Vidas cruzadas

35 4 0
                                    

Él corría,
nunca le enseñaron a andar.
Se fue
tras luces pálidas
Ella huía de espejismos
y horas de más

Ella:

Tiene un amargo sabor a café, a noches de insomnio y ataques de poesía.
Lleva la palabra "vida" escrita en manchas oscuras bajo la mirada, buscando un horizonte muy lejos de aquí.
Buscando.
Buscando.
Ni siquiera está segura de saber qué busca.
Ni siquiera sabe dónde está, o a dónde huir cuando todo estalle.
Porque estallará, por supuesto.
Y ella lo sabe, pero realmente no le importa mientras pueda jugar a ser feliz un ratito más.
El disco da otra vuelta en su cabeza, su canción suena de nuevo.
Un rato más, por favor.
Solo un rato.
Al menos hasta que salga el sol.

Él:

Huele a risas ahogadas, a locura, al calor de una buena manta en invierno.
No conoce de fronteras, de mentiras ni de soledad.
Tiene siempre esa expresión de niño pillado en mitad de una travesura,
esa chispa de vida iluminando su porción de mundo.
A veces se vuelve gigante.
A veces te mira con ese aire de "voy a comerme el jodido mundo, puedes sentarte a observar o venir conmigo".
Y entonces hay que ser muy idiota para dejarle escapar.
Porque trenes como él pasan con suerte un par de veces en la vida.
Lo coges o te arrolla.
Y él es un maldito ave.
Volando a toda velocidad.
Huyendo a toda velocidad.

Palabras ignoradasWhere stories live. Discover now