Finale

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Nos separamos por la falta de aire.

Me acarició la mejilla y sonrío con dulzura, eso hizo que bajara la mirada avergonzado.

Se acomodó en la banca y me acomodó a mi pasando su brazo por mi cintura, tanta cercanía me hacía ponerme nervioso, más si sus ojos me miraban de esa forma.

—Verás... Un día mi padre llegó al hospital —dijo comenzando a contar su historia—, mi madre y yo estábamos muy sorprendidos y al mismo tiempo atemorizados, no sabíamos lo que era capaz de hacer. Habló con mi madre y después de una pequeña discusión mi padre se acercó a mi y me dijo que teníamos que irnos del hospital. Mi madre empacó todas mis cosas rápidamente y salimos del hospital, ni siquiera tuve tiempo de despedirme de todos... De despedirme de ti.

—N-No me tienes que contar esto si no quieres.

—Quiero contarte todo, ¿puedo? —preguntó.

Asentí, tomé su mano y entrelacé mis dedos con los suyos.

Podía sentir que Romeo, o bueno... Oliver estaba temblando, y estaba seguro que no se debía a la brisa fresca que se paseaba por la ciudad.

—Nos mudamos a Portland, Oregón y ahí estuvimos un tiempo hasta que nos tuvimos que mudar de nuevo y así consecutivamente, hasta que llegamos a Tampa, Florida, ahí mi madre me dijo que ya había juntado suficiente dinero para poder alejarnos de mi padre, y una calurosa noche mi madre y yo escapamos de casa y nos fuimos a Baltimore, Maryland.

—Ahí conociste a Thomas.

Romeo asintió.

—Llegamos ahí sin dinero ni un lugar en donde dormir, y una amable familia que venía junto a nosotros en el autobús nos dio hospedaje. Era la familia de Thomas, la cual cuidó y hasta ahora sigue cuidando de nosotros —dijo y suspiró— después de establecernos, mi madre cambió mi nombre y me convertí en Oliver Tionary. Tionary es el apellido que de mi madre que usaba antes de casarse con mi padre.

—¿Y por qué cuando te busqué en el directorio te encontré como Oliver Cromwell?

—Porque cuando tuve la edad suficiente para trabajar descubrí que para cambiar mi nombre necesitaban la autorización de mi padre, así que nunca lo cambiaron —dijo y sonrío como si fuese cómico—. Cuando tuve la edad suficiente para trabajar encontré un empleo en una agencia de viajes, por lo cual comencé a viajar mucho, un día que estaba en Nueva York por trabajo me dijeron que mi jefe iba una fiesta de celebración de los 15 años que tenía la empresa, y todos íbamos a ver una obra cómica llamada "Mitades".

—Esa fue una producción de mi teatro —dije interrumpiéndolo.

—Así es —sonrió—. El nombre del teatro se me hacía familiar, y pregunté por el dueño, cuando dijeron "Leonardo Sullivan" todo regresó a mi cabeza, te encontré y decidí no dejarte ir de nuevo.

Me sonrojé.

—Pero —siguió hablando— como de alguna forma tu familia y mi padre se conocían tenía miedo de decirte quién era en verdad, así que cuando me registré para la audición de "Dime" dije que mi nombre era Romeo Montsco. Y así siguieron las cosas, hasta que Sandra descubrió que mi nombre era Oliver Cromwell y que mi padre era un criminal y entré en pánico así que accedí a salir con ella con tal de que no te dijera nada.

—¿No pensabas decirme la verdad?

—Claro que en algún momento iba a decirte la verdad, pero... Todo se complicaba por todas las estupideces que hacía y sólo me dejé llevar por lo que pasaba así que no tuve la oportunidad.

Sonó el celular de Romeo, él me soltó y se levantó para contestar, después de hablar regresó conmigo y sonrío.

—Era Thomas —dijo—, estaba preocupado porque salí de la nada después de que me contó que habló contigo.

—Pensé que lo enviaste tú.

—Preferiría decirte las cosas yo a que él te lo diga todo mal.

Suspiré.

Tantas cosas habían pasado que apenas podía procesar la información.

Él al parecer se dio cuenta de mi cansancio y me abrazó.

Dejó caer su cabeza en el espacio que había entre mi cuello y aspiró profundamente.

—No sabes cuantas ganas tenía de tocarte —dijo—. Tenía tantas ganas de tenerte a mi lado.

Se separó de mi y juntó nuestras frentes.

Se quedó mirándome, sus ojos me hacían ponerme nervioso.

Sonrío y me besó.

Le correspondí de inmediato.

Nos separamos y me ofreció llevarme a casa, a lo cual accedí.

Llegamos, se despidió de mi con un beso y se fue.

Todo parecía tan irreal que después de bañarme y alistarme para dormir me pellizcaba para saber si lo que pasaba era real o un sueño.

Aún faltaban muchas cosas que resolver, pero estoy seguro que si me quedo a su lado todo estará bien.

Los días pasaron y un martes por la tarde llegó Sandra muy enojada a mi oficina.

—¿¡Cómo es posible?!

—¿Qué cosa, Sandra? —dije no poniendo mucha atención.

—Que Romeo me haya dejado por nada más y nada menos que por ti.

Al terminar de escuchar esa oración mis mejillas se tornaron a un rojo carmesí.

—Seguramente sólo está contigo por tu dinero, después de todo sólo eres un enfermo con dinero —dijo enojada—. Es asqueroso, son asquerosos. ¿Cómo un hombre puede estar con otro hombre? No es natural, están enfermos. No quiero volver a verlos en mi vida.

—Si no quieres vernos, renuncia —dije sonriendo—, después de todo necesito a alguien que sí tenga neuronas para este trabajo.

Refunfuñó un poco más y salió que mi oficina. La mañana siguiente encontré su carta de renuncia sobre mi escritorio. Sólo sonreí victoriosamente.

—¿Qué le dijiste a Sandra? —le pregunté a Romeo (resulta que prefiere "Romeo" a "Oliver) cuando sentí sus brazos rodeando mi cintura.

—Que te amo —dijo y se acercó para besarme.

Me sonrojé y me alejé de él avergonzado.

Mostró su sonrisa creída y se acercó a mi pretensiosamente.

Me abrazó y colocó sus manos por detrás de mi, me pegó a él y me besó.

Sólo me quedó corresponder él beso, aunque no es como si me disgustara.

Fin

Excepto túOnde histórias criam vida. Descubra agora