Ophelia

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    "Heaven help the fool who falls in love"

Un día me dijiste que todos los idiotas acaban enamorándose en algún momento. Sonaba como una advertencia, o puede que un consejo. Te respondí que el amor me aterraba, quizás que me repugnaba; no recuerdo cuál era la excusa por aquel entonces. Me sonreíste como si de verdad me creyeras idiota y repetiste con cinismo que, al final, comportarse como el imbécil que eres resulta inevitable.

Tal vez debería haber escuchado, o tal vez debería haberme marchado antes de convertirme en el idiota que, como todos, se acaba enamorando. Porque llevas en mi mente desde entonces, y creo por fin que empiezo a entender a qué te referías con todas las metáforas baratas.
Tenías razón con lo de que, en el amor, o te ahogas o flotas.
Y tú y yo, cariño, estamos en el fondo del lago.

Nunca pensé que podría llegar a querer, menos aún a quererte; nunca me vi capaz de volverme tan imbécil como para perder la cabeza por la eterna contradicción que representabas.

No eras más que la chica rara con nombre de personaje trágico y aires de indie comercial.
Sonabas como la típica melodía que repites en bucle un sábado cualquiera a las tres de la mañana mientras lees poesía cutre y finges que tienes una vida de mierda. Sabías como la primera calada, que solo has tomado para sentirte mayor y te da ganas de vomitar, o tal vez de dar otras veinte más. Olías a todas las tazas de café que te ayudan a sobrevivir durante el día pero te mantienen en vela de nuevo después de cuatro noches sin dormir.

Prácticamente eras el estúpido cliché que reunía todos mis placeres culpables.

Pero maldita sea, eras el único cliché que releería mil veces y juro que no entiendo cómo no me ahogué a tu lado mucho antes.

Palabras ignoradasWhere stories live. Discover now