Capítulo 1.

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Ese día resultó ser realmente agradable, el sol resplandecía en el cielo azul mientras una cálida brisa refrescaba el atractivo rostro de aquel joven que esperaba el autobús que lo llevaría a casa.

Fue un día normal como todos, pero esa tarde un joven rubio lo miraba interesadamente, sus ojos lo delataban, había un destello de lujuria en ellos e inspeccionaba cada parte del chico que estaba esperando. Él dirigió su mirada al rubio mientras le regalaba una sonrisa cómplice, sabía lo que aquellos insinuantes ojos querían y él lo iba a complacer. Le guiñó un ojo, al juzgar por su reacción el rubio no esperaba que sus fantasías de ese momento se pudieran cumplir, ambos se sostuvieron la mirada y comprendieron lo que querían, lo que ambos deseaban.

Sin esperar más el rubio se acercó al chico de pelo negro y ojos cafés, no dijo palabra solo lo tomó de la mano dispuesto a llevarlo al lugar donde harían lo que tenían que hacer.

—Vamos a mi casa.

Ese susurro en la oreja del rubio hizo que éste se estremeciera, causando que sus ganas de estar con el chico aumentaran, no protestó y ambos se dirigieron a ese lugar íntimo.

Durante el camino, el rubio no dejaba de tocar el bien formado y prominente trasero de aquel chico, para tener sólo 17 años era bastante deseable; las ideas de qué hacer con eso que pronto sería suyo comenzaron a invadir su mente, provocando que comenzara a endurecerse.

Una vez llegaron a casa y cerrado la puerta la excitación se adueño de ellos, el rubio se apoderó de la boca del chico de ojos ojos cafés, éste solo cedió respondiendo a los desenfrenados momivientos de la lengua del rubio, entre besos se tambalearon hasta la cocina donde el rubio se deshizo rápidamente de la camisa de su compañero dejando a la vista una piel blanca e intacta, ver ese delicado y atractivo torso excitó más al rubio, tomó aquella mano blanca dirigiéndola a su bulto necesitado de atención mientras miraba directamente los ojos de aquel chico que ahora sería completamente suyo, se miraban fijamente el uno al otro, el rubio dirigía esa mano para que esta acariciara cada centímetro de su abultado pantalón.

— Me contaron mucho de ti en la escuela —habló el rubio sin dejar de dirigir aquella mano suave. —me dijeron que eras todo una putita...

— Te contaron bien.

Tras una sonrisa pícara, el joven provocador ahora se dedicaba a desabrochar los pantalones del rubio, el cual no se opuso, una erección se asomaba por aquellos calzoncillos negros, se arrodilló y comenzó a lamer a través de la tela la erección del rubio, causando en éste un estrecimiento de placer que le recorrió toda la espalda, unos segundos después esa tela negra bajó despacio de la piel del rubio, haciendo que sus intimidad quedara fuera.

—¡Wow...! —fue todo lo que pudo decir el joven arrodillado.

Ahora tomaba todo el grosor del pene del rubio en su mano comenzando a masturbarlo. El rubio gemía de placer, quería meter su pene, deseaba qie estuviera completamente dentro de la boca del chico, pero ese chico solo lo hacía sufrir rozando con su lengua la punta del pene, no pudiendo resistir más, tomó en sus dos manos la cabeza del joven para entrar en su boca, dejó escapar un suave gemido y ahora su cadera comenzaba a moverse descontroladamente en aquella boca, mientras que con sus dos manos evitaba cualquier resistencia, pero hubo resistencia. Ambos disfrutaban de escuchar los gemidos de placer, los movimientos se hicieron mas rápidos, pero el chico pudo retirarse antes de que el rubio se viniera en su  boca.

No se irá sin hacerme disfrutar.

El joven se puso de pie y comenzó a deshacerse de sus pantalones dejando libre su exitado miembro y su bien formado culo, se giró y recostó en el comedor dándole la espalda a su compañero, el rubio comprendió. Tomando de nueva cuenta con sus dos manos lo que ahora se le estaba entregando, se arrodilló a lamer el culo del joven, provocando más gemidos; movía desesperado su lengua haciendo círculos y tratando de introducirla para dilatar la entrada, pero ya estaba lista, se levantó y sin ningún aviso introdujo de golpe todo su duro pene en su compañero, el chico soltó un grito de dolor por la inesperada penetración, su culo ya estaba acostumbrado a estas cosas, el rubio embestía rápida y descontroladamente, estaba a punto de llegar al clímax.

—Me vengo... Agh...

—Hazlo. Vente dentro de mí... —
Ahora las embestidas del rubio se apresuraron más, estaba a punto de correrse...

— Aaaah!

Un chillido agudo hizo parar al rubio y dejó helados a los dos cuerpos desnudos que antes irriadaban calor. Los padres del joven sodomizado estaban en la puerta de la elegante cocina mirándolos con sorpresa, pero a la vez con una expresión de horror, asco y rabia. Los dos chicos se separaron para ocultar de alguna manera su vergüenza, pero el viejo padre comenzó a avanzar amenazadoramente a ellos, apenas el rubio consiguió ponerse los pantalones recibió un puñetazo en la cara que lo aturdió por unos segundos antes de que siquiera pudiera defenderse la sangre empezó a brotar de su nariz.

— ¡Lárgate! —grito el rabioso padre con tanta fuerza que su voz pudo ser escuchada por toda la enorme casa.

El rubio no lo pensó, tomó su ropa y corrió hacia la salida, nisiquiera logró cruzar la puerta cuando el viejo dio otro golpe igual a su hijo, aunque este pareció tener más fuerza ya que derribo al delgado chico, aturdido en el suelo comenzó sobre él una lluvia de golpes.

— Mi hijo no... Mi hijo no será uno de ellos... No será un asqueroso marica... Maldito seas, Esteban... joto de mierda...

La sangre manchaba el elegante piso, el padre, ahora cansado se levantó sólo para seguir con la páliza, ahora con patadas en el estómago del chico; su madre permaneció de pie en la entrada viendo la escena, mientras su hijo comenzaba a escupir sangre sólo se consolaba así misma pensando en que su hijo necesita una lección, necesitaba enderezarse.

El chofer quien había escuchado los gritos apareció agitado en el lugar, la escena lo dejó horrorizado, su amo golpeaba brutalmente a su propio hijo, no dudó en ir en ayuda del joven, abrazando por la espalda a su amo lo alejó del demacrado chico pudiendo ver así la ensangrentada cara de éste. El joven trató tde levantarse apoyándose en el comedor pero sus manos y pies temblaban a causa del aturdimiento que provocaron los golpes, ver cómo trataba de ponerse en pie resultaba patético, el chofer lamentó no poder ayudarlo pero si deshacía el agarre que había hecho en el padre, éste se lanzaría de vuelta a golpear.

— ¡Suéltame! Suéltame, Tomás ¡Voy a matarlo! —el viejo trataba de soltarse pero era inútil, su empleado era mucho más fuerte.

— Señor, por favor, cálmese.

— Papá yo... —trató de explicar el demacrado joven una vez pudo ponerse en pie.

— Calla asqueroso marica, yo no soy tu padre, tú no eres mi hijo...

— Papá... - lágrimas empezaron a caer por las mejillas chica, esas duras palabras le causaron un gran dolor al instante, más por quien las decía.

— Dije que te calles, eres una vergüenza para esta familia. ¡Largo! Vete de aquí, no quiero volver a verte, estás muerto para nosotros.

El chico empezó a llorar con más fuerza, pero era mejor salir de ahí, miró a su madre pero se arrepintió, ella sólo le respondió con miradas de asco. Con la boca llena de sangre y aún sin poder caminar bien salió de casa. A vagar por las calles cojeando y ensangrentado.

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