Capítulo 6

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A pesar de que tenía las manos atadas, a pesar de que no podía levantarse del suelo, aquel salvaje me aterraba. Balbuceaba y se retorcía, intentando librarse de las ataduras. Si lo hubiese logrado yo no estaría relatando esto.Luego, se calmó y empezó a hablar con una sorpresiva claridad:

-En vano me mantiene atado aquí-dijo-. Hercólubus va a destrozar la tierra. Usted morirá, junto a mí. Libéreme, porque no tengo motivos para matarlo. Yo conozco un lugar en la aldea en donde hay un refugio especialmente diseñado para la catástrofe que sobrevendrá pronto. Es el único lugar en esta tierra que puede salvarnos de Hercólubus.

No sabía qué hacer. El salvaje se había serenado, misteriosamente, pero no podía confiar en él.

-¿Entonces ese planeta existe?-le dije.

-Existe-dijo él-y está muy cerca de nosotros.

Pensé por un momento. Luego dije:

-Dígame dónde está el refugio. Iremos juntos, pero no lo liberaré. Si ese refugio existe, entonces le quitaré las cadenas.

El salvaje no parecía conforme con mi propuesta.

-Entonces nos quedaremos aquí-dijo-. La tierra empezará a temblar, y ambos moriremos. Yo tampoco puedo confiar en usted. Quizá me mate luego de que le indique el refugio.

No le dije nada. Permanecimos en silencio, durante el resto del día. Pero a la madrugada me desperté sobresaltado porque, como había dicho el salvaje, la tierra empezó a temblar. No había nada anormal en el cielo. El temblor pudo haber sido natural. Pero el salvaje, que también se había despertado con la sacudida, me dijo:

-Si no se apura a desatarme, ambos moriremos.

Decidí esperar, pero de pronto la tierra volvió a temblar y las grandes piedras del anfiteatro tambalearon. Una de ellas cayó pesadamente, se quebró.El temblor había sido más fuerte que el anterior.El salvaje dijo, casi gritando, nerviosamente:

-Esto ha ocurrido muchas veces. Esto ya ha ocurrido. Él ha sido conocido por muchos nombres. Lo llamaron Marduk, Ajenjo, y también Nibiru, que significa "lugar que cruza". Él ha cruzado muchas veces, desde el espacio remoto hasta el interior de nuestro sistema solar. Ha cruzado las órbitas de todos los planetas, y también la nuestra. Ha pasado mil veces hacia el otro lado de todas las cosas, transformándolas. La vida no ha vuelto a ser la misma cada vez que él la ha cruzado. Nosotros lo conocemos con el nombre de Hercólubus, el destructor. Esto ha ocurrido muchas veces, y está ocurriendo ahora.

No tenía más alternativa que desatarlo, porque la tierra no dejaba de temblar, y cada temblor era más fuerte que el anterior. Yo sabía que, lo más probable, era que el salvaje me matase. Pero tenía que arriesgarme, porque lo que estaba diciendo era verdad.

Hercólubus, el destructorWhere stories live. Discover now