Interminable Condena

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Oneshot - Shirabu x Ushijima

Es otra calurosa tarde en el recinto deportivo, mucho más acalorada que la del día anterior en realidad; como la de ayer, que fue más calurosa que la anterior a esa... y así sucesivamente. El rugido de los entusiasmados deportistas y su convicción por la disciplina en el vóley era la mejor genialidad del momento. El entrenador sonreía complacido y sus virtuosos muchachos se sentían cada vez más complacientes con él. Sí, el final de la jornada estudiantil expandía sus espíritus en cada saque, cada rebote, cada trote y cada impacto. Sólo que tal vez... el término de la jornada estudiantil era el principio para el peor de los martirios para el capitán del equipo.

La fiebre consumía sus fuerzas, el zumbido en sus oídos impedía su concentración, el galopante ritmo bajo su pecho reducía el impulso de su musculatura... y una impetuosa necesidad de ser abrasado debilitaba su voluntad por aparentar. Ushijima se sentía agotado de aparentar. Ese mordisco en su lengua, después de todo, no era el causante de su falta de comunicación en ese momento; de ello ya se había encargado el cautivador panorama de sus compañeros exhaustos y empapados de impregnante sudor. Ese aroma que comenzaba a adormecerlo dolorosamente, desbocando sus más crueles fantasías, enrojeciendo su mirada de insufrible resentimiento.

- Ushijima, basta - El entrenador susurró cerca de él, atestiguando que el mejor de sus jugadores ya había dado más del cien por ciento de sus fuerzas, temiendo que sufra una descompensación a causa de su inestable condición - Es suficiente por hoy, ve a casa o toma un descanso.

- Aún no he terminado - dijo con ceremoniosidad, mientras la rabia lo carcomía lentamente a la altura de su estómago. No... ese mordisco en su lengua tenía un nombre, y se llamaba disciplina.

El entrenador dejó salir un extenso suspiro...

- Suprimir las feromonas es más sencillo cuando se trata de un omega ordinario ¿no es así? - En ese momento Ushijima abandonó la ceremoniosidad y mostró su verdadero rostro compungido e insolente, había dado en el blanco con sus palabras - No logro detectar nada en ti, pero tú...

- Prometo que tomé todas las precauciones - dijo con apuro, algo ciertamente nada típico en él y que, juzgando por la furtiva mirada con la que el entrenador le observaba, rebeló la seriedad de su condición actual - Ellos no lo detectan, no debería ser un problema si lo tengo bajo control.

El entrenador dejó salir otro extenso suspiro, de esos que hacían sentir a Ushijima en un juicio del cual estaba a punto de perder. Se acercó a Ushijima y posó una sobre su hombro, el cuerpo de su devoto alumno se tambaleó un instante con el menor de sus fuerzas. Pobre muchacho, pensó, reconociendo que estaba sufriendo y que debió ser una difícil semana para él.

- Tomar todas las precausiones no es sinónimo de ingerir todo el frasco, hijo.

Ushijima tragó corto y se apartó de su lado, sentenciado a pasar el resto de la tarde apoyado en la pared de los servicios sanitarios y su orgullo, antes de que el entrenador pudiera decir "toma un corto receso". Pero un corto recreo hubiese sido muy complicado. Ingerir la dosis normal de los supresores no hubiera podido alejar a los alfas del equipo, pero tampoco hubiese retorcido sus entrañas sin misericordia. Ushijima tiró la palanca y esa masa blanquinosa desapareció con el correr del agua junto a la densa capa con la que se había revestido para ser invisible, ser uno más del grupo... ser alguien extremadamente enfermizo, sí, pero no un atrapa hombres...

- ¿Wakatoshi...?

Ese débil sonido... ese profundo e hiriente cuchillo. Ushijima gimió encogióendose en aquel cubículo, bajo la cálida voz de un alfa que acababa de acariciar el dolor de su estómago envenenado con su ameno llamado, rogando porque la sombra de Shirabu siguiera su camino por el largo del pasadizo... pero no fue así. Shirabu se detuvo a encorvarse frente a su puerta, protegiendole de cualquier otro invasor que viniera a por él atraído por la desmandada intensidad de sus feromonas. A como iba, ingiriendo grandes cantidades de potentes supresores que sólo amortiguaban su delicioso aroma mas no su insaciable apetito, Ushijima tenía la sensación de que nunca llegaría el día en que su cuerpo pudiera abandonar esa brutal angustia.

Shirabu agudizó sus oídos, inclinando un poco el cuerpo para oír mejor. Si en algún momento pensó que mantenía seguro a Ushijima con tales acciones mezquinas, estuvo muy equivocado; la increíblemente escasa distancia entre los dos era un excitante suplicio.

- No deberías estar aquí - Ushijima hizo su mejor esfuerzo para hablar con seguridad.

- Las practicas ya acabaron, todos se fueron a casa. ¿Puedes... salir de ahí? - pidió.

- Ahora... no es un buen momento... - Entrecerró las piernas rápidamente, escondiendo su indecorosa erección de su propia vista - No escuche el rocío de las regaderas - vaciló.

- Eso es... porque tu aroma los estaba enloqueciendo - dijo finalmente, haciéndose una idea de las expresiones que Ushijima dibujaba en su rostro en ese momento - El entrenador tuvo que enviarlos a casa, se encuentra en la enfermería ahora. Dijo que traería algo que te ayudará.

Ante el profano silencio, temiendo un desmayo en consecuencia de alguna descompensación de Ushijima, Shirabu abrió la puerta del cubículo de un leve empujó, encontrando al poseedor de toda su admiración contorneandose en medio de un tren de espasmos que humedecían la zona de su entrepierna por debajo de sus pantalones cortos. Ushijima desvió la mirada, sumido en la vergüenza por la falta de habla ante un inesperado orgasmo. Shirabu, se inclino frente a él.

- No... - Ushijima retrocedió en un respingo, sin poder advertir alguna salida del cubículo. Sin embargo, Shirabu sólo se detuvo a observarle directamente a los ojos - Sh-Shirabu, yo...

- Está bien, Wakatoshi, continúa - dijo, compasivo; e hipnotizado por el temblor de sus caderas y el rubor de sus mejillas, trazó una con las yemas de sus dedos en aquellas rodillas desnudas.

- ah... - gimió dulcemente, aterrado por la reacción de su cuerpo ante esas caricias - E-espera... Shirabu, esto n-no está bien - suspiró elevando la mirada al cielo. Dolía donde Shirabu posaba sus dedos, el calor en sus rodillas descendía sin freno por sus muslos internos - ¡p-por favor...!

Derrotado por la proximidad de otro clímax, Ushijima encorvó la espalda propinándose a sí mismo una violenta mordida en su antebrazo para silenciar el estallido de sus gemidos. Su codiciada miel atravesó los confines de la indumentaria deportiva ante sus propios ojos, deseando que la tierra lo tragase en el preciso momento en que la sensación después de correrse lo persiguiera a través del contacto de unos labios ajenos, rompiendo en llanto ante un tercer orgasmo a causa del roce de sus lenguas y una creciente angustia por más.

Shirabu se apartó de inmediato, sintiendo un arrepentimiento total por la ansiedad de su mejor amigo a quien había deseado marcar a penas un par de segundos atrás en contra de su voluntad. Ushijima bajó la mirada notablemente decepcionado y agradecido a la vez.

- Pedí que te detuvieras - reclamó, odiandose a sí mismo por el día de su nacimiento y la dura posición de ser un omega resistente a la dosis normal de los supresores.

- Lo siento... - suspiró, muy apenado, memorizando las expresiones que había fotografiado del rostro de Ushijima y la suavidad de sus labios - Me dejé llevar, no debí... ¿estás bien?

- ¿Donde está el entrenador? - La fiebre comenzaba a emborronar su vista - Quiero ir a casa...

- Tranquilo, ya debe estar en camino - dijo, levemente asombrado porque Ushijima bajara tanto la guardia con él, permitiendole limpiar el sudor de su rostro. Ushijima, refrescado por sus delicadas atenciones, se sumergió en un profundo sueño - Wakatoshi... - intentó despertarlo con suavidad, sin ningún resultado - Debe ser muy duro ser el único omega del equipo...

Dos de Corazones (Oneshot & Headcanon - Haikyuu!!)Where stories live. Discover now