nueve

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Me desperté sintiendo en mi nariz un fuerte olor a suavizante con un toque de colonia masculina. Sentía los ojos hinchados, la lengua acartonada y algo de baba reseca en las comisuras de los labios y barbilla. No necesité observar mucho la habitación dónde me encontraba para darme cuenta de que no estaba en mi dormitorio. Me puse de pie y estiré mis brazos andando a ciegas para subir la persiana y abrir la ventana. Necesitaba con ansias recibir el frío aire mañanero de Seúl en el rostro.
Suspiré cerrando los ojos y luego me di la vuelta para descubrir la cama en la que había dormido. Las sábanas eran de un blanco casi tan limpio como el de las camisas del profesor Lee y estaban todas desordenadas debido a mis movimientos en sueños. El cuarto era igual de amplio que el de Yoongi, serían similares de no ser porque en aquel lugar las paredes eran blancas y no había ningún mueble a parte de la gran cama.
Oí unos golpecitos en la entrada de la habitación y me puse recta rápidamente alisándome un poco la falda del uniforme—que aún llevaba puesto—. Al abrirse la puerta lo primero que hice fue una pequeña reverencia a mi amigo.

—Gracias—susurré a Yoongi, evitando mirarle.

—No me agradezcas nada, tonta—dijo con la voz ronca, lo cual delataba que recién se había levantado.

No dije nada más, pero sí que alcé la cabeza para ver a un Yoongi en pijama con el pelo revuelto y los ojos más pequeños y, curiosamente, brillantes que nunca.

—Por la noche llamaron tus padres—dijo acercándose a mí para dejar en mis manos mi móvil—. Estabas ya dormida así que no contesté, pero les mandé un mensaje.

—¿Qué les dijiste?

—Que estabas en casa de Taehyung.

Mi corazón recibió un pinchazo al escuchar el nombre de mi mejor amigo. ¿Estaría bien? ¿Seguiría enfadado? ¿Estaba arrepentido por sus palabras y... el beso? El tan solo imaginar un enfado irremediable con mi mejor amigo me preocupó mucho, más de lo que ya estaba. Me agobiaba pensar que el chico había caído enamorado de mí, tan solo pensarlo me provocaba una ansiedad terrible pues no quería que nuestra bonita amistad terminara tan inútilmente.
Al ver que no había más conversación que seguir, Yoongi dio media vuelta y se fue por dónde había venido sin prisa y quitándose la camiseta con parsimonia y cansancio.

¡¿La camiseta?!

—Y-Yoongi, ¿q-qué hora es?—pregunté siguiéndole con las orejas rojas recordando que era un martes lectivo y teníamos examen de Física.

A decir verdad en mi cabeza lo último que se encontraba presente era la fórmula de la velocidad angular o de la fuerza gravitatoria, pero no podía ser tan egoísta como para dejar hasta el instituto. Para mi mala suerte, al llegar al pasillo mi amigo sin camiseta había desaparecido como mis canciones en las manos de Taehyung.
El pasillo, del mismo color que mi nueva habitación temporal, tenía tres puertas a los lados—los dormitorios y el famoso baño en el que estuve encerrada—y dos más que daban al salón y a otro aseo al que no había entrado aún.

—La hora de que dejes de tartamudear—respondió escondido en alguna lado de su casa.

—Lo digo en serio—dije llevándome la mano a la barbilla y limpiando la baba seca. Me dio tanta vergüenza el tan solo pensar que Yoongi me había visto con ella, que se borró de mi memoria el reflejo de su cuerpo desnudo de cintura para arriba.

—Yo también—salió de su cuarto vestido, con los ojos aún encogidos e irritados por el sueño.

—¿No vamos a ir al instituto?—Negó—. ¡Tenemos examen de...!

—Cállate—puso su mano sobre mis labios—. Cambiaron el examen a mañana porque hoy la profesora iba faltar... ¿No lo recuerdas?

Asentí sin quitar su mano de mi boca. Ya que él no hacía ademán de soltarme, le chupé recibiendo una mueca de asco por su parte y que se limpiara la palma sobre el jersey de mi uniforme.

Blue | Min Yoongi; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora