Huit

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Al día siguiente tenía que ir al trabajo, pero decidí tomarme el día e ir con mi especialista para contarle lo ocurrido (aunque realmente era una excusa para no ver a Romeo).

—Eso es imposible, Leonardo —dijo Franco, el doctor que se ha hecho cargo de mi desde que yo era bebé—. Debes de estar soñando.

—Es verdad, me besó, después le toqué la mejilla y no me dio ningún tipo de reacción.

—No puedo creer eso hasta verlo —dijo—. Es imposible, todos estos años hemos hecho distintas investigaciones y análisis y tu alergia no es algo que se cure.

—No es que se haya curado, mi cuerpo no reaccionó con él —dije.

—¿A qué te refieres?

—Después de eso volví a casa, platiqué con mi madre, le conté la historia y luego la tomé de la mano —dije y suspiré—. Ahí sí tuve una reacción.

—Eso es imposible, Leonardo —dijo—. Fue un sueño, seguramente.

—Deja de decir eso.

—Tráeme a la chica, y cuando ambos estén aquí, muéstrame.

—Uh... Hablando de eso... —dije en medio de un suspiro—, no puedo.

—¿Por qué no puedes?

—Porque no.

Franco me miró mal.

No es que no lo quiera traer para enseñarle a Franco como no me da una reacción alérgica, no lo quiero traer porque es un chico.

—Tráela el miércoles.

—No.

—Hazlo, Leonardo —dijo enfadado.

Vaya, estoy en problemas.

Asentí, tomé mis cosas y me fui.

Dios, si en este momento me atropella un autobús, no me quejo.

Bueno, veré como salir de esto luego, ahora tengo que decidir si debería ir al trabajo o si es mejor que regrese a casa.

Si voy al trabajo seguramente veré a Romeo, pero si voy a casa significa que estaré todo el día con mi madre. Ambas igual de malas.

Decidí ir al trabajo y cerrar mi puerta con llave.

Llegué, todos estaban ocupados así que no se molestaron con saludarme, lo cual era bueno, hoy.

Llegué a mi oficina y le pedí a mi secretaría que viniera para decirme cuáles son las cosas que necesito hacer hoy.

—Parece que tú y Romeo se llevan bastante bien —dijo indignada.

No me esperaba eso.

—¿Q-Qué?

—Dice Kentú, el de redacción, que los ha visto varías veces yendo juntos a casa —dijo—. ¡Sabías que a mi me gustaba! ¡No me lo quites!

—¡No te lo estoy quitando! ¡No somos amigos, ni nada! Sólo se ofreció a llevarme a casa los días de lluvia y yo accedí. Deberías entenderme, sabes lo que podría pasar si me mojo.

—¡Pero es injusto!

—¡Basta! Dime lo que hay para hoy.

—Además del karma que tendrás por quitarme a Romeo, tienes dos juntas por los estados de cuenta de los directores, y tienes que hablar con el director morocho acerca del ensayo general.

—¿Ensayo general?

—Sí, de la obra de mi Romeo.

Asentí y le pedí que se fuera.

Hablar con Patrick significaba ver a Romeo.

¿Acaso este día no podía ser peor?

Excepto túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora