Neuf

10.8K 1.8K 358
                                    

Le pedí a Sandra, mi secretaria, que me mandara el horario y los lugares en donde la primera junta se ejecutaría, después de eso sólo esperé a que fueran las 12 para empezar con ella. A las 11:40 salí de mi oficina y me dirigí a la sala de conferencias, en donde iba a hablar con mi equipo y directores sobre aumentos de salario, despidos y más. Cosa que cada mes se repite, no sé cómo lo había olvidado. De camino a allá tuve que esquivar 2 veces a Romeo, escondiéndome detrás de utilería o corriendo hacia a otro lado. Cuando llegué la junta comenzó. Una hora después terminó y me fui a la siguiente junta, que era para revisar estados de cuenta y cosas del banco. Cuando aquella junta terminó me fui directamente a mi oficina, esperando que en ningún momento me topara a Romeo.
Le llamé a Patrick, o mejor conocido como "director morocho" a mi oficina. Llegó minutos después acompañado de nada más y nada menos que de Romeo, que me miraba enfadado, muy enfadado. Intentaba no mirarlo, y fue muy difícil.

Quedamos que la semana siguiente se haría un ensayo general, para que todos vieran como la obra iba progresando. Se supone que cada mes deberíamos hacer una, como era un gran proyecto teníamos que asegurarnos que todo saliera a la perfección. Quitar, agregar y modificar; eso hacíamos después del ensayo.

—Bien, gracias por todo —dije— Puedes irte.

Patrick se despidió con la mano y salió de la oficina, seguido por Romeo, o eso pensaba yo.

Cuando Patrick salió y Romeo estuvo lo suficientemente cerca de la puerta la cerró con llave.

—¿Por qué me evitas? —preguntó.

—Y-yo no te evito.

—Claro que lo haces.

—Sólo he estado ocupado.

Se acercó a mi y me tomó del brazo.

Se veía muy enfadado.

Sentí en mi pecho un dolor agudo. Pero no el tipo de dolor de cuando me golpeo o me da una reacción alérgica. Era diferente.

—Vamos, te llevaré a casa.

Me solté de su agarre y retrocedí. Me daba vergüenza mirarlo a los ojos. Cada vez que lo miraba el recuerdo de sus labios junto a los míos volvía a mi cabeza.

—Hoy tengo que quedarme hasta tarde.

—No mientas.

—No estoy mintiendo.

—Bien —dijo y bufó. Salió de la oficina enojado, más de lo que estaba antes.

Yo no estaba mintiendo, pero... También agradezco que no tenga que ir con él hoy.

Sólo necesito pensar bien las cosas.

Escuché murmullos por parte de Sandra y seguramente Romeo. La curiosidad me ganaba, entonces decidí abrir un poco la puerta, para escucharlos, o por lo menos verlos. Grave error.

—Entonces... Sal conmigo —dijo Sandra coquetamente.

Romeo bufó.

—Está bien.

Claro, debí de suponerlo.

Él sólo estaba jugando.

Excepto túWhere stories live. Discover now