8.Ebrio.

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HOLAAAAAA, BEBÉS. Les traigo capítulo nuevo luego de una larga espera. De verdad, muchas gracias. Por esperar, por seguir aquí, y por dedicarle poco o mucho de su valioso tiempo a mis historias. Creo que nunca dejaré de agradecer que estén aquí.

Realmente espero que el capítulo sea de su agrado, y que lo disfruten. Lxs quiero. Pronto nos leemos.

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Tomará riendas, tomará el poder que le corresponda, hará del castillo su hogar. Al menos eso sí podrá manipular, llenará el jardín de rosas, de sus preferidas; un surco de rojas, uno de blancas, un patrón y combinación perfecta. Siempre le ha gustado mirar la nieve, pero para mala suerte, solo la conoce de libros y cuentos que su nana se ha encargado de contarle, e incluso ha logrado apreciar a través de esa bola de cristal que varias veces le mostro de niño, haciéndole prometer que no le diría a nadie. Y el secreto sigue a salvo. La rosa blanca es la nieve para su ilusión. Y la roja es un mero gusto, porque las rosas rojas son preciosas y pasionales.

Hombres que mando traer del pueblo para realizar el trabajo cargan costales de aquí para allá, mientras otros raspan la tierra y siembran las semillas. Si él está volviéndose débil, no será en vano, se encargará de dar vida a decenas de hermosas plantas, para que al menos así alguien pueda decir que dio vida a un reino. Su espíritu podrá representarse por medio de ellas, porque él es una rosa, según María le ha dicho.

¨―Eres como una rosa..., fuerte, precioso, lleno de vida y noble, pero también eres débil; si te maltratan te desvanecerás y las espinas no te defenderán lo suficiente. Pero si algo he de decirte es que aquel que te haga daño, tarde o temprano se arrepentirá de no haberte cuidado, se sentirá solo y sin vida, es ahí cuando mirará que no salió ileso y una espina quedo incrustada en su piel, robándole el alma.¨

―Señor ―le llama uno de los obreros ―, ¿dónde pondremos los costales restantes? Han sobrado muchos.

El alfa logra sacarlo de su ensoñación. Todo parece tan raro, incluso cuando sabe que también es su Reino y puede ordenar cosa que le plazca. Vuelve su mirada al obrero, quien atento espera su respuesta.

―Llévenlos a sus casas ―responde finalmente ―, repártanlos entre ustedes y encárguense de sembrar cada una de las semillas ―les mira serio, sin legar a fruncir demasiado el ceño e indicar una amabilidad discreta ―. Es una orden de su Rey.

El hombre asiente e inmediatamente se aleja para dar instrucciones a los demás obreros, no sin antes hacer una reverencia, que Louis agradece con una sonrisa.

Louis entra al castillo, soltando un suspiro cansado, mirando con detenimiento cada diseño de las rocosas paredes mientras sube a la torre, la cual ha mandado a limpiar y amueblar. Es su nuevo y único lugar favorito en ese inmenso castillo, donde todo es solitario y frívolo. Donde no hay ni una pizca de amor por nadie y parece estar bajo una pesadez oscura. Una atadura eterna a su libertad.

En la torre ha encontrado una paz excepcional, tranquilidad a su cuerpo y mente. Puede sentirse descubierto y libre. Es digno de ser débil, y aun así sentirse seguro bajo los barrotes de su Reino.

Zayn y Harry a menudo salen al pueblo a atender deberes. Crear alianzas con pueblos solitarios y resguardarlos como territorio del Reino. Louis agradece que no se hayan visto envueltos en luchas de rivalidad o de poderío con otros reinos, aunque si es sincero Harry está buscando demasiados problemas, y es por eso que últimamente Zayn se está encargando de ello. Igualmente, Harry se va de casa diciendo que no tiene ganas de lidiar con sus preguntas pesadas y comentarios ostentosos, cuando en realidad no intenta más que saber más acerca de lo que sucede en el Reino. Su Reino. Y aunque sea un poco más de él, su esposo.

The Rose and the DaggerWhere stories live. Discover now