Capítulo 15.

1.3K 77 10
                                    


Los meses pasaban, lento o rápido, la verdad no importaba; un frío intenso llegó a la ciudad, haciendo que las mañanas y las noches fueran insoportables a no ser que se abrigaran con cinco o seis suéteres.

César y Pedro caminaban tranquilamente por las calles, parándose de vez en cuando en alguna tienda a observar las decoraciones que como cada año las inundaban, la navidad estaba más que cerca. César iba a pasar su primera navidad con su nueva familia, la misma que Pedro, y se habían puesto de acuerdo para cenar la familia de Omar y ellos, se habían vuelto grandes amigos.

—Mira eso César —le dijo Pedro mientras apuntaba a un enorme cascanueces de madera en una tienda de juguetes—. Hermoso ¿verdad?

—¿No estás algo grande para andar con juguetes? —respondió el moreno riéndose.

—Sí, pero son hermosos. Siempre quise uno. No uno tan gigante como ese claro, pero...

—Bueno, ahora podrás comprártelo. Con lo que ganas en tu trabajo.

—Sí, puede ser, pero olvidas que mi madre comienza a sospechar algo y además tengo que comprar sus regalos.

—¿Nuestros regalos? —preguntó César confundido.

—Claro —contestó Pedro como si tratara de lo más obvio del mundo—. Ahora me dirás que no conoces la navidad.

—No. Es sólo que en el campo nunca nos dimos regalos, celebrábamos de manera muy distinta. Ni siquiera poníamos esos pinos adentro de casa.

­—¿Ah no? —preguntó su amigo atónito.

—Nunca, además, no hubiera pasado por la puerta.

Ambos amigos rieron y continuaron con su recorrido hasta llegar a casa, César no estaba seguro si hacía más frío adentro o afuera, pero estaba seguro de que sólo era una exageración, no le hubiera gustado pasar una noche como esa al aire libre.

La señora ya tenía preparado la cena, se podía oler desde la entrada., delicioso como siempre. Los tres se sentaron a la mesa y conversaron alegremente como todos los días, cuando subieron a la habitación y estaban listos para dormir Pedro llamó su atención.

—¿César?

—¿Si?

—Tengo que decirte algo, no estaba seguro de decírtelo... No sabía que pensarías, pero bueno... —Pedro hablaba temeroso, su voz era casi un susurro.

—¿Qué pasa? —preguntó César preocupándose un poco.

—Bueno... Yo... Yo sé que eres gay, César.

El moreno se quedó helado, definitivamente no esperaba eso. Entonces recordó que se había completamente de contar ese pequeño detalle a las personas que tanto habían confiado en él.

Seguro que Pedro tuvo que sospecharlo desde sus desapariciones y desde que lo veía junto a Esteban y el siempre negaba conocerlo y menos tener algo que ver con aquel tipo, pero pensó que se vería algo extraño.

—Pero no importa —se apresuró en agregar Pedro—, no importa para nada, es sólo que... Entiendo que no quisieras contarme nada pero...

—Pedro, te aseguro, que no es eso, yo nunca... bueno, nunca me pasó por la mente decírtelo...

—No importa enserio. Pero escucha: en la víspera de noche buena, o sea, el 24, habrá un gran... evento, donde yo trabajo, pensé que tal vez, quisieras ir —se notaba el nervioso en su voz, César sabía que su amigo realmente no estaba planeando algo bueno.

Me VendoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt