│Razón dos│

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El ciclo escolar terminaba más o menos al mismo ritmo que lo hacía mi vínculo con KJ

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El ciclo escolar terminaba más o menos al mismo ritmo que lo hacía mi vínculo con KJ. Mientras los meses pasaban, sentía como esa venda que aferré tan fuerte para cubrir mis ojos, se estaba cayendo.

     Él parecía seguir ignorando mi forma de intentar complacerlo en absolutamente todo, volverme la mejor versión de novia posible intentando hacerlo feliz y recuperar lo que solía sentir por mí. Intenté todo lo que estaba a mi alcance, pero cada vez más me hería el observar como resultado una sonrisa agridulce en el mejor de los casos.

     Una noche el llanto me venció, después de cierto tiempo se volvió en un comportamiento habitual. Ese escudo emocional que KJ había logrado colocar a mi alrededor cuando comenzamos a salir, ese que me hacía sentir como si nada malo pudiera pasarme si estaba junto a él: estaba ya destruido.

     Mojaba la almohada con mis lágrimas cuando comencé a reflexionar: ¿qué seguía haciendo yo allí? Y con esto no solo me refería a mi relación, sino también el lugar donde estaba viviendo. ¿Qué hacía en esa casa en la que me sentía tan mal? Aunque el año anterior me negué a ir solo porque quería estar con él, ya no tenía fuerzas para continuar soportando su indiferencia.

     Si me quedaba ahora, lo que me aguardaba en mi rutina habitual sería: despertar, ir a la escuela esperando poder hablar con él, manteniendo la esperanza de que hoy estuviera de buen humor; era como jugar a la ruleta rusa con su estado de ánimo. KJ simplemente intercambiaría algunas frases por mero compromiso y luego se iría, iría a donde fuera con tal de no estar conmigo.

     Me quedaré sola pues si recurría a mis amigas en esos momentos lo único que dirían sería: ¿por qué no estás con KJ?, ¿se pelearon?, ¿qué pasa entre ustedes?, ¿por qué ya no son los de antes? Estaba harta de no saber qué responder. La única respuesta honesta sería: También quisiera saberlo.

     Probablemente sueno como una exagerada. Suena a que solo me compadezco de mí misma; sin embargo, estoy convencida de que la indiferencia es una de las cosas que más pueden lastimar a alguien, sobre todo si viene de alguien que quieres.

     Si alguien viniera conmigo y me contara todo esto, de inmediato le diría que debe dejar a ese sujeto y ser feliz sin él. Pero esa es la cuestión, es muy fácil aconsejar a otros y decirles qué es lo que deben hacer, pero no es igual de fácil saberlo cuando eres tú. Incluso si lo sabes, es difícil aceptar que no te quieren.

     Me tomó más tiempo del que me gustaría admitir, pero al fin, decidí terminar con él.

     La noche anterior se formó en mi cabeza una escena dramática, digna de una película adolescente. Una de esas donde ambos protagonistas se separan entre lágrimas diciendo «te amaré por siempre», pero solo han pasado treinta minutos en la película así que todos sabemos que volverán a encontrarse.

     Imaginé algo así, un «ahora no es el mejor momento, pero te buscaré, juro que te buscaré». Quizá las personas tienen razón al decir que las comedias románticas fríen tu cerebro; quizá no, pero definitivamente me hacen esperar demasiado de los demás.

15 razones para no volver con él ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora