INTRODUCCIÓN

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El hombre levantó sus manos frente a la multitud. Era una especie de sacerdote. Tenía un gran amuleto de oro colgado en su pecho y una extraña túnica negra. La barba blanca, y la cabeza cubierta por un turbante rojizo. Su voz se elevó sobre el auditorio:

-Hermanos, muchos son los males que nos aquejan, muchas las dificultades de nuestra vida, pero pronto llegará desde los cielos el astro redentor, que destruirá la Tierra y resolverá así todos nuestros problemas. No temaís, pues, a los obstáculos, ni a las deudas, pues todo desaparecerá pronto delante de nuestros ojos.

La multitud comenzó a gritar y aplaudir. Había una gran algarabía en esa especie de anfiteatro que estaba rodeado por algunos árboles que no llegaban a constituir un bosque. El sol empezaba a ocultarse en el horizonte. El hombre continuó hablando:

-Despertarán las montañas y enloquecerán los mares. La Tierra temblará como nunca antes ha temblado. No quedará piedra sobre piedra cuando su rojo cuerpo se tienda sobre nosotros, y aun el planeta más poderoso será arrancado de su órbita.

El clamor de la multitud aumentó. También los aplausos. El hombre elevó aun más sus manos hacia el cielo y continuó diciendo, con una voz más fuerte:

-Porque está escrito y comprobado que él ha pasado alguna vez por nuestra Tierra y el suelo ha estallado bajo su furia, y la vida se extinguió con su aliento infernal. Muy pocos sabían su nombre cuando lo vieron descender, porque ha sido conocido con muchos nombres, y en muchos idiomas, a lo largo de la Historia. Pero nosotros lo hemos llamado Hercólubus, el destructor.


Hercólubus, el destructorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora