, me odio a mi misma por todo esto, por mi debilidad, mi incapacidad de poder salvarla, de permitirle hacer este tipo de locuras, mirarla a los ojos y prometerle que todo estaría bien.

-No me dejes-mi boca contra su oído no hará que aumenten sus posibilidades de escucharme, sólo mi patético intento de desahogarme me lo hace creer-¡Despierta, Lena!-grito mirando al cielo. Reprochándole a quien sea que me esté escuchando.

Pasos detrás de mi, chapoteando con el agua de lluvia, dan su anuncio de presencia. Yo no estoy para ver a nadie, quisiera desaparecer con Lena y que nadie fuese capaz de vernos, de ver en mis ojos la culpa que siento.

-Kara...-es Alex, usando ese tono de arrepentimiento, y es que ahora lo veo con más claridad, el porqué el helicóptero del D.E.O no estaba ahí, porqué Alex no aparecía por ningún lugar.-Yo...

-Ella te lo pidió-concluyo a voz débil. No se necesita ser adivino para saber que mi hermana asiente con vergüenza.-Es una cabeza hueca-rio con mis ojos puestos en los suyos, que siguen cerrados. La risa no tiene lugar aquí pero es lo único que se me ocurre hacer.

-Ella no quería abandonarte-explica Alex colocándose a mi lado, de rodillas al suelo y uno de sus brazos rodeándome-Dijo que no se iría sin ti.

-Mintió-interrumpo molesta-Porque ella ya se ha ido sin mi-me lamento gimoteando con desespero. Hipeando en el proceso, donde mi llanto ya no es suficiente y arrancarme de un tajo la garganta parece lo menos doloroso y lo más efectivo.

-Llamaré a J'onn, tienes heridas graves y ella...-se calla al no saber qué más decir. Tampoco sé qué decir o cómo actuar, ahora mismo no quiero hacer nada-Pronto las calles se empezaran a llenar de personas y no creo correcto esta escena.

Volteo a verla con molestia.

-M importan muy poco ellos-escupo con rabia-Sólo déjame aquí con ella, no me moveré.

Supergirl; Hija de KryptónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora