cuatro

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Yo escuchaba música clásica desde que tenía uso de razón. Mi padre—un fanático de Beethoven—me introdujo en ese mundillo lentamente y sin hacer mucho ruido.
Recuerdo que cuando era más pequeña la detestaba, me parecía aburrida y para nada interesante, pero con el paso de los años me acabé enamorando de todos y cada uno de los discos que decoraban las paredes de su despacho y que tantas veces había escuchado. El caso es que nunca había llegado a escuchar en mis sueños música clásica hasta el día que vi a Yoongi robar en la tienda de música vintage. Fue el sueño más extraño que tuve en mi vida, ya que era algo bastante normal, dentro de lo que cabe. Mis sueños tendían a ser cosas surrealistas dónde como protagonistas había gorilas comiendo pudín de chocolate o monstruos que secuestraban a gente que vivía frustrada.
Ese día soñé con un salón decorado al estilo barroco. No tenía ni idea de dónde me encontraba pero parecía un palacio digno de los reyes europeos del siglo XVII. No había mesas ni sillas, solo éramos el gran salón, una lámpara de araña plateada iluminando la estancia y yo vestida con tan solo un camisón blanco. Podría parecer en un principio una pesadilla, aún así yo me encontraba totalmente relajada, tanto que cuando comenzó a sonar de la nada La donna è mobile de Verdi comencé a bailar. No me importaba el dato que sonara una voz de la nada—y ni hablar de los instrumentos invisibles—. Tampoco pensé que si me encontraba en el siglo XVII era bastante extraño que sonara una composición del XIX, pero me dejé llevar. Bailé y bailé hasta que Luciano Pavarotti—el cual aún no debería de haber nacido—dejó de cantar. Comenzó a sonar un piano, y en el medio del salón, justo debajo de la lujosa lámpara, apareció un alborotado cabello negro y un rostro pálido mostrando indiferencia. Recordaba haberme acercado a él en mi sueño y también recordaba cómo había acariciado mi mejilla con una lentitud tan dañina que me pareció de lo más placentera. Y me desperté justo cuando el piano había dejado de sonar y nuestras respiraciones comenzaron a mezclarse.

Taehyung estaba incluso más asustado y extrañado que yo cuando le conté aquel sueño tan extraño y perturbador. Eso sí, omití el dato de que el protagonista de mi sueño era Yoongi y que le había estado evitando todo el día por la vergüenza que aquello me causaba.

—Yo creo que deberías de ir a un psicólogo—dijo mi amigo tras estar un rato en silencio.

Suspiré y me tumbé sobre las teclas del piano, provocando un sonido estridente ya que me encontraba sentada enfrente de las notas más agudas.

—Y también necesitas dejar de leer, escuchar música clásica y estudiar historia europea...

—Eres tonto y eso no tiene sentido. Además, no he dicho me no me haya gustado.—Me puse recta—. Me gustó bastante, a decir verdad...

—Eres muy rara y estás enferma—dijo dándome un golpe en la frente soltando una risita—. ¡Pero yo soy tu medicina!

—Supongo que por eso aún no me he curado—murmuré justo cuando sonó la alarma que indicaba el final del recreo.

Caminamos juntos hasta la puerta del aula en la que tenía la siguiente la clase entre bromas y comentarios sin ningún sentido. Tae pasaba desapercibido por su altura, es más, todos los de mi curso pensaban que era repetidor o que iba a la otra clase que no solíamos ver muy a menudo; así que cuando mi amigo me daba un abrazo o besos en la frente, suponían que éramos pareja, y eso me molestaba a más no poder. No me molestaba porque odiara que me emparejaran con mi mejor amigo, me molestaba porque todos eran tan tontos como para pensar que una chica y una chico no podían tener una simple relación de buenos amigos.

—Nos vemos a la hora de la comida, TaeTae—dije entrando por la puerta.

Él lanzó un beso invisible al aire para luego sonreírme e irse a paso rápido. Suspiré y miré hacia mi pupitre. Se encontraba vacío. Hice un pequeño baile de la victoria sin que nadie me viera, agradeciendo al destino que Yoongi hubiera desaparecido de repente. Y es que ignorar por tres horas a alguien que está sentado a tu lado era bastante complicado. Y más difícil era sonarse la nariz intentando no hacer mucho ruido para no llamar la atención del señor "me molesta hasta respirar". El profesor de Historia apenas había comenzado a dar clase cuando la puerta del aula se abrió de un golpe. Yoongi con la respiración agitada y un papel entre la manos apareció por el umbral.

Blue | Min Yoongi; BTSWhere stories live. Discover now