2. La Celebración.

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23 de Julio de 1576.

Dieciocho años después al nacimiento de los herederos.

El clima es fresco, demasiado a como se acostumbra en la época del año. Todos fuera están preparando el carruaje en el que viajaran al castillo de los Styles, luego de que los Reyes anunciaran que se celebrarían los dos cumpleaños en una misma ceremonia.

María, su niñera, quien se ha hecho cargo de sus necesidades y de apoyarlo en la mayoría de los casos, está frente a él, arreglándole las mangas de su camisa que tanto ama. Es una de esas prendas que con sólo tocarlas te dan la sensación de tocar nubes, de una sedosidad infinita que quisieras cubrirte y abrazarte a ella por siempre, brindándole comodidad y tranquilidad.

―Está listo ―le dice la beta con una enorme sonrisa. Orgullosa de ser ella quien lo ha visto crecer y de mirar cómo ahora está por festejar su decimoctavo cumpleaños ―. Se ve precioso, mi Príncipe.

Louis se obliga a interrumpir sus pensamientos, a apartar su mirada de esos cuadros que estampan su pared y dirigirse a ella.

―Gracias, María ―dice con una sonrisa cálida y llena de agradecimiento.

Baja sus manos, y aunque sabe perfectamente que toda su vestimenta está pulcramente alisada y limpia, se las pasa por sus muslos. Se mira frente al espejo y de pronto se siente inseguro.

―Nana... ¿Crees que al Príncipe Styles le agrade la idea de compartir su cumpleaños conmigo?

María se vuelve hacia él con una sonrisa extraña, como si de la nada estuviera al tanto de algo que solamente él ignora. Como si estuviera diciendo tonterías y ella las celebrara con esa sonrisa que no dice nada, pero está ahí.

―He de suponerlo, pero ¿por qué lo pregunta? ¿Cree no agradarle al príncipe? ―inquiere recelosa.

Ella es la nana, sí y justamente la hechicera. Luego de aquel día en que se apareció en el castillo, los Reyes decidieron contratarla para mantenerla cerca y de esa manera estar al tanto de cuanto pudiera pasar. Sin más, su cría estaba primero y por nada permitirían estar sin protección de una hechicera. Él niño fue condenado, pero necesita sobrevivir a lo estaba por venir. María sabe más de lo que nadie cree, solamente que ha estado guardándose secretos que pronto soltara a su niño Louis. El ahora príncipe. Por supuesto, él es inocente a cualquier cosa respecto al hechizo, y ahora que los dieciocho años han caído sobre sus hombros, el joven omega necesita saberlo. Necesita saber lo que implica crecer en una vida tan cruda, donde existen los hechizos y maldiciones sobre la pureza de la luz.

―No... por nada. Sólo era curiosidad.

Ella asiente y con una reverencia sale de la habitación. Louis se mira por última vez en el espejo y un suspiro inseguro sale por sus labios. Teme y se siente nervioso porque nunca ha tratado completamente a ninguno de esa mencionada familia, aunque sabe que sus padres son buenos amigos, pero eso sigue sin serle suficiente, no cuando en ese par de cenas en los últimos dos años ha asistido al castillo y se ha encontrado en un silencio sepulcral en el jardín, debido a que ha tenido que escaparse de una embarazosa situación con sus padres hablando de cosas sin remedios sobre el pueblo o de su madre y Anne que hablan y parlotean de sus tiempos de señoritas. Él sin duda no encaja con ninguno de ellos. Mucho menos con el príncipe que se ha portado grosero y que, desde siempre lo ha sido, no solamente con él, incluso con su hermano menor Zayn. En cambio, ese chico es agradable y amable, con una sonrisa preciosa que te hace sentir en confianza y con ojos cálidos y que siempre termina salvándolo de esa oscuridad a la que el silencio lo atraía. Con él podría decirse que tenía más confianza, pero siempre siendo tímidos como para tener una gran serie de temas para hablar. Por lo que terminaban volviendo a centro del castillo donde sus padres se encontraban charlando.

The Rose and the DaggerWhere stories live. Discover now