│El inicio del fin│

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Siempre me ha parecido que describirse uno mismo es la tarea más difícil que se puede presentar

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Siempre me ha parecido que describirse uno mismo es la tarea más difícil que se puede presentar. Hacer que alguien describa su identidad en una breve frase, es una trampa de doble filo. Si hablo cosas buenas de mí, soy egocéntrica y si digo cosas malas, tengo baja autoestima; de cualquier manera, estaría mintiendo, porque probablemente ni siquiera me conozco a mí misma.

     Por ahora solo puedo decir que mi nombre es Ana y esta es mi historia.

     Todo comenzó en la preparatoria con una joven Ana que apenas estaba en su primer semestre.

     Fue entonces que conocí al chico sobre el cual trata esta historia y a quien le daremos un nombre alternativo para evitar llamarlo «el innombrable», y que eso nos lleve a imaginar a cierto villano de una saga reconocida. Como si realmente temiera mencionarlo.

     Así que lo llamaremos KJ.

     Recuerdo que lo primero que vi, fueron sus cabellos rizados que se mecían con el aire y brillaban con la luz del sol decembrino, mientras el frío y las gotas de rocío se evaporaban en el ambiente como un sutil recordatorio de la estación del ...

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     Recuerdo que lo primero que vi, fueron sus cabellos rizados que se mecían con el aire y brillaban con la luz del sol decembrino, mientras el frío y las gotas de rocío se evaporaban en el ambiente como un sutil recordatorio de la estación del año en que estábamos... Lo sé, lo siento, pero a veces no puedo evitar ponerme un poco romántica con la época fría.

     Como iba diciendo, KJ no era un chico popular. Más bien diría que permanecía en la franja de lo invisible. Aun así, no entiendo qué fue lo que me llamó la atención de él; quizá fue haberlo visto jugar básquetbol en ese momento o su sonrisa, esa que contenía una chispa, un no sé qué, que lo hacía lucir como una persona feliz y, por ese entonces, estar con alguien feliz era lo que yo más necesitaba.

     Debo decir que no lucía como el típico atleta y sexi jugador profesional del deporte, más bien era poco hábil, aunque eso no le impedía reírse como si nada le importase; fue eso lo que capturo mi atención, lo que hizo que mi mirada se posara sobre él como un imán.

    Nunca había hablado con él a pesar de que compartíamos clases todos los días. Sin embargo, su forma de jugar como un niño me hizo querer ir y unirme a él, pero no tuve valor.

     En aquel momento, nuestras miradas se cruzaron por un segundo; sin embargo, volvieron a su lugar de inmediato y, aunque pareció un encuentro insignificante, ese día su mirada esporádica fue todo lo que necesité para que KJ se colara en mis propósitos de año nuevo.

15 razones para no volver con él ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora